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La Cueva del Yeso vuelve a abrir

Cueva del yeso, en Baena.

Redacción Cordópolis

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La Cueva del Yeso de Baena, Córdoba, que destaca por ser la única cavidad existente en el Valle del Guadalquivir de origen hídrico de Córdoba y por albergar una gran colonia de crías de una especie de murciélagos en peligro de extinción y diversas especies de gambas que sólo habitan a nivel mundial en esta cueva, vuelve a ser visitable a partir de este viernes. Los interesado pueden ponerse en contacto llamando al teléfono 957 671 757 en horario de oficina. Además de estos días, la cueva baenense también tendrá aperturas extraordinarias los días 5, 6 y 7 de diciembre, el 8 de diciembre por la mañana y el 27 y 28 de febrero.

Al tener la cueva dos plantas, la de mejor acceso se pretende acondicionar para las visitas turísticas con un recorrido de unos 180-200 metros, pasando por diversos lagos y donde se podrán ver cavidades de hasta 12 metros de profundidad, mientras que el otro nivel de acceso, más difícil, se reservará para preservar la importante colonia de murciélagos.

La actual boca de entrada se localiza en la zona denominada como “Salina de Cuesta Paloma”, muy cerca del puente sobre el cauce del río Guadajoz, conocido popularmente como Puente de “Maturra”. La boca de la cavidad se abre en un contacto entre calizas y el paquete yesífero, y se corresponde con una surgencia antigua actualmente en estado fósil. Está prevista la realización de una nueva entrada que posibilitará las visitas turísticas. La Cueva del Yeso se encuentra a 8 kilómetros de Baena, en su término municipal, concretamente en el paraje del “Puente de la Maturra”.

La Cueva del Yeso se ha formado en un nivel de yesos masivos de unos 60 metros de espesor. La dirección (rumbo) de este nivel es hacia el noreste, es decir, hacia la hondonada, y el buzamiento (inclinación máxima) es alrededor de 45 grados hacia el sureste. Este nivel de yeso se encuentra estratigráficamente entre dos niveles de margas, uno por debajo, situado al noroeste, y otro por encima, situada al sureste.

Las margas son rocas impermeables que efectivamente impiden cualquier conexión hidrológica con otros niveles de yeso cercanos. Tanto el yeso como las margas se han depositado en el Mioceno en forma de un depósito olistotrómico, encontrándose dentro de la formación grandes bloques de rocas mucho más antiguas.

Sus numerosas las galerías (boca de entrada, paso de la “S”, paso de la Grieta, galería del Chorizo, sala del Laminador, galería del Meandro, galería del Tobogán, galería GAEA y la recién descubierta galería Agundo, de 106 metros, que posee tres lagos) que conforman esta cueva del yeso de Baena tienen distintos espeleotemas de yeso. En la cueva se encuentran las galerías ascendentes, las galerías horizontales, las galerías descendentes, crecidas en la zona epifreática por fluctaciones del nivel de base, hundimiento de los techos, formación de los proto conductos, lagos etc.

La cueva se divide en dos niveles. Dentro de las galerías altas se pueden distinguir cuatro galerías principales y dos tramos secundarios que probablemente han funcionado como enlaces entre la primera y la segunda galería principal. Dentro de las galerías bajas se pueden distinguir entre galerías amplias y galerías estrechas, aunque a menudo de bastante altura. Las primeras se encuentran principalmente en los tercios noreste y suroeste de la cueva, mientras que las segundas se encuentran principalmente en el tercio medio.

La historia de la Cueva del Yeso de Baena se remonta a los primeros intentos por parte de personas que a nivel individual empiezan a mostrar un cierto interés por el conocimiento que encierra este extenso mundo dentro de la provincia. Aunque las primeras crónicas espeleológicas en el sur de la provincia se remontan al siglo segundo de nuestra era, no es hasta el siglo XX cuando se empieza a tener noticias que se puedan contrastar sobre esta cueva.

El primer relato nos lo deja la nada despreciable tradición oral, entre los lugareños más viejos, pues la cavidad era conocida como la “Mina” por su morfología predominantemente circular. Entre estos existía la creencia de que la cueva era obra de moros y estaba conectada con las torres árabes existentes en la comarca, la de Torreparedones y la Torre del Montecillo.

La primera referencia escrita sobre la cavidad se remonta al año 1945, en el que Antonio Carbonell Trillo-Figueroa publica un artículo en el Boletín número 53 de la Real Academia de Ciencias Bellas Letras y Nobles Arte de Córdoba, con el título de “Espeleología Cordobesa”. Antonio Carbonell cita la cueva en su artículo como cueva de las “palomas”, segundo nombre que recibe esta cavidad, seguramente tomado de su entorno más próximo conocido como “salinas de Cuesta Paloma”.

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