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El periodista héroe

Alfonso Alba

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En una plaza cualquiera, un grupo de cinco amigos se encuentra y habla. Llevan tiempo sin verse y se preguntan por cómo le va la vida. Uno de los cinco amigos es periodista y encima tiene la suerte de tener de trabajo. En un momento dado, la conversación deriva en la situación actual. Y cuando se toca un tema determinado, los cuatro amigos miran al periodista: “Oye, ¿porqué no investigáis eso, que ahí hay un montón de mierda?”. El periodista se encoge de hombros y dice que vale, pero por dentro se agobia. En su trabajo, escasamente remunerado, peor reconocido y con una presión asfixiante de su jefe, apenas si tiene tiempo para otra cosa que no sea sobrevivir.

Hoy, cuando el trabajo de la prensa está peor que nunca (se han destruido más empleos que en el sector de la construcción), el nivel de exigencia al periodista es mayor que nunca. Y es lógico. La sociedad quiere respuestas y, sobre todo, quiere que ahora sí y sin tapujos ni censura le cuente las cosas que están pasando. Quiero, está claro, que se multipliquen los periodistas héroes, aquellos que sí que son capaces de reponerse a sueldos miserables y disputas diarias con los responsables de sus medios que, por intereses empresariales, vetan determinadas historias.

Hay pocos, pero los hay. Sin embargo, y en un momento en el que la profesión pasa por uno de los momentos más bajos de credibilidad, es normal que no los haya. El heroísmo, como el de los soldados, dura poco. Desgraciadamente, hoy es fácil prescindir del periodista que no se achanta a los intereses de su empresa y muy barato lograr, precisamente, que esos intereses coincidan con los que más dinero tienen en el país.

Pero hay esperanza. En Burgos, el periódico más leído es, sorpresa, del empresario que va a construir el aparcamiento subterráneo que ha desatado la madre de todas las protestas en esa tranquila ciudad castellana. Pero hoy, al menos, hay otros periodistas héroes que está contando sin cortapisas de ningún tipo lo que está pasando allí. Desgraciadamente, ninguno es del Diario de Burgos. Todos sabemos lo que ese periodista duraría en su empresa.

Lo peor de todo es que estas situaciones, en una profesión tan vital para la sociedad y más en estos tiempos, son ya asumidas como normales. Por eso, llamamos periodistas héroes a los que, en realidad, están haciendo su trabajo.

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