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Novecento (2ª parte)

Redacción Cordópolis

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Escribo esta entrada con el fondo musical de Enio Morricone en “Novecento”. Escuchando “Romanzo” rememoro la imagen de aquel barbudo que va dando paso al cuadro “El cuarto poder”, una representacion del proletariado emergente. Se pintó en 1901 por Giuseppe Pelliza y refleja un grupo de proletarios en huelga. La película cuenta la primera parte del siglo XX en una Italia convulsa donde, ante la situación de explotación, el pueblo se acoge a la ideología comunista y el poder opta por generar el fascismo para defenderse.

Necesariamente tengo que constatar como actualmente vivimos una segunda parte de Novecento, un siglo después, pero marcado por justo lo contrario: la falta de ideologías. Desde posiciones como el Frente Cívico de los barbudos Anguita y Rivera, entre otros, y desde otros movimientos herederos del 15-M (Guayem Barcelona, al frente) se plantea una revolución social basada en un programa, programa, programa que debe unir al vecindario y donde la ideología de cada uno no es significativa: Importan los objetivos y no las ideas. Paralelamente, crece el fenómeno Podemos que propugna también una superación del marco politico actual. Al grito de “Ciudadanos al poder” se pretende dejar atrás a las fuerzas politicas de la transición española y enfrentarse al fascismo franquista posconstitucional transmutado en casta oligárquica.

El poder conservador ve de forma satisfactoria lo que está sucediendo porque supone una división de las fuerzas que se oponen a su predominio; porque deja las posiciones centristas-constitucionales a su alcance y porque aglutina a su masa de votantes frente al miedo revolucionario. El PSOE se queda fuera de juego, consiguiendo Anguita su gran éxito veinte años después: mandar a los socialistas de la rosa (en minúscula) a la otra orilla o a ser arrastrados por el río. El añorado “Sorpasso”, que, en su anterior version, generó la peor crisis de la izquierda moderna en España: el triunfo del aznarismo.

En la izquierda, IUCA se ve obligada a cambiar su estrategia rápidamente para no ser devorada por su complacencia con lo establecido (su presencia en el gobierno andaluz les hace parte de la casta dominante del sistema). En Córdoba acaban de aprobar una cosa y su contrario, esto es, sumarse a Ganemos Córdoba pero manteniendo sus siglas y su candidato, Pedro, el hincha, haciendo oídos sordos a que Ganemos nace como una plataforma ciudadana donde las siglas no existen y totalmente soberana.

Está intentando IUCA generar una segunda parte de Convocatoria por Andalucía (otra creación anguitista) pero donde el PCE, en vez de ser el protagonista, se ve arrastrado por los colectivos minoritarios e independientes, antiguos compañeros de viaje. Lo malo es que los barbudos que forman Ganemos como Larios, Zurita, Luque, Puerto, Weiss y otros, conocen que Convocatoria desapareció presa del ansia dominadora de los comunistas cordobeses. Cuando IUCA incorporó la marca “Los Verdes”, en vez de aprovechar esa confluencia, desde el PCE se destacó que eran “IUCA Los Rojos” y se les expulsó. Ahora sería un error definitivo que Equo se dejará engañar. No obstante, hay razones de índole legal y de táctica política para que haya una cohesión y una presentación politica común entre todos los Ganemos de la provincia: el poder provincial y el financiación poselectoral.

Mientras tanto, Podemos, que posee la gran marca mediática, medita en qué convertirse y cómo participar en este levantamiento del “precariado” de principios del siglo XXI. Las formas asamblearias y circulares tienen el reto de la organización del poder interno y de las diferencias que surgen cuando detrás del objetivo común anidan diferentes ideologías. En Novecento, tras el juicio al patrón realizado por el levantamiento popular aparece el “Comité de Liberación Nacional” (¿Barbudos Iglesias y Tienda?) que insta a todos los trabajadores a deponer las armas y asume todo el poder. Y, a pesar de ello, Olmo (Depardieu) debe asumir lo que expresa Alfredo (De Niro), “el patrón está vivo”. Posiblemente, esta vorágine de impulso asambleario acabe con la casta fascistoide (corrupción, represión, ...) pero no consiga acabar con el patrón economico ante la falta de unidad política para alcanzar una mayoría suficiente y ante la incapacidad de generar una verdadera oferta politica común una vez desaparecida la casta. Por si acaso, mi salón lo preside, desde hace veinte años, “El cuarto poder”.

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