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Hombres de Estado sonrientes

Alfonso Alba

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Un alto dirigente del actual gobierno andaluz exige la creación de una comisión de investigación que determine responsabilidades en el uso de recursos públicos para viajes de carácter privado... ¡en Extremadura! Su propio grupo parlamentario se acaba de negar, por segunda vez, a la creación de una comisión de investigación que determine el uso fraudulento de recursos públicos en los cursos de formación. Y después sonríe. En los manuales de marketing político deber ser un lugar común que los políticos deben sonreír permanentemente. Incluso deben sonreír en vano. Hace unos días vi la sonrisa de Juan Cotino, actual presidente de las Cortes Valencianas, intentando justificar lo injustificable. Me entró miedo. La excelente poeta Wislawa Szymborska decía que los hombres de Estado tienen que sonreír. Una sonrisa cordial sobre unos dientes bien puestos.

Con amabilidad deben mostrar la frente,en el parlamento, al llegar de visita.Parecer alegres, moverse ágilmente.Éste saluda a aquél, aquél al otro felicita.Muy necesario es un rostro sonriente,para los objetivos, para reunir mucha gente.

Los hombres de Estado sonrientes viven en el cielo y nosotros somos un abismo al que no dejan de caer los residuos y desechos provenientes del cielo. Escribía mi admirado amigo Reyes Mate que a los traperos no se les oculta que el sistema funciona creando desechos que luego recicla y aprovecha como alimento del sistema. Los desechos son una realidad del sistema y también la metáfora de una exclusión permanente. Lo más llamativo (e hiriente) es que éste procedimiento lo realicen y lo justifiquen con una sonrisa cordial sobre unos dientes bien puestos. Mientras tanto, en el abismo y expuestos al viento, una parte de los harapos y desechos sienten miedo, otra parte siente rabia. Cuando el viento logre sumar el miedo y la rabia... No se nos debería olvidar que lo que hace un segundo era un mantel, después de la lluvia se convierte en pañuelo y cuando se seca se transforma en bandera. Quienes se reúnen en un laboratorio (y observan y analizan lo que ocurre) lo saben.

Los hombres de Estado sonrientes no se dan cuenta que están muertos, que ya no disponen de los trucos que tenían para desaparecer y volver a aparecer.

Nota: me ocurre a veces que confundo la lejanía con la soledad. Ambas suelen aparecer cuando arrecia el tiempo. La primera cuando tienes prisa por llegar. La segunda cuando te pierdes. En cualquier caso yo estaría de acuerdo con la creación de ambas comisiones de investigación, pues aun no estoy muerto.

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