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Huerta La Albahaca

Redacción Cordópolis

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Cada vez son más las voces que depositan sus esperanzas de futuro en nuestras manos, los emprendedores. Se citan muchos casos de titulados universitarios o profesionales cualificados con experiencia que han regresado a los orígenes del tejido productivo, el campo en nuestro caso... Pero la mayoría habla únicamente de recuperación económica, y no creemos que deba ser así. Nosotros provenimos de una familia que siempre ha trabajado en el campo, al margen del río Guadalquivir que pasa por esta bella ciudad. Aquí crecimos, luego estudiamos agronomía y desarrollamos nuestros anteriores trabajos en este sector profesional.

“Huerta La Albahaca” ha sido el nombre que hemos puesto a nuestro proyecto de agricultura ecológica, que desde hace un año es una realidad y ya da sus frutos. Ha sido mucho trabajo, día a día, con los inconvenientes normales del trabajo en el campo, las inclemencias del tiempo, las plagas y demás dificultades añadidas que se dan en la agricultura ecológica, puesto que aquí no tratamos con herbicidas, ni sustancias químicas de síntesis como sí lo hace la agricultura convencional y extensiva que inunda de productos los supermercados.

Al ver el resultado de este primer año nos sentimos plenamente orgullosos de haber conseguido sacarlo adelante. Nuestras frutas y hortalizas ecológicas están realmente buenas, tal vez no tan bonitas de ver como los tomates “de plástico” que abundan en las grandes superficies, pero con un sabor... con un olor... y sano, lo mejor que les podemos dar a nuestros hijos, sin duda.

Y no. Esto no es un negocio que pueda sustentar económicamente a una familia, pero sí nos aporta otros valores a los cuales nosotros le damos mucho más peso. Para empezar, lo que le estamos dando a nuestros hijos. No sólo comen sano, sino que están aprendiendo y viviendo desde pequeñitos cómo cuidar la tierra y los alimentos que nos da, lo natural que es todo el proceso, y también el esfuerzo y sacrificio que requiere... Valores sin duda que calarán bien dentro de su crecimiento personal y que luego trasladarán a sus propios hijos.

Por otro lado, lo que NO le estamos quitando a nuestra tierra. Nos olvidamos con frecuencia del respeto al medio ambiente, a la biodiversidad, pensando en que los métodos convencionales de explotar la tierra la van a preservar igual para siempre. Pero no, entre todos tenemos que ir cambiando esa forma de pensar y darnos cuenta que la agricultura ecológica es necesaria, si queremos que esta tierra la sigan disfrutando los hijos de nuestros hijos. Y además, no podemos olvidar el apoyo al comercio local, a la cercanía entre productores y consumidores, evitando así los márgenes que se llevan los intermediarios, distribuidores y grandes superficies de fuera, que son los que siempre nos manejan a su antojo.

Así pues, volviendo al origen de nuestro proyecto, hacemos balance y creemos que todo esto que hemos conseguido compensa con creces el esfuerzo. Afrontamos el futuro con mucha ilusión, conscientes de que tendremos que seguir trabajando duro, día a día, pero con la conciencia tranquila de que este es el camino, lento pero correcto, para salir adelante.

Ángela López Cruz.

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