No se traspasa ciudad de la Mezquita. Razón aquí.
A la vieja Córdoba le pasa últimamente como a nuestro idioma español. Dentro lo quieren llamar machaconamente castellano, evitar quebrantos de privilegiados e igualarlo así a lenguas de regionales preferentes. Fuera, en el mundo, nunca encontré un cajero automático que dijera “Castillan”; siempre me dijo...¿“Spanish”?. No conozco tampoco ningún premio Nobel de literatura en otra lengua española; sí en cambio en la portuguesa. La Gran Mezquita de Córdoba, obra cristiana por supuesto también incluida, es un monumento único, icónico, sideral…nuestra imagen en el universo. Sin embargo, aquí la quieren llamar preferentemente catedral, apelando a su carácter ordinario y renunciando al inimitable. No existirá en el mundo racional cosa más aberrante ni más felona, tanto con nuestra universal lengua, como con nuestro universal símbolo.
De verdad, que yo no quería escribir de este asunto. Me he resistido. Me parece absurdo dedicarle tiempo a lo nimio, pero hasta un límite. Que el Cabildo quiere llamarla Catedral o SuperMegaCatedral y llenarla de incienso, reliquias e imaginería sin conmiseración, es algo esperable, hasta obligatorio y comprensible en su lógica. No hay debate en ello. Debe haber, a no más tardar, respuesta pública a nivel institucional y legal, por supuesto, ante la mutatio del emblema, cosa que sigue en lista de espera. Pensaba yo siempre que eso daba para el ámbito de la norma, no para el de la controversia.
Sin embargo, lo que es una apropiación de libro de los valores de un icono universal protegido (no siempre fue así), trasciende últimamente demasiado la Judería y se internacionaliza allá en la Meseta, abarcando en su manipulación toda la memoria de nuestra ciudad. Los independentistas catalanes hacen lo mismo: fichar adeptos de fuera que hablen sólo de lo nuestro, a ver si cuela: y cuela. Aprovechan, unos y otros, ya lo decía Chomsky, que nuestro tiempo ya no confía en los hechos.
Fruto de esa externalización de un debate hasta ahora aguerrido entre los partidarios del salmorejo y los de la mazamorra, ha sido quizás la reciente retahíla de lucubraciones que han tenido el Círculo de la Amistad como sede. Ojo. Yo no afrento con mis letrillas esta institución histórica de Córdoba, que por supuesto respeto: ataco estos debates insanos para la historia, piedras y sociedad de nuestra ciudad. Este, como otros, que no es lógicamente el único caso.
“Córdoba romana antes que musulmana” fue la cita de hace unos días. Enunciado vacuo de toda novedad, a mente pronta, sin embargo significa, a juzgar por las charlas, verdadera e intencionada consigna: antes que. Fernando Sanchez Dragó, que peina ideas y recursos, fue el menos estridente de los ponentes, tomando el “antes” como adverbio de tiempo y no tanto de intención: o que se note lo justo. La charla iba, agárrense ustedes, no para decirnos que Séneca existió antes que Averroes: sino para decirnos que la ciudad de Séneca ha sido marginada por la de Averroes. Que nos hemos empeñado en que sea musulmana antes que romana. Y ellos le dan la vuelta. El Sr. Director del diario ABC vino hace algunas semanas, al mismo púlpito, para decirnos lo mismo respecto de lo que él cree un fake debate Mezquita-Catedral, como si fuéramos ingenuos. Mezquita, oscuridad de la verdadera Catedral, que quiso decir.
A tan alta alcurnia como trasciende ya la cosa, yo dejo de ser arqueólogo clásico. No quiero que el debate salga de la barra de una taberna, vaya que se nos descontrole, con lo quietesito que estaba entre fino y boquerones. Por ello, me convierto en aborigen, en indígena, apelo a la tribu, me pongo las plumas, me unto barro del río, me calzo el colgante de bellotas de mis ancestros, trinco el caimán de la Fuensanta y el caballo de Las Tendillas, me pongo la blanquiverde y allá que muerdo. ¿Afrentar y afrontar a Séneca y Averroes? ¿Elegir entre ellos? ¿Elegir entre Córdoba y Córdoba? ¿Podemos ser tan pródigos? Qué más podemos tener los cordobeses por dios que la Mezquita! Qué mejores embajadores podemos tener que los Anneos!. La diferencia es que fuera saben quién fue Séneca; pero no tanto cuál fue la ciudad dónde nació Seneca como, me apuesto, a que ud. que me lee, quizás, no sabe la ciudad de nacimiento de Cicerón o Virgilio. Y sabemos perfectamente quienes fueron. Nadie falla, sin embargo, situando la Mezquita en el mapamundi.
Meseteños y norteños de Don Pelayo, cordobeses de postín que les abrís las puertas de las murallas: En Córdoba, siempre hemos ido a misa a la Mezquita y aquí seguimos, llamándola Mezquita. El aguinaldo se pedía mentando las campanas de la catedral y nadie hemos dejado de pedirlo. Queréis hablar de lo que no tiene cuerpo, queréis reducirnos a fango, a aldea, a castillo de filósofos nutridos de sopa de convento. Y no somos la Castilla de nuestro Machado eterno. Yo os doy un hecho: se llaman Mezquita, Al-Andalus y por ellos el mundo conoce a Córdoba. Palabra de arqueólogo clásico, de Roma.
Barack Obama, cuando las revueltas de Egipto, no invocó a Córdoba en su discurso en la Universidad de El Cairo por la catedral. Lo hizo por la historia universal de la ciudad de la Mezquita. Esas es la carta de presentación de Córdoba. Nunca tendréis repoker.
La moraleja. En Nueva York, al lado de la zona zero de las torres gemelas, cuando se pensó renovar un centro cultural islámico destruido por la explosión, que invocase a la concordia y que estuviese destinado a liderar, comprometer y promover una identidad musulmana estadounidense distintivamente contemporánea, pluralista y espiritual, se le llamó Córdoba House: Fue aceptado oficialmente, tras no menores ni arduos debates (New York Times) y es un centro de referencia cultural en esta zona de la ciudad. Los mismos de aquí, consiguieron cambiarle el cartel: ahora se llama, simplemente, park51. Simplemente, sombra de un gran nombre.
Eso es lo que se nos quiere infiltrar.
(P. S. Esto no va de religión ni política, va de patrimonio)
0