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Sequía
Pancho Gamero: “El problema no es la sequía sino la sobreexplotación de los recursos hídricos”

Entrevista N&B a Pancho Gamero, agrónomo experto en aguas

Carmen Reina

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Se podría decir que Pancho Gamero (Badajoz, 1969) conoce el agua que corre bajo Córdoba mejor que muchos las calles de la superficie de la ciudad. Este doctor en Agronomía, experto en materia de aguas y presidente de la Plataforma A Desalambrar, lleva afincado en la capital cordobesa tres décadas de las que más de un tercio lo ha dedicado a elaborar y conocer -sobre y bajo el terreno- el laberinto de aguas subterráneas que existe en la ciudad y su término municipal.

El gusanillo de esta investigación le picó a Gamero cuando trabajaba en el inventariado del alcantarillado de Córdoba y pudo comprobar cómo por esas conducciones de agua sucia y de desecho circulaban también, sin embargo, canales de agua limpia. Ahí se encendió la chispa que le llevó durante doce años a ir descubriendo el mapa del agua que corre bajo la ciudad y que ha aflorado una red con tal desarrollo que no es comparable a ningún otro municipio conocido por este experto.

También espeleólogo, revisó 2.400 calles de Córdoba en busca de registros de agua o alcubillas; analizó más de 21.000 imbornales del alcantarillado, dio con más de 2.000 pozos y decenas de atarjeas (revestimientos de las cañerías) y revisó palmo a palmo más de cien kilómetros lineales de conducciones de agua. Investigó el abastecimiento de agua en más de 70 casas nobles, en antiguos hospicios, espacios municipales, hospitales y decenas de haciendas y cortijos. Y registró más de 80 manantiales en Córdoba y sus alrededores, además de 50 fuentes que surtían ese agua en la ciudad y una docena de minas de captación del líquido del que depende la vida.

Ahora, con una amenazante situación de sequía y con los pantanos a niveles preocupantes, Pancho Gamero habla con Cordópolis del agua que tan bien conoce, de los recursos hídricos de los que se disponen, del mal uso de estos y de la sobreexplotación de los acuíferos. También de cómo la mano del ser humano está detrás del consumo excesivo de agua en la agricultura, de cómo afecta a la naturaleza y a los propios pantanos. Y de cómo la concienciación ciudadana sobre el uso del agua es importante, pero lo es más dejar de destinar el agua que no tenemos a explotaciones sin control.

PREGUNTA. ¿Cómo empezó a estudiar e investigar el mundo del agua, de los recursos hídricos de Córdoba?

RESPUESTA. Bueno, pues por un familiar y por un trabajo registrando todos los imbornales de la ciudad, empecé a tener constancia de la existencia de los veneros aquí en Córdoba. Empecé a preguntar a vecinos, amistades y familiares y todos siempre me decían que aquí había mucha agua, muchos veneros… pero nadie me concretaba nada. Entonces, empecé a trabajar en los imbornales, que conté más de 21.000 y me pasé dos años contándolos, y veía que había agua en los pozos y demás. Hablé con el jefe de delineación de la empresa en la que trabajaba, le pregunté y tampoco me supo dar respuesta muy clara, pero me dijo una cosa que fue lo que más me motivó: ‘Mira es que para el estudio de los veneros ya llegas muy tarde, esto es un laberinto hacerlo y ya no se puede’. Entonces, al decirme que era imposible, me motivó bastante porque era un reto intelectual. Y a partir de ahí, me puse.

Había un señor, que era Ángel Martos, delineante que llevaba el tema de la red de saneamiento, que era el que más sabía. Era un señor que siempre, durante muchos años, había tenido mucha motivación por el alcantarillado y toda la documentación que había, para que no se perdiera, la tenía a su lado en su mesa, para que nadie la tirara. Porque alguna que otra documentación que se ha creído que ya no valía, siendo valiosa, Emacsa la ha tirado. Entonces, este señor decía: Esto es muy valioso, pero nadie se ha puesto a estudiarlo en serio.

Yo le pedí permiso. Se me ocurrió hacer una tesis doctoral sobre ese tema – ‘Cartografía, morfología y estructura de las antiguas conducciones de abastecimiento de aguas a la ciudad de Córdoba’-, hablé con Salvador Vinuesa y me dejó que este técnico me orientara y me dijera todo lo que sabía. Estuvimos siete meses paseando por la ciudad, buscando los puntos de agua, explicándome… Y a partir de ahí me hice una idea, que era el arranque del arranque. Porque después era todo un mundo. Y así estuve, con la tesis entre diez y doce años, para darle cuerpo. No quería terminarla porque sabía que me enfrentaba a una estructura bastante compleja que, al final, cuando acabé, podía rondar los 130 o 140 kilómetros de conducciones aquí en Córdoba. Una barbaridad. 

La agricultura de regadío supone el 93% del agua que se consume

P. ¿Sabía o intuía esa riqueza que tenía Córdoba en ese aspecto de manantiales, veneros, minas…?

R. Conocimiento no tenía, porque toda la información estaba muy dispersa. Pero tenía una intuición. O sea, fue como que lo vi antes de tiempo, me lo imaginé. Fue, no una corazonada, pero sí una intuición. Yo intuía que había detrás un gran tesoro, un patrimonio, y que tenía una gran complejidad, porque era casi buscar metro por metro, línea por línea de la ciudad de Córdoba, montando conducción tras conducción. Estamos hablando de varias redes de abastecimiento antiguas, bajo suelo… Te tenías que ir a los archivos. Yo me fui un año entero al Archivo de la Catedral, me encerré allí de 9:30 a 21:30 que era el horario, leyendo las actas capitulares, tomos de 400 páginas con una letra horrorosa, para igual en un tomo así sacar tres ideas o tres líneas, por ejemplo: ‘Ha habido tal avería de agua en tal calle’. Y lo apuntaba. Y así estuve un año entero, para sacar finalmente dos o tres folios de información nada más. Y miles de legajos que me leí, para un solo manantial.

P. Además como espeleólogo ha podido recorrer, bajo tierra, esos kilómetros, esas conducciones…

R. Yo empecé sin tener idea de lo que era meterse bajo tierra. Me metía sin casco, con una luz de linterna malucha, sin medios ningunos, sin cuerda, si tenía que bajar en algún sitio en altura pues trepando…jugándomela. Me metí en muchos sitios. Hasta que un día coincidí con gente del grupo G40 en Priego de Córdoba en una galería bastante interesante y dije: Me tengo que formar y hacerme un curso mínimo de espeleología. Así, me formé, hice un primer curso y otro de perfeccionamiento y ya así he ido más seguro, con más prevención, con más cabeza…

P. ¿Cómo era esa experiencia, porque me imagino que era estar en un sitio donde nadie más había estado?

R. Claro. Mira, aquí en la calle de la Feria había una galería, que era horrorosa y cuando la vi daba miedo meterse ahí. Pero hay veces que, cuando llegas a un sitio no puedes decir’ Otro día vengo’, sino ir y entrar. Me entré y aquello era una sensación de humedad, aire enrarecido, poco aire y oxígeno, poquito a poco el agua iba subiendo, el barro te iba llenando y tu cuerpo entonces pesa más… Y cuando quise entrar una segunda vez, que ya lo organicé bien, ya iba con más miedo todavía porque sabía lo espantoso que era aquello. Y casi me muero, porque me quedé ya sin oxígeno.

P. En todo su estudio sobre el agua que, además abarca siglos, ¿la Sierra juega un papel fundamental?

R. Hay que entender dos tipos de manantiales. Uno, el que tenemos dentro de la ciudad, intramuros, que existen varios y se han aprovechado bien. Y después hay otra serie de manantiales alrededor, con otra calidad de agua mejor menos expuesta a la contaminación, que sí está al pie de la Sierra. De esos también hay un número considerable y tienen sus minas, se captan y se traen hasta Córdoba. O bien se capta en altura a una cota de 200 o 300, y simplemente son para las huertas de la Sierra. En un principio se utilizaban allí en las huertas y luego, si hacía falta el agua aquí (en la ciudad) ya sea a nivel municipal o el Cabildo, se decide traer para Córdoba. Son infraestructuras que, por ejemplo las del Cabildo, tienen 25 kilómetros de desarrollo, muy interesante.

P. Si levantáramos Córdoba como si fuera una tapa de alcantarilla, ¿qué nos encontraríamos?

R. Bueno, aquí tenemos dos redes de saneamiento. Está la red de saneamiento digamos moderna, de los años 20 del siglo pasado que la empresa de aguas de Cordoba empezó a desarrollar y luego a hacer un alcantarillado en condiciones, que es la que disfrutamos ahora aunque hayan tenido sus problemas. Y después está el alcantarillado de los romanos que todavía sobrevive en nuestras calles y las adaptaciones que se hicieron en el periodo emiral y califal. De eso hay parte que por algunas zonas de Córdoba están ahí. Es a lo que se les llama las madres viejas. Algunas son verdaderas cloacas bastante grandes, que puede ir una persona de pie. Ahí sí que es interesante, cuando uno se mete en una madre vieja u otras conducciones más chiquititas -eso es peligroso y hay que meterse gente preparada, no cualquiera-, es muy interesante.

Después están los arroyos que se han embovedado, que pueden ir hasta vehículos por dentro, como Arroyo del Moro, Arroyo Pedroche… Y luego está el alcantarillado menor, que es otra historia. Es interesante, a nivel técnico, para ver cómo se conexionan las redes, cómo se distribuye el agua, cómo se capta el agua pluvial, el agua de saneamiento... Hay sistemas verdaderamente complejos y curiosos.

Se está dando licencia de forma irresponsable a explotaciones de grandes cantidades de recursos hídricos

P. En la Plataforma A Desalambrar se ha creado un grupo específico de estudio y defensa de fuentes y puntos de agua, con más de 300 catalogadas. Pero es un patrimonio muy desconocido, ¿no?

R. Claro, sí. Hace un tiempo, en la plataforma ya existía ciertos registros. Y ahora que yo llegué a la presidencia y tengo este vínculo con las aguas, pues creamos el grupo de Fuentes y Cauces Fluviales en Córdoba. Ahí, además de la catalogación que se venía haciendo antes de las fuentes históricas, junto a la de los caminos con todo el inventariado, lo que hemos hecho ya es una acción proactiva por la defensa de los arroyos y de las aguas subterráneas, contra los vertidos que en estos años se están registrando en la Sierra. Si nosotros matamos por contaminación o esquilmamos los recursos hídricos de la Sierra, ¿para qué queremos los caminos si es un desierto? El patrimonio de los caminos históricos hay que disfrutarlo tanto como camino pero también por el paisaje. Y los arroyos son un elemento fundamental para eso.

P. Toda esa riqueza hídrica de Córdoba ¿cómo ha llegado a nuestros días? ¿En qué estado está actualmente? Tenemos el ejemplo de los Baños de Popea o el Bejarano, que están secos.

R. Aquí tenemos ciclos naturales de sequía, una cosa con la que se ha convivido desde siempre y, con mejor o peor suerte, hemos sabido adaptarnos aquí en Córdoba. Es decir, cuando hablamos de sequía no estamos hablando de algo extraordinario o solo asociado al cambio climático. Otra cosa diferente es que por la acción humana sí se está condicionando este recurso. Lo está condicionando a nivel de los parámetros medioambientales y, después, a nivel de las captaciones que se están haciendo de forma descontrolada.

Si antes en la ciudad había muchas captaciones porque no había una red de abastecimiento, no había un ciclo integral, ya eso acabó y desaparecieron los pozos en la ciudad. Lo que sí ha pasado es que se ha incrementado el número de pozos en la Sierra, porque el cordobés ya no vive en la ciudad solo, sino que tiene una segunda o primera vivienda en la Sierra o en la Vega. Entonces, ahí es donde ahora ha aparecido el fenómeno de hacer un gran número de pozos, con lo cual los distintos niveles freáticos en las distintas bolsas de agua es lo que se está viniendo abajo. Y es lo que está haciendo que cada vez cueste más que la propia naturaleza regenere esos niveles, y que cada vez vayamos teniendo un déficit hídrico mayor. Ahí es donde el problema va cada vez a más.

P. ¿Y se aprovecha o se desaprovecha incluso el agua de los manantiales de Córdoba?

R. Se desaprovecha. ¿Pero por qué se desaprovecha? A finales del siglo XIX hubo muchos proyectos, que se pueden consultar en el Archivo Municipal, de intento de utilizar esta agua de venero, de traída de agua. Por ejemplo, la de Santa Clara, a mediados del siglo XIX con un proyecto bastante interesante para traer agua. La de Torrecilla Alta en 1880, agua de La Palma por el arroyo Pedroche, o por Santa Teresa por la zona de Poniente… Se unieron varios manantiales, se trajo el agua aquí a Córdoba y se aprovechó. En verdad hubo una serie de proyectos y de traída de agua.

Pero lo que pasó es que llegó un momento en que creció tanto la ciudad que ya no era solución esa traída de agua. Y, sobre todo, por problemas de mantenimiento y de contaminación. Entonces, hubo que optar por otros tipos de proyectos, imitando un poquito a los romanos, traerse el agua de la Sierra. Y fue luego con los pantanos cuando en verdad se le dio una solución completa al tema del agua.

P. Le he escuchado en alguna ocasión que no conocía otra ciudad tan rica en recursos hídricos y en esas conducciones como Córdoba. ¿Eso sigue estando o se ha perdido?

R. Siempre se ha dicho que Córdoba es una ciudad muy rica en agua. Lo que ocurre es que, geológicamente, no estamos favorecidos. Porque las capas de la tierra en la Sierra tienen una inclinación que hace que, el agua de lluvia cuando cae, tienda más a ir hacia la vertiente del Guadiato que hacia Córdoba. Los estratos están mirando más en sentido contrario al Guadalquivir, el ángulo es más hacia el Guadiato. Por eso, podríamos tener muchos más recursos.

¿Qué ocurre aquí con el Guadalquivir? Es como cuando pones un cubito de hielo en un papel seco: cuando se va deshaciendo se va extendiendo la mancha de agua. Pues lo mismo ocurre aquí con la cuenca del Guadalquivir. Las distintas terrazas fluviales que tiene en sus márgenes a derecha e izquierda, se van inundando. Por eso tenemos mucha agua. Entonces, tú puedes hacer un pozo a menos de siete u ocho metros, artesanos, y puedes llegar fácilmente al agua. Hay muchas casas que aún tienen los pozos. A medida que vamos subiendo en las terrazas fluviales y vamos, por ejemplo, para la zona de El Tablero, ahí también nos encontramos importantes bolsas de agua, que se pueden seguir captando, quizás con un poquito más de esfuerzo, pero no mucho más, a unos 15 metros.

Y después también tenemos el agua de la Sierra, por el tipo de suelo que tenemos de calcarenita que se llena de agua, lo hemos sabido traer históricamente para la ciudad. Entonces, sí somos ricos en agua en ese aspecto porque se ha invertido mucho esfuerzo, económico y de todo tipo, que a día de hoy no lo valoramos porque como ya tenemos el agua de pantano. Toda esta infraestructura que es patrimonio, ya se ha perdido esa cultura del agua.

Quiero ver con la Gerencia de Urbanismo, precisamente, cómo podemos catalogar toda esta infraestructura tanto de minas como de redes de abastecimiento que venían de la Sierra para acá. Con mi cartografía, vamos a ver si se puede incluir en el inventariado propio de la ciudad para que se le dé la mejor protección de elementos patrimoniales. Y, al mismo tiempo, sirva como herramienta para cuando se vaya a hacer cualquier obra, pues los arqueólogos sepan lo que hay, para el constructor si se encuentra una conducción que la conozca y vea dónde llevar el agua… Puede ser una herramienta tanto para la Gerencia como para el Archivo Municipal y los investigadores, para los arqueólogos, para la propia Emacsa. Habría que ponerlo en valor, ya que está hecho el estudio. 

En Córdoba tenemos manantiales dentro de la ciudad, pero se desaprovecha su agua

P. ¿Córdoba desperdicia agua?

R. Sobre lo que yo he estudiado, el agua de los manantiales, sí. Porque los manantiales que tiene localizado el Ayuntamiento los vierte directamente a la red de saneamiento, al final van a La Golondrina -estación depuradora-, sufre un proceso de limpieza y se vierte ya al Guadalquivir. Pero, claro, si nosotros cogiéramos estas aguas en altura -igual que quieren hacer estos depósitos del tanque de tormentas junto a Eroski-, si pudiéramos crear determinados depósitos estratégicos -solo conozco uno del Ayuntamiento por El Tablero-, si pudiéramos hacer depósitos subterráneos que, aunque de forma irregular en años buenos con más agua se podría almacenar y podría servir para el baldeo de las calles. Porque hasta hace muy poco, muchas calles se han baldeado con agua clorada. Recientemente se ha hecho una conducción con agua que ya no se puede limpiar desde Villa Azul hasta el Parque Cruz Conde, pero esto es un proyecto reciente y solo lo que abarca esa conducción. Pero para otros puntos, no se aprovecha. Por ejemplo, a mí me da mucha pena el agua de la Fuenseca o de la Puerta del Rincón. Ahí hay años que tú escuchas cómo cae el agua, con potencia y velocidad….que va a la Ribera y a La Golondrina.

P. No sé si calificaría como preocupante la situación de sequía que tenemos y cuál es la situación de los acuíferos.

R. A mí, la sequía como tal no me preocupa porque está dentro de los parámetros normales. Lo que dejó de llover en el otoño-invierno del año pasado, ha quedado un poquito compensado con esta primavera, aunque hay cierto déficit . No me preocupa tanto la sequía porque está dentro de los estándares normales, me preocupa la sobreexplotación. Yo no creo que sea tanto un problema de sequía lo que tenemos en nuestro entorno y a nivel de Andalucía, sino de sobreexplotación. Ese sí es el problema.

Aquí hay dos tipos de sobreexplotación, la de los pozos a nivel doméstico y a nivel agrario. Y después están los pozos legales, que se dan para los cultivos en regadío. Ahí es donde yo creo que está el problema.

Sencillamente, no nos podemos permitir campos de golf

P. Le iba a preguntar por eso, por la mano del ser humano en distintos ámbitos: la agricultura intensiva o urbanísticamente la proliferación de viviendas y pozos. ¿Cuál es su análisis?

R. Nos están creando a los ciudadanos cargo de conciencia de que tenemos que tomar más medidas que nunca y ser responsables con el agua, que sí que hay que serlo. Y en verdad en estos últimos años los estudios estadísticos dicen que por persona y día consumimos menos litros de agua que a primeros de siglo. Pero nos están dando a nosotros la responsabilidad como grandes consumidores y en verdad somos ínfimos consumidores.

En verdad la agricultura de regadío, que se dice que está en un 85% del consumo de agua, pero entre lo que se pierde y demás, la cifra puede llegar hasta el 93% del volumen total de agua que se consume. Mientras que el consumo ciudadano puede estar en el 3%. En verdad, el déficit no lo creamos nosotros, lo produce la agricultura de regadío.

¿Por qué hay ahora este problema? Pues muy sencillo, si uno ve la superficie de hectáreas que había hace unos años en regadío y la que hay ahora, solo por ejemplo en el olivar se ha duplicado. Aquí se está dando licencia, sobre todo al olivar intensivo o al almendro que siempre ha sido de secano, a explotaciones de grandes cantidades de recursos hídricos, de forma irresponsable.

Aquí pasa lo siguiente: en España tenemos una infraestructura con 1.225 pantanos -hablo solo de los de gran envergadura por encima de quince metros-, y esa infraestructura es la primera de Europa y la quinta del mundo. Entonces, no es problema de almacenamiento de agua, los pantanos están precisamente para corregir los ciclos de sequía y de ahí poder responder perfectamente. Pero, claro, si resulta que das más licencias, los niveles de recursos van bajando y la administración ha sido tan irresponsable que todo este volumen que teníamos, ahora se ha quedado en un volumen bastante reducido. Claro, cuando viene una sequía o estas olas de calor, ya no tenemos volumen de agua. Ahora las presas no actúan como reservorios de agua como antes, ahora son meros transmisores: les llega el agua y la mandan a las explotaciones de regadío. O sea, no tienen función de almacenar agua para cuando haya sequía sino que, simplemente, llega y al mismo tiempo la están dando, pierde esa función. Y cuando llega el problema de la sequía, ahora resulta que no hay agua. Ahora estamos en una media de un tercio en los pantanos de Andalucía.

El otro día escuchaba a un responsable de la Confederación Hidrológica del Guadalquivir decir que desde 2016 no se habían dado más licencias de explotación de cultivo de olivar intensivo. Vamos a ver: si uno va por la Vega de Córdoba o el canal y ve que, de hace dos años, hay explotaciones nuevas. Ahí está el problema, hay que reestructurar lo que es el sistema de regadío y ver qué cultivos se pueden poner o no. No puede ser que en la zona de Málaga se esté con cultivos subtropicales y regándose todo.

P. ¿Qué se debería hacer con los pozos sin licencia, ilegales?

R. Bueno, es que la ley cambió en 1985. Todo el que tuviera un pozo de antes de 1985, se le dijo: usted va y si no está registrado con la documentación que lo acredite, puede seguir teniéndolo. Antes el agua era pública la superficial y a partir de 1985 pertenecía al Estado el agua subterránea. Está muy metido en nuestra cultura que si yo tengo una propiedad, lo que hay en esa propiedad es mío y el agua también. Pero con esa ley se quitó esa posibilidad. Entonces, hubo personas que sí tenían sus escrituras pero tenían miedo a que, si iban a la administración, les quitaran el agua. He tenido esa conversación con muchas personas que, en verdad, tenían sus derechos. Así que ha habido gente que no ha actualizado con la administración a su tiempo, pudiendo hacerlo.

Y después, a partir de 1985, como está esa cultura de que yo puedo hacer un pozo, pues lo hago. Y claro, uno tiene derecho a hacer un pozo siempre y cuando cumpla una serie de requisitos en distancia y demás. Pero simplemente, lo hacen. Cuando uno va a la Confederación y denuncia, sobre todo este problema que tenemos por la Sierra, la verdad es que hay cierta rémora en moverse y demás porque al final es un problema político. No es un problema técnico. El problema de falta de agua en casi el centenar de urbanizaciones ilegales que tenemos desde los años 80, es un problema porque no hay la valentía política de decir: hay que tomárselo en serio, hay una ordenación del espacio y hay que actuar. Eso, desde Anguita -en su época de alcalde- por lo menos, eso no se ha hecho. Se ha tenido mano libre y ahora tenemos el problema.

Córdoba es la capital andaluza que mejor preparada está para la sequía

P. ¿Qué opinión tienes sobre los proyectos de campos de golf en Córdoba?

R. Creo que en Andalucía tenemos 109 campos de golf que, según un estudio, daría para beber un millón de personas. Si nosotros quitáramos lo campos de golf, podríamos tener un millón más de personas viviendo o un millón más de turistas. Aquí ha habido un desmadre a nivel constructivo, sobre todo en la costa, que se han hecho urbanizaciones sin tener en cuenta que se pudieran abastecer. Los campos de golf son un reclamo del turismo y muy importante para dar calidad a las urbanizaciones. Pero, claro, no nos lo podemos permitir. Porque el consumo de agua por metro cuadrado en un campo de golf es muy cuantioso y aquí se dan licencias sin hacer estudios serios previamente, que es lo que está pasando aquí a nivel local. Lo estamos denunciando porque no ha habido seriedad. Entonces, yo creo que no nos los podemos permitir, sencillamente.  

P. Ha mencionado antes el cambio climático, los periodos secos, que tenemos menos lluvia. ¿Cómo nos puede afectar?

R. Esta semana, en la Real Academia hubo una exposición sobre la época de Abderramán II y hubo un ponente que expuso precisamente, en ese periodo del siglo VII y VIII, cómo tocó otro siglo en la historia de Córdoba en el cuál se veían los problemas de sequía y de hambruna, etc. Es una cosa que nos ha acompañado siempre y ahora no vamos a ser menos. Son ciclos que tenemos aquí y tenemos infraestructuras suficientes para afrontarlos.

El ciclo integral del agua en Córdoba que se diseñó entre los años 50 y 60, por ejemplo. Es la capital andaluza que mejor preparada está para la sequía. En ese sentido, después tenemos el canal del Guadalmellato que también puede servir para que las huertas de alrededor de Córdoba en caso de sequía, tengan agua. Tenemos tres pantanos, uno de ochocientos y pico hectómetros cúbicos y otros dos de 130 o 140. O sea, que tenemos agua almacenada por lo menos para gestionar la sequía. Otra cosa diferente es cómo se utilice para riegos o la malutilicemos. Pero para consumo humano tenemos y para industria local tenemos agua.

Se podrían hacer depósitos subterráneos y usar esa agua para el baldeo de las calles

P.  ¿Qué papel deben jugar las administraciones ante esta situación, tanto Ayuntamiento, como Junta de Andalucía y Gobierno, en esas políticas medioambientales que tienen que ver con el agua?

R. Sí, claro, cada una el papel que tiene asignado. Aquí en Córdoba, Emacsa a nivel de los manantiales tiene una responsabilidad que, en mi opinión, no la está asumiendo en toda la medida que pudiera. Después tiene determinados tramos de arroyos, como cedidos, que tampoco está a la altura a nivel de controles periódicos de contaminación, no solo de calidad del agua, sino de la vegetación de alrededor, de la basura que también es competencia municipal… Ahí yo creo que debería trabajarse más desde el Ayuntamiento.

Después, desde la Confederación, a nivel estatal, todas estas denuncias que se están presentando estos años y la falta de control. Porque hay zonas donde tal y como tiene establecido la CHG no tiene por qué hacer controles regulares sobre la contaminación. Yo creo que eso habría que trabajarlo.

Y en lo que son las reservas naturales fluviales, la Junta debería estar más encima. Ahora, después de denuncias, parece ser que sí se va a invertir una serie de dinero.

Es decir, la administración local creo que puede hacer mucho más; la Confederación a nivel de inspección y control de pozos, de contaminación… Deben trabajar más a nivel individual y en coordinación. No puede ser que, por ejemplo, aquí proyectemos en los últimos tiempos un millón de metros cuadrados de zona ajardinada y resulta que no hay agua para todo eso. Resulta que ahora quieren irse a la Confederación para ser un socio más y tener agua para los riegos de los parques nuevos de Levante, del Flamenco…. Vamos a ver: no puedes proyectar sin tener pensado el riego. Y luego no puedes proyectar sin coordinarte desde Urbanismo con el área de Infraestructuras de la que dependerá el riego. Debe haber una coordinación tanto a nivel local entre las distintas áreas como desde el Ayuntamiento con la Confederación, porque deben ir cogidos de la mano. No puede ser que a nivel local tú estés contaminando y que la Confederación no te sancione hasta que los vecinos lo pidan. Y debe haber un mayor entendimiento, un compartir información.

P. ¿Y qué papel tienen que jugar otras entidades, se me ocurre por ejemplo la Universidad?

R. Pues tiene unos medios humanos importantes. Ahí podrían aprovecharse muchos trabajos de final de grado que se hacen para estudios necesarios a nivel local. Es verdad que en las tesis doctorales te dan más puntos si tratas un tema internacional, pero yo creo que habría que animar a hacer tesis propias de cuestiones medioambientales locales.

Yo creo que los departamentos, cada uno en su competencia -el de Topografía, el de Ecología, el de Biología…-, cada uno puede hacer una labor no solo investigadora sino también de compromiso social, de participar y hacer escritos con sus reflexiones, porque tienen el conocimiento, pueden denunciar si se está haciendo algo mal…

Pero no solo la Universidad, sino también por ejemplo a nivel de la Real Academia, porque son personas cualificadas que tienen mucho que decir. Hay participación de determinadas personas, pero al conjunto global de profesorado que hay, se le echa en falta, se echa en falta a estos profesionales.

Se están haciendo captaciones de agua de forma descontrolada

P. A nivel de concienciación social, entre la gente, no sé si ha visto algún tipo de evolución en los últimos años.

R. Pues sí. No solo sobre el agua sino por muchas cuestiones medioambientales, urbanísticas y demás. Yo soy optimista en ese aspecto. Siempre tendemos a ver todo desde un punto de vista negativo, pesimista…son todo problemas, sobre todo en los telediarios. Pero, yo creo que en estos años veo más concienciación. Hay más personas que se están animando a tomar iniciativas. Y, desde la Plataforma A Desalambrar que yo represento en estos años, creo que nosotros nos metamos en determinados temas y denuncias, eso motiva a otras personas, porque ven que algo empieza a funcionar. La gente se acerca y te dice cosas, empiezan a querer colaborar. En ese aspecto soy positivo. Creo que ahora vivimos años muy buenos en los que hay más colectivos queriendo participar.

P. ¿Y qué responsabilidad individual tenemos en la protección de los recursos naturales como el agua?

R. Bueno, creo que lo que hay despertar en el ciudadano es, igual que antes con la mili teníamos un periodo de nuestra vida dedicado al Estado, yo creo que tendríamos que tener un sentido parecido. Cada uno de nosotros deberíamos tener una conciencia cívica, que un periodo de nuestro tiempo, dedicarlo a lo que nos interese: si son los árboles interesarse por su problemática, si es la contaminación del aire pues ir por ahí, o del agua…

Creo que, desde el colegio, deberíamos despertar un sentido cívico de que no debemos dejarlo todo en manos de la administración y los políticos. Porque está demostrado que las ciudades y los pueblos no se sustentan con la administración. La sociedad está coja si el ciudadano no participa y la sustenta también. Si queremos una sociedad compleja, la sociedad civil tiene que estar ahí presente, no debemos delegarlo solo en determinadas personas.

Es más, yo creo que a los políticos habría que hacerles una especie de CAP -Curso de Adaptación Pedagógica- para ver que es competente para presentarse de concejal.

P. ¿De capacitación?

R. Claro, porque no puede ser que uno esté en un consejo de administración de una empresa o en el Pleno del Ayuntamiento se tomen decisiones que conllevan mucho dinero, por decirlo así si lo vemos desde un punto de vista económico, y no se tiene la cualificación oportuna. Yo no puedo estar en un consejo de administración de Emacsa por ejemplo, si no tengo conocimientos económicos, de agua, medioambientales… Yo creo que el que se presenta a político, igual que un funcionario tiene distintas categorías, un político tiene que tener un nivel mínimo de cualificación, de competencia como tal para que tome decisiones, porque al final son los que toman decisiones o las condicionan.

P. Hablaba de ese interés personal que podemos tener la ciudadanía, pero ¿hay que divulgar más? Si no se conoce algo, es complicado que haya interés.

R. Sí, pero te digo cómo: con el ejemplo. Nosotros educamos y creamos conciencia cívica con el ejemplo. Si nosotros vamos a los tribunales y echamos el balón, aunque se pierdan o se ganen cosas, pero ven que estás ahí…la gente aprende. Y ve que si no se soluciona con escritos, también está la vía judicial, o se hacen manifestaciones… Igual que los niños ven a los padres y repiten la acción, si se ve que hay determinados grupos de ciudadanos que abren nuevos caminos, nuevas posibilidades… Con el ejemplo es la mejor manera de educar a todo el mundo, con acciones concretas.

Se están haciendo captaciones de agua de forma descontrolada

P. Volviendo al tema del agua, en la provincia de Córdoba ya está habiendo restricciones de suministro de agua en el norte y el sur. Si en otoño no empiezan las lluvias, irán a más. ¿Somos conscientes de la gravedad de la situación?

R. Es que una cosa es vivir en el entorno urbano, ser urbanita y, claro, la leche nos llega en caja, vamos al supermercado y está ahí. (En la ciudad) Cada vez estamos más desligados del mundo agroganadero y agroforestal. Cada vez hay un mayor número de población en la ciudad y esa mala noticia -las restricciones por la sequía en la provincia-, es una más de las noticias negativas que podemos escuchar o leer.

Pero claro, quién está en poblaciones más pequeñas o vinculado al sector agrario o ganadero, sí tiene una mayor concienciación. Las poblaciones que tenemos en el norte de la provincia, dependen más de su renta agraria. Hay que pensar que el porcentaje de personas que trabajaban en el campo en la provincia de Córdoba era un 35% a la muerte de Franco y ahora podemos estar en un 4%. Entonces, claro, si tu economía personal o familiar no está vinculada directamente al campo o a la naturaleza, quizás no te identifiques tanto con ese peligro. Solo aquellas rentas que sí se ponen en cuestión y su forma de vida, porque la sequía y el cambio climático sí le atañen, ahí sí hay más concienciación.

Quiero decir que cada vez estamos dejando más al campo como una abstracción cuando es un sector principal para que funcionen las sociedades. Y no nos estamos dando cuenta de que antes había mucho comercio local que abastecía a la ciudad y nos hemos quitado ese recurso, esa herramienta. Estamos delegando en multinacionales, en empresas para traer productos de otros continentes y nuestros recursos propios de alimentación no los estamos teniendo en cuenta. Y eso se está viendo ahora con la guerra de Ucrania, con las materias primas, con la crisis de la pandemia… Ahora nos estamos dando cuenta de que esta globalización es frágil, es de cristal.

P. Y por otro lado, se nos dice que en Córdoba capital gracias a esas infraestructuras tenemos agua para consumo humano para varios años. ¿Eso tranquiliza o adormece la concienciación sobre el uso del agua?

R. El ser humano tiene la costumbre de moverse cuando ve ya que la cosa está muy mal, muy mal. Se tiende a dejar un poquito. Entonces, ese mensaje de que se han hecho las cosas bien antes y que tenemos cierto margen, tiene su lado negativo. El lado positivo es que efectivamente puedes tener un servicio de agua todavía, pero tiene el lado negativo en que no pones tanta atención ya no en el problema, sino en los orígenes del problema. A mí no me interesa tanto el problema sino cuáles son las causas que originan ese problema. Si nos quedamos mirando solo el hecho en sí… Y si no miramos ni el hecho y menos aún a los orígenes, entonces ya…

Porque todo después se basa en decisiones políticas. Y el ciudadano, no solo en las urnas sino en el día a día, es cuando tiene que exigir a la administración y al político para que tome decisiones claras.

Ahora estamos con el borrador del Plan de Lucha contra el Cambio Climático (en el Ayuntamiento de Córdoba). Se está reclamando desde Medio Ambiente la participación ciudadana. Ahora es el momento de hacer un buen plan de lucha contra el cambio climático. Pero yo creo que la mayoría de los ciudadanos no está al tanto de este borrador, no tiene idea de cómo va y cómo puede colaborar. Estamos creando una herramienta que no sabemos que está ahí.

P. Y que es una herramienta con vistas a nuestro futuro.

R. Nos va a condicionar porque toca muchos aspectos de lo que es nuestra vida cotidiana, sobre todo en transporte, en el consumo de energía, en el aire, en la relación con la administración. Se va a hacer porque nos obliga una directiva europea, luego nacional y ahora la Junta decidió que teníamos que tener este documento hecho ahora, que no va a estar. Ya te adelanto que no va a estar por lo menos hasta febrero. Pero bueno, da igual, no cambia la situación porque lo tengamos ahora en octubre o en febrero.

Lo importante es tener una herramienta de trabajo, que se vaya actualizando. Y que de verdad tenga un compromiso. Yo creo que no nos podemos creer la actuación que tenga el Ayuntamiento si al final no hay unos presupuestos estas navidades y que digan: esto va para cosas concretas de lucha contra el cambio climático en la ciudad. A mí no me vale de nada que tengamos este documento si no hay unas medidas económicas concretas y que se puedan realizar, con un personal técnico que lo pueda realizar. Técnicos, dinero y partidas concretas para la lucha contra el cambio climático, desde distintos parámetros medioambientales.

Si esto al final de este año no se tiene por parte del Ayuntamiento, no se aprueba en un Pleno, yo lo que estoy viendo con distintas asociaciones medioambientales de Córdoba es que nos quedemos de brazos cruzados y no colaboremos. Porque es un engañabobos, no nos vale tener un documento y una serie de medidas que después no estén respaldadas económicamente y con personal. Nos están engañando, están ganando tiempo para mayo (cuando hay elecciones municipales). Y no nos podemos permitir esperar a mayo. Esto es ya, estamos en urgencia, estamos en emergencia climática.

No puede ser que proyectemos un millón de metros cuadrados de zona ajardinada sin que haya agua para eso

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