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Ángel Martín: “Quien dice que romantizo la locura es porque nunca la ha vivido”

Entrevista N&B a Ángel Martín, cómico y escritor

Cristian López

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Allá por el 2017, el cómico y presentador Ángel Martín (Barcelona, 1977) sufrió un brote psicótico que le mantuvo ingresado en un hospital durante algunas semanas. De la experiencia más salvaje -tanto para bien como para mal- pasó al estado de mayor desconcierto de su vida. Del todo a la nada, cuando tuvo que afrontar al desafío personal de volver a construirse. La historia de cómo se derrumbó todo el castillo de naipes que en ese momento era toda su existencia, o al menos, la percepción que él tenía de ella, y que narra en primera persona en 'Por si las voces vuelven'. Ahora, en 'Detrás del ruido' continúa el legado analizando su recuperación y su manera de volver a encajar en la sociedad como él mismo desea. Todo desde la más absoluta honestidad consigo mismo y con el lector, al que ofrece ciertas pinceladas de su propia experiencia, por si le hicieran falta en algún momento.

Leer o hablar con Martín, como él mismo refleja en su famoso informativo matinal para ahorrar tiempo, es como visionar una película de Danny Boyle. Por momentos, puede ser un episodio frenético. Cómico, guionista, músico, presentador, actor, creador de contenido y escritor. Pero también hijo, pareja o ciudadano de un mundo que él mismo intenta explicarse y construirse. Lector, oyente y soñador. Paciente con la misión de recomponer las piezas que un día se rompieron por completo dentro de él. Televisión. Stand up. Teatro. Drogas. Amigos. Alcohol. La salvación, quizá, por un café. Un ala de un psiquiátrico. Una escape room. Un tornillo. Venas que no sangran, arterias que hay que volver a llenar de emociones. Pastillas. Batas blancas. Un mando. Punto para los locos. Mente en negro. Corazón en blanco. Escribir para sanar.

PREGUNTA. Antes de empezar la charla quería preguntarte cómo estás.

RESPUESTA. Bien, muy bien, muchas gracias. Muy bien, muy bien, si no, no estaría aquí.

P. Es verdad que, mientras formulaba la pregunta, había una parte que me decía que seguramente te lo habrán preguntado mucho últimamente y quizá cansa.

R. No, bueno, yo interpreto siempre el cómo estás, cuando viene de gente que no nos conocemos mucho y no tienes una conversación de que vayamos a hablar de cómo estamos, la interpreto como una especie de frase ya hecha. Yo creo que la gente pregunta cómo estás por inercia y no espera la respuesta. Quiere un bien y sigamos con el tema. Entonces no, no, es una pregunta muy rutinaria.

P. Bueno, te trae a Córdoba la presentación de 'Detrás del ruido', tu segundo libro. Este tema de la promoción, en medios, de volver a estar otra vez en esa rueda, por lo que menos de cara al público, ¿te sientes cómodo ahí?

R. Bueno, sabes que forma parte del proceso de embarcarte en un proyecto de este tipo. Más allá de que sea cómodo o incómodo, tienes que formar parte de esto. Yo tengo la suerte de que luego la acogida con la gente es muy bonita y la relación con la gente es guay. Entonces, aprovechas muchas veces para verte con gente de otros lugares que no son del lugar donde vives tú y poder intercambiar unas palabras, etcétera, etcétera.

Entonces, como el proyecto también es bonito, no suele ser algo muy cansado. Yo me manejo bien. Lo llevo muy bien, o sea, no me estresa ni me genera ansiedad.

Empecé a estudiar música porque me interesaba lo que había tras ella

P. Más adelante nos detendremos un rato en el libro, aunque antes quiero hacer un poco de repaso vital tuyo. ¿De dónde te viene el gusto o la pasión por la música?

R. Mi padre, probablemente. O sea, mi padre, durante muchos años, hacía bailes de salón en centros de la tercera edad, salas de fiestas, bodas, etcétera, etcétera. Y yo creo que, al haber crecido con eso, y que la música estuviera tan presente, pues hubo un momento donde de repente dije: pues creo que creo que me interesa el mundo de la música. Entonces, yo creo que de ahí, que en mi casa siempre ha estado la música como muy presente y entonces embarqué en eso.

P. ¿Llegaste a tocar en esa orquesta?

R. Sí, sí, yo me he dedicado mucho tiempo a hacer bailes de salón en centros de la tercera edad, bodas, fines de año o algo así. Sí, sí, hay mucha gente que, si revisa el vídeo de su boda y vivía en Cataluña durante aquellos años, es muy probable que se encuentre con conmigo tocando Paquito el Chocolatero. Es muy probable.

P. ¿Cómo recuerdas esos años?

R. Bien, muy divertido. Era un universo un poco distinto. Pero bueno, al final estás formando parte generalmente de un evento que es una fiesta. Entonces, de alguna manera eres el tío que está montando la fiesta allí en ese momento. Hay mucho respeto, mucho cariño, mucho caos y mucho alcohol. Pero vamos, muy divertido, muy divertido.

P. ¿En ese momento te sentías ya cómodo de cara al público? En el entretenimiento, hacer un show.

R. No, no, yo además no me sentía nada cómodo, era un trabajo que me gustaba pero no me sentía cómodo.

P. Era solo un trabajo.

R. No, no era solo trabajo, porque me apasionaba el trabajo en sí, pero la parte de estar cara al público, yo no la llevaba nada bien, no la llevaba nada bien, no, no. Entonces, yo creo que eso fue única y exclusivamente porque me gustaba la música. El ambiente que se genera alrededor de lo que puedes crear con la música, me interesa, pero yo no relacionaba la música con ninguna otra cosa que no fuera música.

O sea, no soy alguien que de repente estuviera actuando pensando: ¡qué guay! Me gusta estar encima de un escenario, me gusta esto, a lo mejor se puede convertir en otra cosa. No, no, nunca, nunca pensé en eso, la verdad.

P. Pero sí quisiste formarte musicalmente.

R. Claro, quise estudiar las bases de la música, claro, yo estudié piano para tratar de entender... o sea yo empezaba a estudiar porque necesitas aprender a tocar un instrumento, a saber, no tiene más. Pero siempre me ha interesado mucho lo que hay detrás de la música, o sea, el por qué de la música, cómo se consolidan las canciones, cuál es la matemática detrás de la música. Todo eso sí me ha interesado mucho, pero claro, como te gusta tocar, si quieres ganarte la vida, pues no te queda más remedio que sea delante de otra gente.

Yo entro a la comedia porque mi idea era acercarme a la interpretación

P. ¿No estaba en tu cabeza llevarlo más allá?

R. No lo sé, o sea, en aquel momento me ganaba la vida con eso. Fin de la historia. No me planteaba hasta dónde podía llegar eso. Me ganaba muy bien la vida haciendo, tocando en centros de la tercera edad, en bodas y tal, pero en aquel entonces, yo creo que en mi cabeza no estaba el hasta dónde puede llegar esto. Simplemente estaba el estudiar y el trabajar.

P. ¿Cuándo descubres la comedia como vehículo para entretener?

R. Como vehículo para entretener lo descubro, yo creo, cuando ya llevo mucho tiempo dedicándome a la comedia, probablemente, porque todos mis primeros proyectos en comedia, en mi cabeza estaban más centrados en la posibilidad de que hacer eso me podía llevar la interpretación, no tanto la comedia. O sea, yo empiezo en la comedia, pero lo veo siempre como una herramienta de acceso al mundo de la interpretación. Nunca me planteo que el stand up pueda ser algo que forme parte de mi vida.

Tampoco, cuando yo empiezo, el stand up no era una cosa que en España fuera muy habitual. Entonces, el momento en el que me doy cuenta de que la comedia es una herramienta para entretener, yo creo que viene muchos años después de estar haciendo comedia. Muchísimo tiempo después.

P. Lo comentabas en el libro, que al final tu empiezas a escribir comedia o stand up sin tener conocimiento real de cómo funcionaba ese mundillo. ¿Fluía libre o te servías de cómicos extranjeros? ¿Cuál era tu método?

R. No, lo que había era Paramount Comedy, los compañeros que estaban en Paramount Comedy, no había más. O sea, no, el acceso a lo que tú tenías era la gente que estaba en activo en ese momento contigo. (Raúl) Cimas, Ernesto Sevilla, Don Mauro, Joaquín Reyes, era un poco la gente que veías que estaba haciendo monólogos. Víctor Clavijo, Agustín Jiménez. O sea, gente que estaba como en activo.

Entonces, yo llegué en un momento donde lo único que podías ver en stand up era, o Paramount Comedy o 'El club de la comedia' cuando emitía, pero no existía Internet en plan: voy a buscar cómicos de stand up, ni escuelas, ni micros abiertos, ni gente que estuviera haciendo talleres, cursos, no había nada. O sea, aprendías a base de ver a otros hacer eso.

P. ¿Por qué decides hacer el casting de Paramount y meterte ahí?

R. Bueno, pues por lo que te decía, yo estudiaba interpretación y entonces Paramount Comedy empieza a buscar cómicos, gente que haga monólogos en Barcelona porque van a empezar a probar, ampliar en locales y tener más gente. Entonces, yo lo veo como una forma de acceder a la interpretación. Simplemente mi cabeza lo que dice es: buscar monólogos, grabar monólogos significa que sales por la tele, salir por la tele significa que a lo mejor tienes una posibilidad de que te vean para poder ser actor en otra cosa. Básicamente yo me embarco en los monólogos porque en mi cabeza está la semilla de querer hacer interpretación.

Y entonces por eso voy metiéndome, embarcándome en casi todos los proyectos, porque en mi cabeza está la interpretación. Son como vías de ir acercándome a un mundo que, por aquel entonces, me llamaba mucho más la atención.

A consumir marihuana empiezas por ocio como casi todo el mundo

P. La idea era esa, aunque imagino que, una vez que te metes en el mundillo, te atrapa la comedia.

R. Sí, cuando empiezas a saber...pero ya te digo, que eso va sucediendo con los años. O sea, no sé exactamente en qué momento en mi cabeza se apaga el: no, a mí lo que me interesa no es la interpretación, sino lo que me interesa es la comedia. O sea, no sé en qué momento, ese chip en la cabeza sucede, no hay un día que de repente eso se apague. Durante muchos años, yo voy haciendo cosas y entonces poco a poco se va borrando a base de seguir conociendo, seguir entendiendo, aprendiendo, descubriendo lo que significa ser actor, etcétera, vas apagando una semilla que pensabas que era lo que te gustaba a ti y vas descubriendo que a ti lo que te gusta es la comedia, no la interpretación, por así decirlo.

P. Lo haces todo un poco improvisando, como es la vida misma...

R. Sí, sí.

P. Sin tener consciencia de lo que significaba en ese momento, pero sí que, al final, entras en un circuito de comedia, en el que perteneces a una generación que coincide con el boom aquí en España del stand up. Además, coincides con una figura muy importante para ti como es Ricardo Castella.

R. Sí, sí, estaban Ricardo Castella y Juan Diego Martín. Las dos personas que estaban de coordinadores de 'Nuevos cómicos', del programa 'Nuevos cómicos', y entonces, ellos lo que hacían era, cuando nosotros íbamos a actuar, se grababan las actuaciones, las visionábamos con ellos, nos contaban por qué ellos creían que algunas cosas habían funcionado, por qué algunas cosas no, te daban sugerencias acerca de cómo corregir algunas cosas y entonces con eso aprendías a escribir monólogos.

Hubo un momento en el que Juan Diego dejó de ser coordinador, se embarcó en otros proyectos y me propusieron a mí la figura de coordinar a los nuevos cómicos y entonces, cuando Ricardo se marchó, pues me quedé coordinando yo con otra persona, y estuvimos coordinando Ricardo y yo durante durante mucho tiempo, sí.

P. En los últimos años ha ganado mucha fama con 'La Resistencia', pero quizá mucha gente desconozca esa trayectoria como descubridor de nuevos talentos.

R. Claro, Ricardo lleva muchos años en comedia.

P. Luego también has trabajado con él en teatro y televisión.

R. Sí, sí, hicimos dos musicales juntos.

P. ¿Recuerdas tu primera actuación?

R. Sí, sí, mi primera actuación fue en una habitación de hotel con Ricardo, en una habitación, era una especie de recepción, donde íbamos todos los cómicos que éramos de Barcelona a enseñarles el material que habíamos escrito, pero la primera actuación frente a público fue en la sala Garibaldi, en Madrid, que no sé si está en activo o no. Entonces, fuimos tres o cuatro cómicos de Barcelona, que nos seleccionaron porque consideraban que el material que teníamos se podía ajustar a lo que en aquel entonces buscaba Paramount Comedy. Eran 25 minutos de material y fuimos a la sala Garibaldi a hacer nuestro material delante de gente que ya no eran Ricardo u otros cómicos que estaban trabajando en el material. No recuerdo el año, ni el día, pero vamos, bien.

P. Lo recuerdas bien, el momento de salir al escenario y tal.

R. Sí, sí, recuerdas un poco el vértigo, porque, además, a nosotros nos parecía que uno de los cómicos que venía con nosotros era el que tenía mejor material. O sea, que era como el que era impecable en el material. Fue el primero en salir y su actuación fue desastrosa. Nadie sacó ni una sola risa. Entonces, el miedo que sentimos todos al ver que el que pensábamos que era el mejor, no había tenido risas, nos generó muchísima ansiedad para para actuar después. Actuamos con muchísimo miedo. Mucho, mucho miedo.

No recuerdo qué tal funcionaría mi texto, no te voy a engañar, porque yo creo que estaba más pendiente de recordar el texto que de otra cosa. Recuerdo la foto del momento, recuerdo la distribución de la sala, recuerdo la parte de atrás donde estábamos todos los cómicos charlando y los agobios, los miedos y las ansiedades, más que la actuación en sí.

P. De ahí empiezas a introducirte en el mundo de la televisión gracias a las relaciones que haces en Paramount. Estás 'Noches sin tregua', por ejemplo, con Dani Mateo. ¿En ese momento ya estabas en '7 vidas' o fue posterior?

R. No recuerdo muy bien el orden. Yo creo que empecé en '7 vidas' y luego fui coordinador de 'Nuevos cómicos'.

P. ¿Qué tal la etapa en esa serie?

R. Bueno, yo estaba de guionista pero entré de tercero. O sea, en ningún momento lideré un equipo de guion. Entonces, básicamente es lo que te comentaba antes. Yo acepté el trabajo de '7 vidas', única y exclusivamente porque mi sensación era: cuanto más cerca esté de las series, más posibilidades de ser actor. No tiene más. O sea, yo no acepté el trabajo porque me apasionara el mundo del guion. Acepté el trabajo porque pensé que estando cerca de actores y trabajando dentro de una serie, es más fácil tener acceso a los directores de casting, es más fácil que siendo cómico consigas algún papel por pequeño que sea, entonces yo entre ahí, y cuando vi que la situación se estaba estirando y eso no iba a pasar, pues decidí tomar la decisión de bajarme de ser guionista, no era mi interés.

P. Me llama la atención que recalcas todo el rato que la intención era la interpretación, aunque la vida te ha llevado por la escritura.

R. Sí, sí, me ha ido llevando por ahí, pero claro, vas tomando decisiones en base al sueño que tienes en ese momento y aparcando unos, porque no sabes bien lo que quieres. Eres muy joven, entonces simplemente te vas guiando por intuición de lo que crees que te interesa. Luego con los años y con el tiempo, si echas la vista atrás puedes conectar todos los puntos y decir: vale, a mí lo que me interesaba era esto otro, que es lo que se ha mantenido siempre en mi vida, por decirlo de alguna manera, pero yo en aquel entonces las decisiones las tomaba no por escribir, las tomaba por otra cosa muy distinta.

Es imposible encontrar el momento en el que la cabeza empieza a hacer fricción

P. ¿En algún momento tomaste la interpretación como un sueño frustrado?

R. No, no, nunca. Nunca he tenido la sensación de espina clavada, no. Afortunadamente luego tuve la posibilidad de hacer pequeñas cosas e ir jugando con lo de ser actor y ya está. Pero no, en ningún momento era un sueño frustrado, porque, además, tú cuando vas tomando decisiones, que tienes la sensación de que te van acercando a eso que quieres, no te frustras, o sea estás cada vez más cerca. Aunque no estés siendo actor, si de repente tú estás siendo músico y lo siguiente es ser cómico y sales por la tele, te está acercando a ser actor. Si lo siguiente es trabajar de guionista en una serie, te está acercando a ser actor. No estás dentro de eso, pero las decisiones las vas tomando en base a lo que te va acercando. Luego puede pasar o no puede pasar, pero si vas tomando las decisiones de forma más o menos coherente, te acerca lo que quieres.

Entonces, cuando te das cuenta que no es lo que te apetece, pues no se convierte en una espina. A ti te da igual. Es como algo, sabes, ya está.

P. ¿Cuándo te diste cuenta de eso?

R. Yo creo que probablemente después de 'Sé lo que hicisteis', o algo así, me di cuenta que a mí no me apetecía nada ser actor, pero porque ser actor consiste en muchas horas de espera en una caravana diciendo las líneas que a otro le parece que tienes que decir y hablándole a una pared, porque la réplica no está. O sea, a lo mejor me llama más la interpretación desde el punto de vista del teatro, que es una cosa a tiempo real, donde puedes ver la respuesta de la gente, que la interpretación cinematográfica, a lo mejor a mí el hecho de tener que dedicar un año a ver cómo piensa una persona, siente, vive, para luego tener que soltar frases sueltas, generalmente desde cuatro ángulos distintos, me da absolutamente igual. Y ser actor tiene eso, no es que sea solo eso, pero eso forma parte de lo que es ser actor.

Entonces, si tú eres alguien que esa parte no te apasiona, no te gusta, no sabes cómo gestionarla, pues es probable que ser actor te desespere en muchas ocasiones. Lo que pasa es que cuando eres joven crees que ser actor es el resultado final de la película, pero tiene muchas cosas, tiene los castings, tiene la decepción, tiene muchísimas cosas a las que enfrentarte.

P. Volviendo a la serie. Justamente hablaba hace unos pocos días con el actor Salva Reina, que en esos años estaba protagonizando otra serie que se llamó 'SOS Estudiantes', que la emitía Canal Sur, no sé si te suena, y que comentábamos precisamente que su humor bebía mucho del de '7 vidas', y que ahora quizá no se valore tanto ese tipo de series que se han perdido en España, ese tipo de sitcom.

R. Bueno, son caras y es más barato comprarlas. O sea, si tienes un formato que está funcionando en Estados Unidos y todo se ha globalizado más, es más barato comprar una serie y ver si funciona aquí, que producir una serie de esas dimensiones aquí, no tiene más.

P. El salto a nivel de popularidad te llega con 'Se lo que hicisteis', que estuvo cinco años en emisión. En un momento en uno de los libros lo comentas, creo que éste último, que tu llegada al programa daría para otro libro. ¿Cómo se produjo?

R. Es una carambola, a raíz de yo grabar en Paramount Comedy, me llama el productor ejecutivo de '7 vidas' para decirme que ha visto el material, que le gusta como escribo y que si quiero ir a formar parte del equipo de guion de '7 vidas'. Luego hago unas pruebas que no funcionan bien, me dicen que no tengo la capacidad para entrar de guionista y entonces yo les propongo ir directamente a la serie a trabajar y ya está. El contrato que me ofrecen es muy bajo, porque no he pasado las pruebas de guion y yo decido renunciar a toda mi vida en Cataluña para largarme a ser guionista de esa serie por lo que comentábamos antes, por la sensación de, bueno, no soy guionista, pero si estoy trabajando ahí, aunque sea por un sueldo ridículo, voy a estar más cerca del mundo de la interpretación. Entonces, es por una serie de de carambolas, vamos, básicamente.

P. ¿Habías tenía algún contacto con Patricia (Conde) en esa época?

R. No, no, jamás.

Muchas veces confundimos una etapa concreta con toda nuestra vida

P. ¿Cómo se trabajó el hecho de que empastarais tan bien?

R. Te entiendes con gente y ya está. O sea, de repente da la puta casualidad que tienes que trabajar con gente con la que te entiendes. Tenéis la misma sintonía, tenéis la misma onda, os divierten las mismas cosas y tenéis las mismas ganas de absolutamente todo. Entonces, simplemente dio la casualidad. Hay cosas que son casualidad, no tiene más, no es un trabajo que haya detrás de pruebas, de no sé qué, no, se deciden dos personas para participar en un proyecto y da la casualidad que esas dos personas se entienden, pues ya está, así de simple y de sencillo.

P. Me quiero detener un poco en esa etapa. Al final son cinco años de emisión, un programa de éxito, una cadena que estaba empezando, por así decirlo, pero sí que tuvo muchísimo impacto. Pasas de ser guionista de segunda fila, a ser cara visible. ¿Cómo recuerdas esos cinco años?

R. Trabajo, trabajo y trabajo, no tiene más. Una cosa es lo que la gente ve y otra cosa es lo que hay detrás de las cosas. Muy pocas cosas son suerte. O sea, no es azar, nadie llama al timbre y te dice: he pensado en ti. No, trabajo, trabajo, yo me marcho de '7 vidas', empiezo a ser coordinador de 'Nuevos cómicos', de ahí sigo en activo y entonces 'El club de la comedia' decide que a lo mejor va a querer contar con gente que escriba su propio material, te ofrecen participar ahí con unas condiciones, tú renuncias a ellas y al final pues encaja el venga, lo hacemos a tu manera como sea. De ese trabajo te llaman para colaborar en 'La noche con Fuentes', y de ahí pues de repente cuando se termina les gusta mi forma de escribir y me proponen este nuevo proyecto en La Sexta.

Entonces, al final, todo tiene que ver con estar en activo todo el tiempo y ver para qué te sirve a ti el proyecto que te están proponiendo, si encaja con lo que tú quieres construir. Entonces, lo recuerdo como unos años y unos meses de tener que tomar muchas decisiones a una velocidad muy, muy rápida, no tiene más. Es como una espiral de mucha velocidad.

P. Se junta juventud, fama, dinero...

R. Bueno, y se junta experiencia de gente que estaba detrás del programa también. Quiero decir, que al final un programa no es solo el que está delante de las cámaras. Hay un director, hay una producción ejecutiva. Hay una gente que tiene esa experiencia y que confía también en esa juventud y en esa inexperiencia.

Entonces, bueno, todo eso combinó muy bien, nos entendimos todos muy bien, nadie pretendía nada más que entretener y divertirse, sin mala onda, no había ningún tipo de presión por las audiencias, más que era una cadena complicada y que tenías libertad para hacer lo que quisieras. Todo encajó, no tiene más. Todo el mundo acertó en las decisiones que había que tomar y todo el mundo se entendía muy bien y nadie se tomaba las cosas a a título personal. Los que sabían mucho trataban de enseñar a los que no sabíamos tanto, los que no sabíamos tanto estábamos muy dispuestos a aprender y escuchar, y cuando queríamos proponer algo, los que sabían mucho nos escuchaban y nos permitían jugar. Fue una carambola de gente muy dispuesta a hacer las cosas bien.

P. ¿Había mucho ruido en ese entonces?

R. No, no.

P. Pero te marchas por agotamiento.

R. Me marcho porque deja de interesarme el proyecto. Los proyectos se transforman y cuando tú consideras que ya no estás en el proyecto que a ti te apetece estar, pues tienes que tomar una decisión o sigues en algo que no te interesa nada ya, y entonces ya sabes dónde van las cosas cuando no te interesan, se rompen y te haces daño, o tomas la decisión de, bueno, pues ya no formo parte de esta forma de proyecto y ya está.

No hay nada más aterrador que mirarte en el espejo y no verte reflejado

P. En 'Por si las voces vuelven' mostrabas abiertamente tu opinión sobre las drogas, ¿en ese momento aún no tienes contacto con ellas?

R. No, no.

P. La televisión no te lleva a eso.

R. No, no. Yo empiezo muy tarde. Exactamente no sé cuando, pero ya no estaba en televisión por aquel entonces, yo estaba ya apartado de televisión desde hacía mucho tiempo. Entonces, entiendo que la primera vez que consumes marihuana es por lo mismo que consume cualquiera, a ver qué es esto, ya está. No tiene más. Lo consumes, te genera una sensación que dices, anda, pues es gracioso. Empiezas por ocio casi como empieza todo el mundo.

P. Nos hemos quedado en 2011, avanzamos tres años y vuelves de nuevo a la televisión, primero durante un breve periodo con Buenafuente en 'En el aire', y meses después presentas 'Órbita Laika' en La2, un programa también en clave de humor pero muy distinto a lo anterior.

R. Sí, bueno, llega a mí la posibilidad de hacer un proyecto que ya tenía un presentador y les falló en el último momento. El programa estaba ya cerrado, tenían que arrancar súper pronto y yo era el segundo nombre en una lista, el primero había fallado. De repente pasaron cosas que no sé las que son, da igual, tampoco era nada grave, creo. El primer presentador se cae y entonces van al segundo de la lista y eso, eres el segundo nombre de la lista. Este proyecto es así. ¿Te apetece o no te apetece? Entonces me lo contaron, me parecía que era interesante porque no tenía nada que ver además con 'Sé lo que hicisteis', era una cosa nueva a investigar. Me habían ofrecido muchas cosas, pero eran muy similares a 'Sé lo que hicisteis'. Entonces, no me apetecía volver a hacer lo mismo. Y cuando me llega 'Órbita Laika' me parece que es un riesgo y que es una cosa curiosa y que puede ser divertida.

La única condición que yo pongo es que, en lugar de hacer un monólogo de arranque, hagamos una canción y que el monólogo sea más corto; me dicen que les parece bien y nos embarcamos en el proyecto. Fue una fue una experiencia muy divertida, pero por probar otro registro y otra cosa distinta.

P. Y ahora sí llegamos a 2017, el momento del brote de locura. En 'Por si las voces vuelven' no sabes decir cuando empezaste a volverte loco, aunque sitúas como punto de partida, creo recordar, un día dándote un baño.

R. No, pero yo pongo ese punto de partida, mencionando que es el momento en el que me sorprende no haberme dado cuenta de que algo estaba pasando, pero no hay un día en el que empiecen las cosas. O sea, yo creo que la gente tiene mucha tendencia a querer buscar un día o un evento en el que todo se empieza a desmontar y no es así. Si empiezas a echar la vista atrás en tu vida, vas a empezar a encontrar muchos momentos en los que la cabeza y lo que tú querías ser, hacer o lo que sea, empiezas a encontrar fricción en la cabeza, siempre vas a encontrar. Gente que echa la vista atrás y dirá: ah, es que lo mío empezó en esta ruptura, aquí es cuando empecé a ir mal, pero si sigues echando la vista atrás, encontrarás que a los 12 años te empujaron en el colegio, todos se reían de ti y a lo mejor ahí empezaste a callarte cosas, si sigues echando la vista atrás, ves que a lo mejor a los 6 años te measte en la guardería delante de todos.

Entonces, cuándo empieza a llenarse ese vaso en el que la cabeza empieza a hacer fricción, y corres el riesgo de romperte, es imposible encontrarlo. Yo menciono un momento en el que claramente recuerdo que la cabeza ya estaba en otra dimensión. Pero el cuándo empezó, nunca lo vas a encontrar. Nunca.

P. Es la primera vez que eres consciente, y a posteriori.

R. Sí, es la primera vez que, a posteriori, soy consciente de que la cabeza ya estaba en un sitio distinto, pero a posteriori. O sea, cuando analizo y me siento a escribir el libro en aquel momento.

P. Una de las cosas que más me llamó la atención de lo que cuentas en ese primer libro es el reseteo emocional que se produce tras ser ingresado. No consigo entender, aunque quizá tampoco haga falta que lo haga, el hecho de que tus recuerdos estén pero no tus emociones, de cara a tu vuelta a la sociedad. No consigo entender ese contraste.

R. ¿Por qué?

P. Supongo que porque no lo he vivido en mí, pero no logro entender cómo se te puede olvidar esa parte. Es como si yo mañana recuerdo que he tenido esta conversación, pero no lo que sentía.

R. ¿No tienes ningún conocido al que ya no quieras tanto como antes? Y sigue siendo tu conocido.

P. Sí.

R. (Hace un gestión de asentimiento)

Mucha gente no puede entender lo que es haber podido hablar con perros

P. Pero supongo que es por las experiencias que he vivido con él.

R. Claro, lo único que sucede, imagínate esa misma sensación que tú tienes por experiencia, sin que haya una experiencia en medio. Ya está. Es eso mismo. Entonces, ese es el gran problema para quien sufre la historia cuando sale del hospital, que no ha habido una experiencia que haya hecho, que esa emoción entre las personas se haya roto o haya cambiado, pero es exactamente igual. La única diferencia es esa, que tú de repente tienes una explicación para explicar por qué con fulanito pues ya no tienes tan buena onda o ya no sientes lo que sentías, tienes un evento, ha pasado algo muy concreto entre vosotros, y en este caso simplemente ha pasado algo dentro de ti. Que ha roto todo. Lo que tenías con todo el mundo. Lo ha desubicado, no tiene más. Entonces, es desconcierto, pero esa misma sensación que tú tienes, o lo que tú tienes una explicación, pero sin tener la explicación.

P. Hay una página en blanco.

R. Bueno, no, ni siquiera hay una página en blanco, lo que hay es que el cerebro ha hecho el reset. No tiene más. Ya está, lo ha reseteado. O sea, ha pasado algo, pero en realidad sí que sabes lo que es. La verdad es que tú de repente entras en un ingreso de brote psicótico, tú imagínate que de repente crees que la persona con las que has venido a hacer fotos es Dios. Es el hijo de unos dioses. Y de repente te das cuenta que no. Pues tú admiración hacia persona ha cambiado, es inevitable. No puedes recuperar lo que sentías antes de descubrir que era hijo de unos dioses, porque tu cerebro ya lo ha procesado así. Ya lo has vivido. Entonces, todas las emociones se resetean. Todo, absolutamente todo, sin excepción. No puedes hacer nada. Es así. Lo ha hecho el cerebro y punto. No hay más.

P. Leyéndolo me era inevitable, porque me toca de cerca además, encontrar una conexión con una persona que sufre alzhéimer y debe convivir con alguien que no recuerda quién es. Ese miedo a estar entre desconocidos, no sé si puede compararse con convivir con alguien que no recuerdas qué sientes hacia esa persona.

R. Es distinto, porque yo creo que con el alzhéimer olvidas el vínculo también. Corrígeme si me equivoco, porque no tengo ningún caso cerca. Olvidas el vínculo. En este caso no olvidas el vínculo. El vínculo sabes cuál es. Bueno, eres un amigo, eres mi pareja, eres mi padre, nada, es igual, eres mi hermano, eres mi tío, el vínculo lo tienes. Lo que no tienes es lo que en teoría te han dicho que tú deberías sentir por esa persona. Entonces, es distinto, porque el desconcierto no es tan salvaje como cuando pierdes el vínculo.

Si pierdes el vínculo, yo entiendo que es mucho más desconcertante para todos, probablemente para quien lo está sufriendo, no es tan desconcertante, porque simplemente no está el vínculo, quiero decir, me estás diciendo que soy tu hijo, a mí qué cojones me cuentas, yo no tengo la sensación, ni siquiera tengo el desconcierto ni me siento mal por no recordar que eres mi hijo, porque no eres mi hijo, fin de la historia. La emoción para mí es que no lo eres. Fin.

Entonces, creo que en ese caso es muchísimo más complicado gestionar o entender. En mi caso no pierdes ese vínculo, lo que tienes que hacer es, pues deberíamos querernos un diez, o se supone que yo debería quererte un diez. Pues lo siento. Estoy en el dos. Lo siento, no puedo hacer que sea un diez. Es un poco distinto, creo.

P. ¿Sientes miedo?

R. No, no, sientes desconcierto, pero no miedo. O sea, porque no lo puedes sentir. El miedo lo sientes si hay una contradicción entre dos emociones, pero tú sabes la emoción que sientes por esta persona, sientes el desconcierto o la desesperación de no poder explicar por qué ya no sientes eso que sentías, por qué ya no actúas así, pero no es miedo, es más una especie de ansiedad por no poder explicarle al otro que no es personal, que es que es así y punto.

P. ¿Y culpa?

R. No, culpa tampoco porque no es a propósito, o sea la culpa la sientes cuando tú haces de forma voluntaria algo que le está haciendo daño al otro. Simplemente es desconcierto.

P. Antes de que lo hicieras público en el libro, tienes una última etapa en televisión, de nuevo con Patricia Conde en Movistar. Entre 2018 y 2019. Todo en pleno proceso de reconstrucción de ti mismo. ¿Cómo se afronta eso?

R. Es agotador, pero tienes que trabajar. O sea, no hay plan B. Y cuando no hay plan B, no hay plan B. Te puedes quedar maldiciendo, te puedes quedar sabiendo o sintiendo que no eres capaz. Te puedes quedar sintiendo que nada vale la pena, te puedes quedar así, o puedes por lo menos tratar de hacer algo y revivir cosas, ver si haciendo cosas, se revive algún tipo de emoción o algún tipo de señal que te haga sentir que ya empiezas a valer para algo. Entonces, es agotador porque lo vuelcas todo en ojalá esto sea lo que devuelve mi sensación de que sirvo para algo. Es extremadamente estresante, claro.

P. ¿Lo sabían en el programa?

R. No, no, lo sabía la gente que estaba cerca de mí.

El proyecto de 'Órbita Laika' me pareció un riesgo que podía ser divertido

P. ¿Te decepcionó de alguna forma esa última etapa en televisión?

P. ¿Por?

R. En el libro admites que hubo un momento en el que conseguiste bajar tanto el ruido que recordaste que querías ser cómico, no presentador. Y por eso dejaste la tele.

R. No, pero yo lo que digo en 'Detrás del ruido' es que después de analizar mucho lo que es ser coherente con uno mismo, de prestar atención, dejé 'Sé lo que hicisteis' porque me di cuenta de que yo no quería ser presentador, sino cómico.

P. Pensaba que te referías a la última etapa.

R. No, no, y ese descubrimiento también lo hago a posteriori. Quiero decir, analizando desde ahora los motivos acerca de por qué, y cuando hablamos de por qué te vas de un proyecto en el que hablábamos antes de que te menciono que no tiene nada que ver contigo, etcétera, etcétera, si a mí me preguntas, mientras estoy dejando 'Sé lo que hicisteis', por qué lo estoy dejando, en ese momento es porque no me siento conectado con el proyecto, porque todo es distinto, bla bla bla. A día de hoy, soy muy consciente de que realmente ese movimiento lo hago porque me veo que me está llevando en una dirección que es ser presentador y no cómico, que es lo que de verdad a mí me interesa.

P. ¿Pero lo disfrutabas?

R. Sí, claro.

P. O sea, la última etapa.

P. No, la última etapa no tanto, sino hubiese seguido en un programa. No estás disfrutando tanto como disfrutabas los primeros años.

P. Ese recuerdo lo quería hilar con lo que hablábamos antes de las drogas. Admites que llegó un punto en el que sentías que no eras capaz de escribir si no era bajo el efecto de alguna droga. También bajar ese ruido te permitió recordar que ya lo habías hecho antes y que sí podías.

R. Claro, es lo que menciono, creo que confundimos muchas veces una etapa de nuestra vida, con nuestra vida. Fin de la historia. O sea, nosotros decidimos dejar de buscar muchas veces en nuestra vida donde a nosotros nos viene bien. Yo qué sé, por poner un ejemplo que podamos entender todos, si tú empiezas a relacionar que tomar café es lo que te hace estar realmente despierto, lo que te hace aguantar todo un día, crees que es eso y te prohíben el café, vas a pensar que es que nunca más vas a poder estar despierto todo un día, hasta que de repente echas la vista atrás y descubres que sin café también aguantabas todo el día despierto y dices: a ver, capaz de hacerlo he sido, entonces estoy dejando de buscar en este momento porque me viene muy bien a mí creer que esto es lo que me hacía ser creativo, estar despierto, o lo que sea. Tendemos a confundir mucho eso, un momento de nuestra vida con toda nuestra vida, nos olvidamos que tu vida es todo lo que lleves ahora, desde todo lo que haya antes, es todo, absolutamente todo.

P. No crees que puede ser un poco como lo de los perros de Pavlov, que al final tú hayas generado una costumbre inconscientemente, y que siendo consciente, sin esa costumbre no llegas a aplicar lo otro.

R. Pero lo bueno es que tú puedes generar nuevas costumbres. No tiene más. O sea, cualquiera que crea no, es que yo como relaciono que a partir de ahora yo ya me he hecho aficionado y entiendo que tomar café es lo que me hace escribir. Bueno, pues empieza a generar una costumbre en la que sin tomar café es cuando de verdad puedes escribir.

Lo que pasa es que resulta muy cómodo decir no, es que como ya he construido esto... Ya, pues construye una cosa nueva, ¿qué quieres que te diga? O sea, porque, al final, es muy cómodo decir: no, es que no quiero renunciar a lo que he construido. Bueno ya, pero si es malo para ti, qué idiotez. Construye cosas que sean inteligentes para ti.

P. Otro de los asuntos que quizá más controversia haya generado a partir del primer libro, y que intentas explicar en este segundo, es que se ha dicho que parece que has romantizado la locura.

R. Básicamente quien dice eso es porque nunca lo ha vivido. Así de simple. No es un tema de romantizar, es un tema de que si tú has vivido esa experiencia, tu cerebro ya la ha procesado y tu cuerpo lo ha sentido. Es así de fácil, independientemente de que sea verdad o no sea verdad, es decir, si tú la vez que más miedo has pasado en toda tu vida es en el pasaje del terror cuando salió el tío de la motosierra y has pasado miedo de verdad, de que te desmayaste, te cagaste encima, te cagaste literal, tuvieron que cambiarte al salir de ahí y has estado dos días ingresado con pánico, sin poder salir de casa. Por mucho que te digan que no es real, que aquel tío era un actor con una motosierra, tú ya lo has vivido eso. Nunca vas a poder sentir un momento de tanto terror como ese, porque ya has vivido el terror máximo. Sabes lo que es.

Si tú has vivido el momento más hermoso de toda tu vida durante un brote, tu cerebro ya ha procesado ese momento como lo más hermoso de toda tu vida. Es decir, si has tenido la sensación de estar a dos noches de tocar la luna con tu mano, esa emoción es tan salvaje a nivel bonito, que el cerebro lo ha procesado. El cerebro te ha dicho: estamos a dos días de tocar la luna, y tú has visto la luna cada vez más grande. Por mucho que te digan luego que no es real, tú ya lo has vivido. O sea, tu cerebro sabe, tú ya has vivido un nivel de preciosidad que está aquí (hace un gesto de altura con la mano). Cualquier cosa comparada con este nivel, es menos. Y es importante entender eso, porque el resto de cosas no las vas a sentir a este nivel, es muy difícil que aparezca algo en tu vida que te haga superar esa sensación. Pero eso solo lo puede entender la gente que ha pasado por un brote y que ha vivido algo así, única y exclusivamente.

Quien no lo ha vivido, te va a decir, no, estás idealizando, estás... No, no, yo sé lo que es eso, igual que sé lo que es mirarte a un espejo y no verte reflejado. Y es aterrador. No hay nada que dé más miedo que mirarte en un espejo y no verte. O mirarte en un espejo y tener la sensación de que la otra persona, tu reflejo, va a salir y está tratando de apoderarse de tu cuerpo. Entonces, es muy difícil que ahora me pase algo que me dé más miedo que eso. No es romantizar, simplemente es que he vivido extremos de emociones. Pero eso solo lo puede entender quien lo ha pasado, quien no lo ha pasado, el argumento fácil es que nada, tú eres...

P. Es jodido, pero a mi me llegó a pasar. Sentirme mal porque llegaran a molarme muchas cosas que contabas. Quizá por el tono, no sé.

R. Claro que mola.

P. Pero a la vez te sientes mal, sabiendo que es un problema.

R. Hay cosas que son aterradoras, pero hay cosas que cualquiera querría sentir. Es decir, a poco que te gusten los perros, ¿no te gustaría hablar con perros?

P. Sí.

R. Entonces, mucha gente no puede entender lo que es haber podido hablar con perros. Te dicen, ¿pero hay cosas que echas de menos? Pues sí, joder, claro. Claro que echo de menos no poder hablar con perros. Claro que echo de menos no poder viajar en el tiempo por las buenas, o que de repente venga Mozart a tocar a mi casa. Claro que echas de menos esas cosas, pero no es romantizar. Es que ha pasado.

P. No se produce una contradicción en ti mismo el hecho de recordar que eso te hacía sentir muy bien, pero a la vez saber que no era de verdad, que estabas loco en ese momento.

R. Bueno, aprovechas herramientas que te dio la locura para traerlas a la no locura, por así decirlo. Es decir, al final muchas de las cosas que sientes están relacionadas con la cantidad de atención que le pones a las cosas. Que Mozart toque en directo para ti, no es muy distinto a si te pones... no sé cuánto tiempo hará que no te sientas con unos auriculares a escuchar una canción en directo sin que tu atención solo esté centrada en ese sonido. No sé cuánto tiempo hace que no haces eso. Probablemente años. Es muy probable.

P. Sí...

R. En el momento en el que haces eso de forma consciente, te das cuenta de que de repente es que estás dentro de esa habitación escuchando esa canción. Mientras estás en la locura crees que están tocando en directo para ti, cuando empiezas a darte cuenta de muchas cosas dices: lo único que tiene la locura es que centra toda tu atención en una cosa. Entonces, de repente, todo coge una dimensión que es gigante. Te animo a hacer la prueba esta misma tarde, si tienes 2:50 minutos, puedes comprobar lo que es tener un poco esa sensación. Busca un tema de Mozart a piano, ponte los cascos, incomunícate y céntrate solo en escuchar eso y en buscar el sonido del pedal del piano, y te aseguro que habrá un momento en el que tendrás la sensación de que estás en esa puta habitación y están tocando para ti.

Pero ya no hacemos esos ejercicios de prestar atención. Entonces, es una atención súper enfocada lo que sucede, cuando rescatas ciertas cosas de la locura y la desglosas, la estudias, intentas ver por qué algunas cosas sucedían, te das cuenta de que muchas cosas puedes rescatarlas y usarlas de forma inteligente.

Lo único que tiene la locura es que centra toda tu atención en una cosa

P. A día de hoy eres eres capaz de aplicar eso, prestar toda tu atención en una cosa.

R. Sí sí, vamos, no lo haces un nivel que te vayas a volver chalao, pero a las cosas le das todo el valor del mundo. Pero porque tiene todo el sentido. Quiero decir, no hacerlo me parece absurdo.

P. ¿No te contamina la sociedad en eso?

R. Cualquiera puede abstraerse de eso. Cualquiera puede decidir cómo construye su vida, no tiene más. O sea, tú puedes decidir. Que las cosas no estén yendo como esperas, o que tengas una desorganización, significa que no te has parado a pensar un segundo. No te has parado a prevenir, no te has parado a preparar, no te has parado a pensar, entonces, yo creo que primero hay que hacer un ejercicio de parar en seco y ver qué pasa. Hay que hacerlo, claro.

P. Muchas veces es difícil parar en seco.

R. No es verdad. Lo que existe es mucha gente que decimos que es difícil parar en seco, pero nunca lo han intentado. O sea, es una frase hecha. No sé cuántas veces, todos los que han dicho que es muy difícil parar en seco, han intentado parar. No sé, no sé si tú lo has hecho. No sé si lo has intentado.

P. No sabría decirte ahora mismo.

R. Pues eso es un no, te lo aseguro. Si no sabes decirlo, eso es un no. Entonces, creo que cogemos muchas frases que están hechas porque nos sirven para justificar cosas que, bueno, así no lo tenemos que hacer. Pero no es tan difícil.

P. Pero claro, también tienes que hacer el ejercicio de desligarte de la sociedad, que te lleva a un camino.

R. (Se para a pensar) Te lleva al camino que tú quieras. Tienes muchos caminos abiertos. O sea, tú eliges el camino en el que quieres ir. Tú eliges a qué reaccionas y a qué no. Eso lo eliges tú. Que tienes que hacer un ejercicio muy consciente de no voy reaccionar a esto, o llevo muchos años reaccionando a esto. Sí. Que te tienes que enfrentar a ti, sí. Pero tú eres libre de hacer eso.

P. Puede ser que algo que crees que te gusta está mal visto y la sociedad te dice que no debe gustarte.

R. Tú sabes lo que te gusta y lo que no te gusta, tú lo sabes. O sea, uno sabe cuando está haciendo las cosas que realmente le apasionan, le apetecen, le interesan, y cuando no. No nos podemos engañar. Ninguno. O sea, tú no te puedes engañar a ti mismo. Tú puedes engañarme a mí, a otra persona, pero si a ti no te gusta hacer entrevistas, tú a ti no te puedes engañar. No te gusta. La cosa es que decidas seguir haciéndolas por el motivo que sea. Y otra cosa es que tengas un objetivo o no lo tengas. Pero tú sabes si te gusta o no te gusta. Tú sabes si te gusta tener que transcribirlo. Este señor -señala al fotógrafo- sabe si le gusta o no le gusta hacer fotos. Todos sabemos lo que nos gusta y lo que no nos gusta. Otra cosa es si estamos sabiendo por qué lo hacemos. Lo hacemos con una intención o simplemente es lo que hay.

¿Pero es lo que hay de verdad? Te has montado en esto por algo o no estás montado por nada. Entonces, yo creo que lo que nos sucede es que nos montamos... es que no, es que la sociedad me impide pensar. No. Te estás impidiendo pensar tú, aquí no hay nadie que venga por la mañana, se siente en tu cama y te diga, recuerda no pensar. No. Tú eres libre de decidir si quieres pensar o no quieres pensar.

P. ¿Puede haber una guerra interna en uno mismo en que no sepas si es que te gusta o que lo necesitas?

R. No, la única guerra que hay es que no te apetece enfrentarte a encontrar que hay cosas que no te apetecen. Si de repente te enfrentas a eso y lo descubres solo te van a quedar dos opciones, actuar o no actuar. Si no actúas vas a estar con la sensación de: encima soy tonto. Pero si al menos lo descubres, pues bueno, puedes culpar a otras cosas y ya está.

P. Muchas veces es pura comodidad.

R. Yo creo que sí, o miedo al qué pasará si tomo ciertas decisiones, claro. Ya está. Te montas una peli de que todo va a ser aterrador y ya está, es más fácil de tomar.

Claro que echo de menos viajar en el tiempo o que venga Mozart a tocar a mi casa

P. Volviendo a lo de romantizar la locura, otro de los argumentos que se usan es que dices que esa etapa es lo mejor que te ha pasado en la vida. ¿Da vértigo pensar que no seas capaz nunca otra vez de sentir una sensación tan placentera?

R. No, porque sé que se puede. Tú recoges herramientas. O sea, cuando te paras a analizar las cosas, te puedes quedar en la parte más superficial o te puedes quedar en analizar las cosas. Quiero decir, si al final una de las cosas que tiene la locura y por la que sientes ciertas cosas es por ese nivel de atención que le pones a todo, tú en cuanto recuperas ese nivel de atención, hay ciertas emociones que vas a sentir así. Es de cajón, no hay plan B. Si de repente tomas decisiones basándote en que tienen coherencia mientras estás loco, porque mientras estás loco tú tomas las decisiones basándote en que eso tiene sentido en ese momento. Es coherente contigo. Independientemente de que sean descabelladísimas, lo que tiene esa emoción es la coherencia contigo mismo.

Si tú recuperas la coherencia contigo mismo después, descubres que te sientes muchísimo mejor que si eres incoherente contigo mismo. Entonces, tú vas rescatando muchas cosas cuando empiezas a desmigar el por qué el cerebro funciona como funciona durante un brote. O sea, obviamente yo no voy a poder hablar con mis perros. No voy a poder hablar con ellos, pero todo eso se reduce a que cuando estabas con tus perros estabas única y exclusivamente con ellos. No estabas con el móvil, no estabas hablando con no sé quién. No estabas hablando con no sé cuánto. Te daba igual el entorno, porque estabas disfrutando de tu perro corriendo y no sé qué. No te preocupaba si no sé quién te mira de tal o cual manera, y lo que te das cuenta es que lo único que te estaba dando la locura es que no te importaba lo que pensaba nadie.

Si tú después rescatas el: oye, no me importa lo que piensen los demás, empiezas a estar mucho más tranquilo con las cosas y en menos presión. Entonces, no te preocupa nada de aquello porque tengo que estar rescatando solo lo que te hacía sentir ciertas emociones para trasladarlo aquí. Es así de sencillo.

P. ¿Hace falta madurez para llegar a ese momento?

R. No, porque conozco chavales infinitamente más jóvenes que yo, que ya tienen todas esas herramientas mucho antes que yo y sin haber pasado por cosas. Simplemente creo que hay gente que se da cuenta, gente que no se da cuenta, gente que lo aplica y gente que no lo aplica. Pero no, no creo que todo sea la madurez. Igual, la madurez hay gente que le llega antes, generaciones que les llegan antes. No lo sé. No lo sé.

P. Para ir cerrando, te has hecho un hueco muy importante en Internet con el informativo para ahorrar tiempo. No sé si tuvo algo que ver también el hartazgo de la televisión, de demostrar que no había de consumir tanto tiempo ahí.

R. No, esa esa idea tiene que ver más con algo que, y además empezó por otro proyecto distinto. Yo tenía un canal de YouTube donde, básicamente, durante la pandemia pensé, bueno, en caso de que el mundo cerrara todos los teatros, ¿cómo me ganaría yo la vida?

Entonces me di cuenta que la única herramienta que habría, si te tienes que quedar encerrado en tu casa, seas lo que seas, es Internet, no tiene más. Si tienes que llegar a los demás, es a través de Internet. Entonces, yo en ese momento me di cuenta que había gente que podía ganarse la vida con Internet y gente que no, y me puse a estudiar a los que se ganaban la vida con Internet y ya está. Viendo muchos vídeos acerca de cómo funciona Internet, yo me puse a hacer unos vídeos en los que explicaba a la gente cómo petarlo en YouTube de forma rápida y simple. Vi que eran vídeos muy largos y entonces yo me puse a hacer piezas muy cortas sintetizando las cuatro cosas que había que hacer para petarlo en YouTube.

Y entonces empezaron a contactar conmigo mucha gente de SEO, mucha gente de marketing, dándome las gracias porque es verdad que les ahorraba mucho tiempo. Yo daba las claves, ponían en práctica lo que yo decía y el canal funcionaba. Y entonces, me di cuenta que había algo en el concepto de ahorrarle tiempo a la gente, y empecé a hacer el informativo bajo la premisa de que te ahorro tiempo. Estos son los titulares que hay ahora mismo. Esto es todo lo que hay. Deja de perder tiempo buscando por todos lados. Te digo lo que hay y lo que te interesa lo buscas tú y lo que no, pues no lo buscas tú. No tiene que ver con el hartazgo con los medios, sino que tiene que ver con el concepto de te ahorro tiempo. Para que uses el tiempo tú para lo que tú quieras.

P. Me viene a la cabeza la cuenta que se ha hecho ahora muy viral de 'Ahorrando Clickbaits'.

R. Me lo han pasado, me lo han enseñado. Creo que te resumen el artículo, el interior de la noticia.

P. Quería también comentar, antes de terminar, la polémica que tuviste hace poco, precisamente en uno de estos informativos, hablando de que había una guerra entre hombres y mujeres.

R. Creo que lo que sucede es que todo el mundo mira solo Twitter. Entonces, cuando hablan de polémicas y redes sociales, no es verdad. Hablan de Twitter. Ese es el primer error. El primer error es confundir polémica en redes con movida en Twitter. Y el segundo error es solo escuchar a los que se están quejando y no a los demás. Ese es el segundo error. Entonces, ¿qué sucede conmigo? Que yo tengo el foco completo de absolutamente todo. Yo hago zoom en las fotos. Entonces, cuando tú haces zoom, te das cuenta de que no hay un incendio. Lo que hay es una estufa encendida en un sitio. Eso es lo único que sucede.

Las polémicas, cuando te paras a prestar mucha atención, hoy en día todo se resume en que hay gente a la que le va a parecer bien lo que digas, gente a la que le va a parecer mal, gente que lo va a entender, gente que no. Con lo que digas, o sea, hablar hoy en día consiste en que alguien va a aprovechar para intentar, si le caes mal intentará generar un incendio, si le caes bien intentará no generarlo, fin de la historia. Entonces, no tiene más, eso son las cosas, eso es hablar. Donde todo el mundo ve una polémica, no la hay.

Me di cuenta que, cuando la gente me habla de redes sociales, ya empieza a mentir. No me están hablando de Instagram, de YouTube, de LinkedIn, de TikTok, no están hablando nada, me están diciendo: en Twitter ha pasado una cosa. Ya, pero Twitter no es la vida real. No sé de qué me hablas. Entonces, muchos de los medios, el problema que tienen ahora es que están confundiendo Twitter con la vida real. Un problema que hay ahora mismo en el mundo, es que todo el mundo está usando Twitter para decir lo que está pasando. Y entonces mucha gente aprovecha para generar su propio incendio, porque genera clickbait. Ahora mismo lo que hay es una guerra por el clickbait, cualquier cosa que digas, hagas, seas quien seas, si alguien considera que eso puede conseguir un clickbait, va a hacer lo que sea posible para hacerlo.

P. Acabas todos los informativos, igual que los libros, con un “te quiero”. Hay veces que no lo decimos lo suficiente.

R. No sé, cada uno decidirá si lo quiere decir o no lo quiere decir. Yo básicamente me di cuenta de que, si llevo más de 20 años en el entretenimiento, es porque la gente ha estado respetando y apoyando los proyectos. No tiene más. Entonces, hay un momento en el que te das cuenta que detrás de tus proyectos lo que hay es gente a la que no les has dado las gracias desde que empezaste en esto. Tengo como mucho agradecimiento acumulado. Pero, que cada uno diga te quiero a quien le dé la puta gana. Que cada uno decida.

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