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La pandemia pone la Ley de Segunda Oportunidad en el mapa por sus notables beneficios para los deudores

Deudas

Redacción Cordópolis

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Desde que era un crío en mi casa se ha repetido constantemente que uno de mis ancestros decía “más maestra es la adversidad, que la prosperidad” cuando venían mal dadas. Esta frase era una forma personal de transmitir a la familia un discurso positivista que invitaba a aprender de los momentos difíciles, pero también a pensar que lo mejor estaba por llegar y que contra lo sucedido en el pasado poco o nada se podía hacer ya. 

En los últimos días ha regresado ese recuerdo a mi mente. Inicialmente no tenía muy claro el porqué, pero indagando en los motivos que contribuyeron a rescatar este mantra (revisión mediante del historial del navegador), paradójicamente apareció la Ley de Segunda Oportunidad. Y pensaréis, ¿qué giro ha dado esto, verdad? Tiene su explicación.

En medio del torrente de noticias que cada día puedes consultar en cualquier medio de comunicación sobre la pandemia y sus consecuencias, aparecía una información curiosa que resaltaba el alto número de particulares, autónomos y empresarios que están recurriendo a este mecanismo legal, la Ley de Segunda Oportunidad, para, atención, cancelar sus elevadas deudas y poder empezar de cero. De tal manera, que si una persona que debe 150.000 euros o 300.000 accede a este mecanismo puede al cabo de unos meses pasar a deber cero. Sí, cero. Teniendo como cantidad máxima los cinco millones de euros

Puesto que esta afirmación puede parecer de buenas a primeras muy aventurada, al revisar en el BOE la Ley 25/2015 se puede comprobar que, en efecto, en el preámbulo se reconoce que “su objetivo no es otro que permitir lo que tan expresivamente describe su denominación: el que una persona física, a pesar de un fracaso económico empresarial o personal, tenga la posibilidad de encarrilar nuevamente su vida e incluso arriesgarse a nuevas iniciativas, sin tener que arrastrar indefinidamente una losa de deuda que nunca podrá satisfacer”. Unas características que convierten a este mecanismo en todo un antídoto contra las consecuencias económicas de la pandemia y que confirmaban en parte esa idea inicial que ponía en valor el aprendizaje desarrollado en los momentos adversos.

Los solicitantes reconocen que sus deudas se deben mayoritariamente a la pandemia

Teniendo en cuenta lo interesante que, sobre el papel, puede resultar esta ley para aquellos deudores que están atravesando una situación delicada, no es de extrañar que desde que se iniciase la pandemia se hayan disparado las consultas legales de personas solicitando información sobre cómo acceder a los beneficios de esta ley.

En el caso concreto del despacho Abogados para tus Deudas, este aumento se ha hecho notar considerablemente y según datos revelados por su CEO, el economista Cristian Tanase, “la media de consultas mensuales desde mayo de 2020 está muy por encima de los 2.000 contactos, una cifra que incluso triplica los datos previos al inicio de esta etapa”.

Distintos trabajadores del bufete revelan que “la mayoría de las personas que nos contacta se encuentra en una situación severa debido al confinamiento y la falta de trabajo”. Otros, en cambio, “han tenido que cerrar sus negocios o se han visto afectados por los ERTE y han disminuido sus ingresos”. 

Los hay incluso, aunque en menor medida, “que aún siguen arrastrando las consecuencias de la crisis de 2008 y que se han visto ahogados por las deudas por una mala gestión de su economía familiar”. Pero en líneas generales, “la mayoría reconoce que sus deudas se han producido como consecuencia directa de la pandemia”.

El perfil del solicitante

A la hora de consultar sobre un perfil del solicitante que desea acogerse a esta ley, la letrada Ana Martín Cabanas del propio despacho reconoce que “el perfil más habitual es el de un consumidor, trabajador, generalmente con una unidad familiar que con una nómina cubría los gastos y se financiaba continuamente o solicitaba préstamos preconcedidos para poder subsistir”. 

Una idea que refuerza otro miembro del equipo como Aleix Ortega, que asegura que “la mayoría son mileuristas (autónomos o trabajadores) que no han podido hacer frente a consecuencias de la pandemia como los ERTE, el parón de la actividad económica o los actuales ERE”. 

Mientras, la tipología de deuda suele atribuirse o bien a créditos al consumo (ya sea porque se ha solicitado financiación para pagar otras deudas, o por situaciones familiares complicadas como divorcios, impagos de hipotecas, etc.) o bien deuda pública con Hacienda o la Seguridad Social.

Poco a poco se va conociendo más

En lo que sí coinciden todos los trabajadores es en ameritar lo positivo que está resultando para muchas familias y hogares que esté creciendo la popularidad de esta ley, puesto que está resultando toda una salvación. No obstante, reconocen que todavía queda trabajo por hacer y romper así, primero, el miedo general de la persona que no conoce la ley y no cree que esto pueda ser tan sencillo; y segundo un desconocimiento general que aún impera.

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