El Molinón: historia de un aldabonazo en 2014
No alcanza el grado de importancia de otros como el Colombino, Cartagonova o El Alcoraz, pero no deja de ser un lugar de grato recuerdo para el Córdoba. Al menos en lo que se refiere a la historia reciente de la entidad. Quizá para no pocos aficionados pueda pasar desapercibido y sin embargo es un estadio con un especial significado. Se trata de El Molinón, estadio al que regresa el conjunto blanquiverde el sábado con la firme intención de continuar con el nuevo rumbo tomado ante el Reus (5-0). En lo simbólico, el campo asturiano es un lugar adecuado para hacerlo. Por muy difícil que resulte vencer allí. Al fin y al cabo, fue en ese escenario donde todo empezó a cambiar para el cuadro califal en la temporada 2013-14. En el feudo del Sporting fue donde se colocó la primera piedra de un histórico ascenso a Primera que entonces parecía más que poco imaginable.
La situación no era, ni mucho menos, tan compleja como la actual. Pero tampoco era mucho mejor o no comprometida. A falta de diez jornadas el Córdoba quedaba a sólo dos puntos del descenso. Era decimosexto, posición a la que había caído después de un relevo en el banquillo que no surtió efecto. Con Albert Ferrer, los califales sumaron seis puntos en otros tantos partidos tras la salida de Pablo Villa. Un balance inicial que bien pudo costar el puesto al catalán. De hecho, camino de Gijón el técnico tenía más opciones de salir que de continuar. Únicamente un triunfo en El Molinón suponía la continuidad del técnico al frente del conjunto blanquiverde. El reto era difícil, y con una revisión a las estadísticas…
El Córdoba jamás había ganado en el feudo rojiblanco tras diez visitas desde el curso 1969-70. Por si fuera poco, el Sporting era cuarto y trataba de dar alcance al segundo, un Deportivo que al final, como el Éibar, no ofreció demasiadas opciones a sus rivales. El panorama resultaba escasamente halagüeño. Menos aún lo era a la hora de saltar al terreno de juego, pues en ese instante el cuadro califal se encontraba en descenso. Y sin Saizar, lesionado una semana antes en Sabadell. Pero el fútbol tiene estas cosas, y aquellas. El conjunto blanquiverde se adelantó antes del descanso y consiguió después incrementar su ventaja. Pedro, ahora futbolista del Granada, apareció para de dos zarpazos herir a un adversario sorprendido. Después tocó defender como si la vida fuera en ello. Guerrero recortó distancias en el 87, pero fue insuficiente para impedir el triunfo visitante.
De esa temporada sólo dos supervivientes hay en el plantel que dirige Jorge Romero. Uno es Pinillos, quien participó en el duelo disputado en El Molinón. El otro es Carlos Caballero, que cayó lesionado semanas atrás y hubo de vivir el choque desde fuera. Pero lo realmente importante es que aquel triunfo, el primero del Córdoba en Gijón en toda su existencia, fue un golpe de efecto, y más un revulsivo pocas veces visto. El conjunto blanquiverde modificó sustancialmente su pensamiento y empezó a creer que aún podía luchar por una plaza en el play off. Ganó al Alcorcón (3-1), al Hércules (1-0) y, tras empatar con el Mirandés (0-0), al Barcelona B en el Mini Estadi (0-1). El final del relato todo el mundo lo conoce. Es la historia de un aldabonazo en 2014. Una historia que ahora quiere repetir, pero con otro reto muy diferente, el cuadro califal. Esta vez, sólo cabe pensar en la salvación.
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