El gran cementerio de la Mezquita Catedral de Córdoba bajo el actual Patio de los Naranjos
Hasta la llegada de los franceses, durante la invasión del siglo XIX, los cordobeses enterraban a sus seres queridos en el interior de la ciudad. Los principales lugares, “en sagrado”, elegidos eran los habilitados junto a las parroquias: huertos, jardines o, directamente, espacios habilitados exclusivamente para los enterramientos. En Córdoba, los cementerios públicos comenzaron a construirse a principios del siglo XIX, cuando se comprobó que los enterramientos intramuros eran responsables de graves focos de epidemias. E incluso por estética y respeto a los fallecidos. Las crónicas de la época señalan cómo en época de intensas lluvias no era extraño que las aguas del Arroyo San Lorenzo (hoy colmatado) arrastrasen cadáveres.
Tras la conquista cristiana de Córdoba en el siglo XIII, la Mezquita se convirtió en una iglesia. Y como en todas las parroquias de la época, los muertos comenzaron a enterrarse tanto dentro (ricos, aristócratas y alto clero) como fuera. En sagrado. Ahora, unas excavaciones del Cabildo Catedral de Córdoba acaba de encontrar el gran cementerio de la Mezquita, cristiano, unos metros más abajo del lugar más transitado de la ciudad de Córdoba: el Patio de los Naranjos.
Según han informado a este periódico desde el Cabildo Catedral de Córdoba, durante los meses de julio de 2022 y 2023, y el mes de septiembre de este último año, un grupo de estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Córdoba han trabajado en un sondeo arqueológico en el Patio de los Naranjos. Estas labores se enmarcan dentro de un convenio de prácticas para los alumnos existente entre el Cabildo Catedral y la Facultad de Filosofía y Letras en materia de arqueología, que pretende ofrecer al alumnado de dicha facultad la posibilidad de complementar su formación reglada con trabajos prácticos.
Las excavaciones en el Patio de los Naranjos, dirigidas por el profesor Alberto León, persiguen excavar lo que ya investigó Félix Hernández justo antes de la Guerra Civil, y zonas aún inexploradas. En la excavación anterior se encontró un complejo que los arqueólogos identifican con un episcopio cristiano previo a la islamización de Córdoba. Ahora, se ha seguido trabajando y se ha hallado “la existencia de una puerta, hasta ahora desconocida, que muestra el paso directo desde el pórtico de acceso al complejo episcopal tardoantiguo hacia el interior”, según señalan desde el Cabildo.
“Asimismo, el sondeo ha ofrecido una visión olvidada del pasado de la ciudad, aquel en el que la muerte no se ocultaba en cementerios a las afueras de los núcleos urbanos, sino que se integraba en la ciudad de los vivos. El Patio de los Naranjos era el cementerio parroquial de los vecinos de la collación de Santa María, el barrio de la Catedral, además de ser jardín y atrio del templo”, señalan las fuentes.
Este cementerio debió arrancar justo después de la conquista. Y estuvo en funcionamiento al menos hasta finales del siglo XV. Entonces, los fallecidos eran enterrados en el hospital de San Sebastián, actual sede del Palacio de Congresos de Córdoba. Entonces, el Cabildo inició las obras de construcción de la Catedral y también remodeló el Patio de los Naranjos, que no era así durante la construcción de la Mezquita. Eso sí, el templo siguió funcionando como cementerio, pero para quien podía pagárselo. En la Mezquita Catedral, por ejemplo, está enterrado Góngora, junto a muchos de los nobles y obispos de Córdoba. De hecho, en la conocida como Capilla Real llegaron a estar enterrados dos reyes cristianos, Fernando IV y Alfonso XI, que posteriormente fueron trasladados a San Hipólito.
“El sondeo excavado por los estudiantes en prácticas ha mostrado cómo era el uso de parte del cementerio del Patio de los Naranjos, con una acumulación muy intensa de sepulturas en este espacio, en el que unas fosas cortan a otras anteriores, haciendo desaparecer parte de los cuerpos que contenían. Sin embargo, no sólo se han hallado fosas simples, sino también fosas de mayor tamaño que servían de osario, en las que los huesos de varios individuos aparecen mezclados y desordenados, procedentes de su extracción de los emplazamientos originales”, detalla el Cabildo. Estas fosas, además, “cortan”, a otros fallecidos y enterrados con anterioridad.
Ahora, los huesos recuperados van a ser estudiados por parte de una especialista en antropología física, de cuyos análisis se extraerán informaciones relativas a la edad de los individuos, momento del fallecimiento y otros datos que apuntan a posibles enfermedades y causas de la muerte. Se tomarán asimismo muestras óseas para poder ampliar en un futuro todo este conocimiento con pruebas de laboratorio.
Con posterioridad, y tras la autorización pertinente de la Delegación Territorial de Turismo, Cultura y Deporte en Córdoba de la Junta de Andalucía, estos restos humanos se volverán a inhumar en el mismo sondeo del que fueron extraídos durante la excavación arqueológica. Es decir, bajo los pies de los centenares de miles de turistas que cada año visitan la Mezquita seguirán estando los muertos cristianos de hace siete siglos.
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