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El año musical cordobés en 20 pequeñas grandes notas

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Juan Velasco

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El año 2018 pasará a la historia en España como el año del advenimiento de Rosalía y de El Mal Querer, uno de los discos españoles más internacionales de la historia, trabajado desde supuestos no precisamente comerciales -fusión entre flamenco y electrónica y música urbana y concepción conceptual-, aunque respaldado con una importante -y novedosa- campaña comercial que ha funcionado a la perfección.

Un fenómeno que, tal y como contamos aquí, tiene su vinculación con Córdoba, y que, de alguna manera, la emparenta con el que ha sido uno de los discos tapados del año para la revista Efe Eme, y que ha sido publicado desde Córdoba, A través de La Luz, la ópera flamenca de Fernando Vacas que finalmente se hizo cuerpo -en cd y vinilo- tras más de cinco años de vida propia en escenarios de todo el mundo. Para cuando vio la luz, Vacas ya había mostrado parte del intenso trabajo detrás de este disco conceptual que mezclaba flamenco y rock vanguardista, y en el que participaba el que, sin lugar a dudas, ha sido el otro músico cordobés más laureado a nivel nacional del 2018.

Hablamos de Álvaro Muñoz, más conocido como Álvaro Tarik (de Tarik y la fábrica de colores), y que este año ha colado en varias listas de lo mejor del año un proyecto diferente, autoeditado y absolutamente independiente -desde su propia concepción a su resultado final-. Sub Lumine, el primer LP que ha publicado como Summer Spree, es un disco que recoge sintetizadores de aliento ochentero y canciones brillantemente escritas en formato pop, y que ha estado entre lo mejor del año para fanzines digitales como Jenesaispop y para suplementos culturales como Babelia, lo que da una idea del fuerza del cancionero de Muñoz, que ha cerrado el año regalando un EP navideño.

Otro de los nombres cordobeses del año es, sin duda, el de María José Llergó, la joven cantaora de Pozoblanco afincada en Barcelona, que con apenas un par de temas se ha metido en el bolsillo a gran parte de la crítica y del público -indie y flamenco-, transitando, desde presupuestos más modestos, un camino paralelo al de otras grandes voces andaluzas, como la de la onubense Rocío Márquez. La suya es una propuesta que actualiza cantes antiguos y los expone desde la verdad absoluta. Su premio: Acaba de ser confirmada para actuar en el Primavera Sound de 2019, probablemente, el festival de música alternativa más importante a nivel europeo.

Otra gran voz cordobesa destinada a explotar -y explorar- en la frontera del flamenco con otras músicas -en este caso el jazz-, es la de Mariola Membrives, que ha tenido un 2018 candente a nivel laboral con varias propuestas distintas: Su participación en espectáculos de La Fura dels Baus; su papel en los montajes teatrales de La Reina Toro (sobre textos de Max Aub y José Bergamín) y Federico García, de Pep Tosar; la presentación de su espectáculo La Enamorada en festivales de Jazz de Madrid y Barcelona; y la grabación de su segundo disco con el guitarrista estadounidense Marc Ribot, y que verá la luz a lo largo de este año.

Vega, la 'reina pop' del 2018

Aunque, si ha habido una presencia cordobesa que haya explotado a nivel nacional este año, ésa ha sido la de la cantante y compositora Vega, que ha dado a luz a La Reina Pez, una de sus obras más personales y una exhibición del talento compositivo de la artista cordobesa, aquella joven que eludió deliberadamente lo que el monstruo televisivo de OT tenía preparado para ella, para optar por una carrera de fondo, construida disco a disco, canción a canción y concierto a concierto. Su tozudez ha tenido premio -ya sea con varias nominaciones a los Grammy a lo largo de su carrera- y en los últimos años, con un importante respaldo de público.

Los Grammy, por cierto, también han tenido este año acento cordobés, aunque fuera de refilón: El año arrancaba con la nominación de Vicente Amigo a mejor disco de músicas del mundo; y lo cerraba en noviembre el cantaor onubense -pero profesor de la cátedra de flamenco de la UCO- Arcángel, con el Grammy Latino. La nota exótica la ponía también la compositora asiático-americana Du Yun, nominada al Grammy también a la Mejor Composición de Música Clásica Contemporánea por una obra, Air Glow, que terminó de grabar en el Centro de Creación Contemporánea de Andalucía (C3A), ubicado en Córdoba.

En lo que a tirón popular se refiere, mención especial se merecen Medina Azahara, la mítica banda de rock andaluz, que con Trece rosas, su vigésimo disco de estudio, entraron a lo grande en el top de ventas nacional, donde han permanecido durante varias semanas. Con este disco celebraban nada menos que 40 años de carrera. Bastante menos, aunque ya más de quince años, lleva de carrera también Mario Díaz, que el año pasado estrenó su cuarto disco, Infinito, un salto estilístico en el que el autor se acerca a estilos como el dance hall, el trap y el hip-hop.

Urbana y electrónica: Retornos esperados y nuevos continentes

En este ámbito, los sonidos urbanos cordobeses de 2018 los marcaron dos dúos distintos. Por un lado, Clásico y Klayt debutaron a lo grande con Método, su primer LP, en el que los acompañaron voces tan relevantes de la escena como Rapsusklei o Capaz Biggem, entre otros. Por otro lado, 2018 marcó el regreso del rapero Guerra al ruedo editorial, que diez años después de su debut, ha unido su lírica a los beats del productor cordobés Ciclo en el disco Loto y Papiro (Ruanda Records).

Y en lo que respecta a productores cordobeses, hay dos que han tenido un 2018 de lo más internacional: Por un lado, MoM, que a su apretada agenda de sesiones internacional ha sumado el lanzamiento de su EP más ambicioso, Madera, grabado hace un tiempo junto a ANüT, y que vio la luz en otoño en el sello Under Your Skin Records; y Bernardo Hangar, toda una institución del techno cordobés, español y andaluz, y que ha editado durante el pasado año un total de diez trabajos en sellos de España y Europa, algunos de ellos en el suyo propio, (Dark Forest). A ellos se suma el productor de Drum & Bass Kursiva, que en 2018 colocó un remix en el sello francés Psychoquake, al tiempo que llegaba con su música a nuevos continentes, con una apretada agenda internacional de actuaciones en sudamérica y norteamérica.

El año 2018 también ha sido editorialmente potente para el sello italiano-español Slow Life, afincado en Berlin, y en el que milita con voz, voto y cuerpo, el Dj cordobés Cecilio. Este colectivo ha lanzado nada menos que seis discos en los últimos doce meses y ha agotado las copias de todos y cada uno de ellos, convertidos ya en un referente del sonido electrónico europeo.

Ya en Córdoba, la provincia ha visto como en 2018 nacían dos nuevos proyectos discográficos: Blood & Fyah Records, centrado en el reggae y la música jamaicana; y foodandsound, un proyecto especial de música electrónica vanguardista comandado desde Lucena por el productor y dj Elniñodelospeines.

Aunque el proyecto más (maravillosamente) estrambótico del año 18 en la música cordobesa lo ha firmado un profesor de dibujo de la Escuela de Artes y Oficios Mateo Inurria, Manuel Gutiérrez, que ha grabado durante un década y ha autoeditado en diciembre el primer disco de P Funk de la historia de la música en España. Un trabajo sin precedentes que es, al mismo tiempo, una declaración de amor al funk, y una demostración de que, en estos tiempos en los que las plataformas se multiplican, sacar un disco tiene mucho de cuestión de fe.

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