Cautela y mayoría de mascarillas puestas en Córdoba el primer día sin obligación de llevarla al aire libre
Sábado 26 de junio. Primer día en el que no es obligatorio llevar la mascarilla frente a la Covid19 al aire libre. Pero en las primeras horas del fin de esta restricción, en Córdoba se han visto muchas más mascarillas puestas que bocas sin tapar. La cautela ha marcado el estreno de este nuevo paso frente a la pandemia y para muchas de las personas que salían a la calle por la mañana, la alta incidencia de casos de contagios en la capital y la provincia -Córdoba es la única provincia de España con alerta 3 de Sanidad- ha marcado que no se quitaran la mascarilla ni lo piensen hacer salvo que estén a buena distancia de otras personas o cuando la incidencia baje. Las excepciones, quienes sí han ido sin mascarilla, llamaban la atención por su escasez.
Los primeros en salir a la calle este sábado, paseando a sus perros o para hacer deporte, lo hacían casi en solitario y, pese a ello, muchos seguían con la mascarilla puesta. Otros, solo en un parque como el de la antigua Manzana Banesto en Santa Rosa, no la llevaban puesta hasta que iban a salir de los jardines, como Carolina. “Normalmente la voy a llevar siempre puesta, salvo que esté sola. Siempre la llevaré conmigo”, decía.
En las calles aledañas, donde el comercio del barrio ya había subido la persiana, la mayoría de quienes iban y venían llevaban la protección puesta, algunos se la subían o bajaban en función de si se cruzaban con otras personas pero era difídil ver a alguna persona sin ella en el total de su recorrido. “Esto no es una broma”, recodaba Inés, ya vacunada pero con la alta incidencia en la mente: “Hay mucha gente joven aún que no es consciente”. A unos metros, Antonio esperaba con su mascarilla puesta para entrar en un comercio: “Hay que tener cuidado”, decía, para señalar que él la va a seguir llevando puesta, incluso ahora que venía de ponerse su segunda dosis de la vacuna. “Luego, en el campo, en la parcela, allí ya estoy 24 horas sin mascarilla”.
“Hasta que toda la población esté vacunada, esto ha venido para quedarse”
Ángel, sentado en uno de los bancos de la confluencia de la avenida Almogávares con la calle Santa Rosa, llevaba un buen rato viendo pasar a la gente por la calle. “Unos la llevan, otros no”, dice él, protegido con su mascarilla y “más tranquilo con la vacuna, que me la pusieron hace mucho tiempo”, dice dando pistas de su edad. Justamente por esa misma acera pasan Rafa y Charo, con ropa deportiva y la mascarilla en la muñeca. “Vamos a hacer deporte, a correr al Vial”, dicen, para asegurar que después “nos la pondremos. Hasta que toda la población este vacunada, no hay que quitársela. Esto ha venido para quedarse”, reflexionan.
El trasiego de personas va aumentando conforme pasan las horas y a media mañana, ya son muchos los que han bajado al bar a desayunar o van a hacer sus compras. Un señor mayor y otro más joven que lo acompañan van sin mascarilla. Se hace raro aún ver a personas así. Aunque se pueda. Son los únicos en un vistazo general a la calle donde vecinos como María José y Juan pasean al perro y van a hacer algún recado, los dos con su mascarilla puesta: “De momento no nos la vamos a quitar, sobre todo con la incidencia tan alta que tenemos en Córdoba. Que estamos en alerta roja”, advierte ella. “Cuando veamos que la cosa baja un poquito, ya iremos viendo”.
“Prefiero llevarla puesta a estar bajándola y subiéndola a cada momento”
“No me fio, tenemos una incidencia muy alta”, asegura también Ana, que acude a su puesto de trabajo con la mascarilla puesta, pese a que va sola cruzando un parque. “Prefiero llevarla para tener más tranquilidad, por si me cruzo con gente. Lo prefiero a estar bajándola y subiéndola a cada rato”.
Cuenta que, más adelante, “cuando baje la incidencia, ya me la quitaré”. Comparte la cautela generalizada en las primeras horas del día, donde la mayoría de la gente llevaba puesta su mascarilla. Lo hacen, al menos en la mañana de este sábado, personas de todas las edades -jóvenes, de mediana edad y mayores-, y también ya vayan solos por la calle, en pareja o en grupo.
Un abuelo, con su hija y sus tres nietos, junto con dos maletas, atraviesan los jardines del Vial. Todos ellos con la mascarilla puesta y sin nadie más alrededor. Pedro, abuelo también, pasea a su nieta en un carrito de bebé, con la mascarilla puesta. Una mujer de mediana edad pasea al perro con la protección puesta y, poco después, otra más joven también con perro, es la única que va sin ella en la boca.
“A estas horas solo salen los más responsables”
“A estas horas solo salen los más responsables”. Es otro punto de vista, que aporta otro vecino, este del barrio de San Lorenzo, donde la mayoría de la gente también lleva su mascarilla colocada a primera hora de la mañana. Otros, en la mano, para ponérsela cuando se ponen en la cola de un comercio, junto a más personas.
Por el Vial, personas haciendo deporte que -como por otra parte ya hacían muchas personas- no la llevan puesta. En los pipican de los jardines, algunos con mascarilla y otros sin ella, en esas zonas apartadas del resto de personas. Y por la zona centro de la capital, más de lo mismo, aunque conforme avanzan las horas, ya se cuentan cuatro o cinco personas sin mascarilla puesta en una pasada por Ronda de los Tejares.
De momento, Córdoba se ha tomado con cautela el fin de la prohibición. La alta incidencia acumulada de contagios en las últimas dos semanas lleva a la mayoría a ser precavido. El miedo a contagiarse, también. El hábito, otro tanto. Habrá que esperar a la evolución de la pandemia para ver si se normaliza eso de ir sin mascarilla por la calle.
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