El hospital instala sonómetros para estimular a los recién nacidos
La Unidad de Neonatología, perteneciente a la Unidad de Gestión Clínica de Pediatría del Hospital Universitario Reina Sofía de Córdoba, ha implantado sonómetros para el desarrollo neurológico y emocional de la persona recién nacida, que favorezcan las complicaciones derivadas de un parto prematuro.
Según ha indicado la Junta en una nota, los denominados Cuidados Centrados en el Desarrollo y la Familia (CCD), que están desarrollándose en las áreas de Neonatología de muchos hospitales, consisten la puesta en marcha de prácticas que tienen como objeto favorecer el desarrollo del o la bebé desde un nuevo enfoque que contempla una interacción dinámica entre el prematuro o prematura, la familia y el ambiente.
Estos cuidados implican medidas basadas en la reducción de los niveles de estrés a través de la optimización del ambiente (luces o ruidos), de la práctica del Método Canguro, evaluación y tratamiento del dolor, así como el reconocimiento de la familia como referencia permanente de la persona recién nacida, haciéndoles partícipes de los cuidados de su hijo o hija durante y después de la hospitalización.
Concretamente, respecto al ambiente, los profesionales de esta unidad mantienen una iluminación muy tenue para acercarse al ambiente que el o la bebé acaba de abandonar (el útero). Dentro del útero el feto se encuentra en un hábitat húmedo, oscuro y con escasos ruidos (los procedentes del organismo materno y algunos sonidos del exterior amortiguados).
Según ha destacado la supervisora de Neonatología del hospital, Lourdes del Río, “éste es el ambiente idóneo para propiciar el óptimo desarrollo global y neurosensorial del feto en sus diferentes etapas”. Cuando se produce el nacimiento prematuro, la persona recién nacida es trasladado a las Unidades de Cuidados Intensivos Neonatales donde, según añade, “tanto el macro como el microambiente, difieren considerablemente del existente intraútero”.
La exposición a este nuevo medio, “puede suponer una sobrecarga sensorial tóxica para su organismo inmaduro en evolución, dificultando la organización de un cerebro en desarrollo”, apunta la supervisora.
En relación al ruido se han adoptado medidas. En esta línea, los profesionales señalan que saber controlar el exceso de ruido produce mejoras en la salud del prematuro o prematura.
Concretamente, disminuye el ritmo cardíaco, el ritmo respiratorio, se optimiza la presión arterial, se normaliza la presión intracraneal y disminuye la hipoxemia. Asimismo, el control adecuado del ruido influye igualmente en los ciclos del sueño, alargando el periodo de sueño tranquilo.
Por el contrario, un nivel elevado de ruido perjudicará el desarrollo del sistema nervioso central del bebé o la bebé (inmaduro o inmadura en este momento) que se encuentra en periodo de rápido crecimiento, pudiendo influir negativamente en su desarrollo neurosensorial a medio y largo plazo. Por todo ello, en este tipo de áreas se recomienda mantener un nivel de ruido en las Unidades Neonatales por debajo de 45 decibelios (10-55 dB) y un máximo de 65-70 decibelios de forma transitoria.
Para regular el nivel de ruido, el hospital ha instalado sonómetros en forma de oreja en las paredes de las salas de las Unidad de Neonatología y especialmente en las Unidades de Cuidados Intensivos Neonatales, para ayudar a los y las profesionales a adecuar el volumen de voz del personal sanitario, así como al ajuste óptimo del volumen de las alarmas, favoreciendo el mantenimiento de los niveles dentro de los límites recomendados.
Investigación
Los profesionales de la unidad mantienen en estos momentos activas diferentes líneas de investigación relacionadas con la prematuridad, a través de la participación en estudios multicéntricos, así como de proyectos propios.
Por último, el equipo de Neonatología imparte formación periódica, reglada y acreditada en relación a la reanimación cardiopulmonar en sala de partos, alimentación con leche materna en situaciones de prematuridad extrema y actualización en CCD.
Tanto los avances obstétricos como las mejoras en la práctica clínica y en los cuidados neonatales han contribuido de forma considerable a la disminución de la morbimortalidad. Actualmente, el Hospital Universitario Reina Sofía ha registrado un ascenso en las tasas de supervivencia en los niños y las niñas más inmaduras menores de 32 semanas o con 1.500 gramos de peso al nacer, pasando en las últimas décadas del 70 al 80-90 por ciento.
A medida que la edad gestacional es mayor, aumentan las tasas de supervivencia y disminuye de forma progresiva la prevalencia de complicaciones a corto y largo plazo.
0