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#HÉROES SIN CAPA | Cuidadora en centro de Alzheimer: “Hacer este esfuerzo no cuesta nada”

Asunción Tirado, en el centro para personas con Alzheimer donde trabaja.

Carmen Reina

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Asunción Tirado vive fuera de su casa y lejos de su familia desde hace días. Es una de las trabajadoras del Centro de Alzheimer de Alcaracejos que desde el 1 de abril se han confinado con las personas mayores que residen en estas instalaciones de la localidad cordobesa para protegerlas de contagios del coronavirus. Su familia de cuarentena la conforman ahora los 61 residentes del centro y el resto de las 17 trabajadoras que tomaron esta decisión, todas ellas sin síntomas, que han echado así el cerrojo al virus en el centro.

Habitualmente, la tarea de Asunción como integradora social se centraba en la Recepción del centro, pero el coronavirus ha cambiado la dinámica de las tareas, para adaptarlas a las medidas preventivas contra el Covid-19, y ahora colabora con las auxiliares en las actividades y tareas que realizan con las personas con Alzheimer que viven en el centro. “Hacer este esfuerzo no cuesta nada”, explica sobre cómo ha afectado a su vida y a su labor la situación actual.

“Las familias lo agradecen muchísimo”, cuenta sobre cómo, desde el exterior, familiares de los residentes y vecinos del pueblo muestran su apoyo a la labor que realizan. Asunción se ocupa ahora también de tareas con los mayores, para levantarlos por las mañanas, asearlos y seguir el resto de actividades del día.

Once años dedicada a los residentes

Actividades que se han visto modificadas por las especiales medidas de prevención e higiene que ha impuesto el coronavirus. Mascarillas, gel hidroalcohólico y el lavado continuo de manos son las principales armas con las que Asunción y sus compañeras luchan ahora cada día. Además, los mayores ahora no realizan actividades conjuntas en grupos, sino que los tratan con el distanciamiento entre unos y otros que se prescribe para evitar esta pandemia.

Eso sí, las personas con Alzheimer residentes en este centro, siguen haciendo todo tipo de actividades para continuar con su tratamiento y su vida allí: “Hacen manualidades y las dinámicas habituales para mantenerlos ocupados, entretenidos”, cuentas esta trabajadora, que lleva ya 11 años al cuidado de quienes padecen esta enfermedad degenerativa.

Jornadas intensivas protagonizan ahora la vida de Asunción y sus compañeras, intentando encontrar también “un ratito para desconectar”, para evadir la mente del día a día continuo que ahora vive, con la charla con el resto de trabajadoras o en el gimnasio del centro.

Ellas conforman ahora el escudo protector que se han autoimpuesto para que el virus no cruce las puertas de estas instalaciones. Desde fuera, solo recibe ánimos para seguir en este papel de heroína sin capa que le ha tocado interpretar.

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