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Arranca un ramadán “único” para la introspección, pero sin poder socializar tras el ayuno

Imagen de archivo de rezo musulmán en la Mezquita At-Tawhid de Córdoba | MADERO CUBERO

Juan Velasco

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Este viernes arranca el Ramadán, el mes sagrado de los musulmanes y uno de los cinco pilares del islam. En Córdoba, aproximadamente diez mil musulmanes están llamados a ayunar y aumentar, si cabe más todavía, la distancia social. Todo ello en búsqueda de una conexión espiritual, y al tiempo que se renuncia a la parte más social de este rito, pues las mezquitas van a permanecer cerradas y no se podrá salir a visitar a amigos por las noches, cuando termine el ayuno.

Para Isabel Romero, directora del Instituto Halal, este ramadán es “una oportunidad única”, pues el confinamiento en el que estamos inmersos hará que “la parte más introspectiva, de conexión con el creador” sea más intensa, al llevarse al contexto íntimo, con la familia o con la pareja. “El ramadán es una mezcla entre un momento de introspección y reflexión sobre uno mismo, y de conexión con Alá”, explica Romero, musulmana conversa, a este periódico.

La directora del Instituto Halal nos atiende desde su casa, donde está pasando la cuarentena con su familia, con los que también va a vivir este mes de ramadán. Lo hará prescindiendo de la segunda parte, esa “actividad social intensa” que suelen llevar a cabo muchas familias por las noches, cuando termina el ayuno.

Normalmente, explica Romero, cuando cae la noche, la vida de los musulmanes se vuelve más activa: se visitan hogares, se organizan cenas y se vive la espiritualidad en común; hay oraciones nocturnas, llamadas tarawill, lecturas del Corán o recitales de una oración llamada takbeer. Toda esa otra parte social, desaparecerá este año con las medidas de confinamiento decretadas con el estado de alarma.

Eso hará que este ramadán sea más complicado para los musulmanes que viven solos. “Ellos van a tenerlo más difícil. Pero tenemos las redes sociales, las conexiones y habrá mucho acto social online”, afirma Romero, que prefiere centrarse en “aprovechar la ocasión de cuando suceden cosas que son únicas” y pedir para que nunca más se tenga que volver a repetir esto.

Ni comer, ni beber, ni fumar, ni mantener relaciones sexuales o pensamientos impuros

Uno de los musulmanes que va a pasar el ramadán en soledad es Hicham, un joven marroquí que llegó a España en 2007 con 15 años, y que ahora, tras haberse quedado en paro en sus dos trabajos -como jardinero y como trabajador de una panadería-, trabaja como monitor en centros de menores, en los que jóvenes españoles y extranjeros que están en desamparo familiar pueden tenerlo a él como referente.

Porque Hicham fue un joven de esos que hace solo unos meses una parte de la sociedad reducía a un acrónimo: un Mena. Pero prosperó. Lo hizo trabajando en lo que le más le gustaba -la jardinería-, sin perder el contacto con su familia en Marrakech, ni con la realidad de los jóvenes que pasan por la misma situación que él. Este ramadán, lo pasará trabajando en el mismo centro en el que él estuvo.

El monitor explica que, más allá del ayuno, el ramadán implica el compromiso de eludir otras cosas más mundanas. “Desde las 5:30 tienes que dejar de comer y beber agua, pero también nada de fumar, ni mantener relaciones sexuales o mirar a una chica de forma impura. Así hasta que se vaya el sol”, explica el joven, que cree que va a ser un mes duro para los musulmanes en su país.

“Yo recuerdo que en mi pueblo comemos y salimos a la calle a jugar con los niños. Mi madre se va con la vecina a hablar con ella. Toda la gente sale a charlar y ahora, pues cuando coma, la gente va a estar encerrada en la casa con los hijos. Va a ser duro. Sobre todo para los niños”, señala Hicham.

“Es el mes en el que más limosna se hace y en el que más se ayuda a los demás”

A Abdul Ghafoor, director comercial de la compañía cordobesa PayThunder, el estado de alarma le ha pillado viviendo en Madrid. Gafoor es miembro de la comunidad de la Ahmadia del Islam, una escisión del islam perseguida en algunos países árabes, y que en Córdoba cuenta con una mezquita en Pedro Abad, perfectamente visible desde la autovía de Andalucía.

Ghafoor cree que para muchos musulmanes el confinamiento ayudará a que el ramadán resulte un poco más cómodo, y también a percibir otras realidades. “El confinamiento hace que la gente preste más atención a lo que tiene alrededor, a las personas que lo están pasando mal. El ramadán siempre va de eso, es el mes en el que más limosna se hace y en el que más se ayuda a los demás”, especifica.

Para este empresario, las palabras clave que definen la práctica del ramadán son sacrificio, voluntad, autocontrol y finalmente caridad. “Cuando ves que tienes medios a tu alcance, que puedes comer y beber, y no lo haces porque dios te lo dice, lo normal es que pagues para que gente que no tiene para comer pueda tener esa comida”, asegura.

En su caso, lo que no suele ejercer es esa otra parte social, que dice que depende de cada cultura. Hay países, explica, que llevan esto a la exageración, como pueden ser los países árabes. “Lo que hacen es que están toda la noche de fiesta y cuando empieza a salir el sol se acuestan. De esta forma duermes todo el día y cambias el horario. No hay nadie que lo prohíba, pero desde luego no es el espíritu del Ramadán en el islam”, aclara Ghafoor.

En el lado contrario está quien lleva el ramadán más al límite y se encierra en un cuarto separado de su familia, a la que ni siquiera ve. Todo ello en interés en potenciar la parte espiritual, prescindiendo de toda distracción. “Yo no lo he practicado, pero primos y familiares míos sí. Es una forma de abstraerse de todo lo mundano”, precisa Ghafoor, que añade que esto también se solía hacer en algunas mezquitas, donde se aisla a unos fieles de otros.

Este año tampoco podrá ser. Las mezquitas de Córdoba están cerradas. La más concurrida, la Mezquita At-Tawhid, ubicada en el Sector Sur, está cerrada a cal y canto, mientras que la que está dentro del Parque de Colón, está más aislada, pues todo la zona está clausurada desde que se decretó el estado de alarma.

De modo que las únicas puertas que estarán abiertas para la comunidad islámica de Córdoba durante el ramadán de este año serán las de su propia percepción.

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