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La vida de Brian

Redacción Cordópolis

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La nominación de la Fiesta de los Patios como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad ha desatado toda una efervescencia de protagonismo entre los colectivos afectados más directamente por su desarrollo. Si durante años solo contábamos con la Asociación de amigos de los patios, concebida como una entidad sin relación directa con los propietarios de las casas-patio, a mediados de los años noventa, estos se organizaron mayoritariamente en la Asociación de propietarios Claveles y Gitanillas. Esta nueva organización trajo nuevas ideas, nuevos compromisos y una modernización del concurso, buscando equilibrar tradición y rentabilidad.

Pues bien, en estos últimos meses, se han dado a conocer dos nuevas asociaciones con perfiles absolutamente diferentes. Ambas representan a propietarios de patios que pretenden defender sus intereses y su visión de la fiesta, anticipándose el previsible “boom” de la misma tras la declaración de la Unesco. No sé ustedes, pero a mi esto cada día me parece más La vida de Brian, de los Monty Phyton, con aquellas facciones del Frente popular de Judea, del Frente popular del pueblo judaico o del Frente judaico popular ... incluida aquella Unión popular del pueblo judaico que solo tenía un componente, al que llamaban “disidente”. Esa atomización de la lucha patriótica se basaba en el dogmatismo, el sectarismo y la intolerancia de sus componentes, todos convencidos de contar con la verdad, y que no deseamos que se repita entre nuestro vecndario.

Aquel “frente popular de Judea” donde se alistaba Brian, defendía que los romanos no habían hecho nada por su tierra. Pero cuando repasaban la realidad, la lista de actuaciones era espectacular, aunque seguían recriminando a los romanos su supuesta inoperancia. De igual forma, los colectivos relacionados con los patios, se quejan de la falta de apoyo. Sin duda, siempre cabe un incremento de  las ayudas de todo tipo, pero también, deberán entender, que no son lo único en la ciudad, por muy  importante que nos parezca la fiesta. Sobre los patios de Córdoba se ha actuado por los distintos gobiernos municipales, que han ido aportando cambios y mejoras. Desde la protección de su arquitectura, a través del Plan del Casco y del Catálogo de Bienes Protegidos, hasta la aportación de ayudas económicas y materiales, cada vez más cuantiosas, pasando por la proyección de los mismos como emblema de la ciudad. Se ha llegado, incluso, a la compra de patios en peligro de desaparición por parte de Vimcorsa, incrementando el patrimonio municipal.

Curiosamente, ante lo que ahora nos encontramos es ante el reto de no morir de éxito. Tenemos que responder a la pregunta de cómo satisfacer al visitante que quiera participar de la fiesta sin adulterar la misma. En este presente y futuro, los propietarios son fundamentales puesto que sin sus casas no hay fiesta. De ahí que sea preocupante que en vez de unirse en una sola entidad, que decidiera de forma democrática las exigencias a realizar a las instituciones, aparezcan divididos, con intereses y conceptos, incluso, antagónicos.

Cuando una fiesta se hace masiva, y los Patios ya lleva años tendiendo a ello, es lógico que surjan problemas. Lo diferencial es que si los Patios se masifican pierden su propia idiosincracia. El Patio cordobés es todo lo que se quiera, excepto un espacio para la muchedumbre. No podrá nunca ser como San Fermín o Las Fallas, sin dejar de ser. De ahí que sea muy importante el modelo de Fiesta que se decida. El debate se hace necesario y urgente, pero las soluciones a adoptar no pueden ser a la carta. El gobierno pepero, con Gracita Caracuel al frente, deberá demostrar su capacidad de liderazgo y conseguir aunar voluntades.

La posibilidad de ampliar los días de apertura, me parece aceptable solo, de forma limitada, en la primavera y, quizá, en otras épocas puntuales, como la Navidad, lo que ya se hace. El posible cobro de entrada, solo es razonable si ayuda a organizar las visitas, pero no si lo que busca es la mera recaudación. La ampliación de patios que abran sus puertas, manteniendo su calidad, es una necesidad, y para ello hay que incrementar el presupuesto de forma importante. Conseguir que el sector empresarial privado aporte parte de los beneficios que los patios generan, es ya una urgencia e incomprensible que no se logre.

En cualquier caso, si al final las cosas no salen como deseamos, no nos quedará otra solución que hacer como los crucificados de La vida de Brian y ser capaces de entonar “Always look the bright side of life” (Siempre busca la parte brillante de la vida), mientras disfrutamos de una visita a los patios.

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