Aeropuertos sin aviones, auditorios sin espectadores
Un auditorio cerrado para 2.000 personas es la hostia. Un auditorio cerrado para 2.000 personas con hoteles, aparcamientos y bar de copas ya suena distinto. No voy a ser yo quien se oponga a que la ciudad tenga una gran sala de conciertos cerrada, tal y como parece demandar Riff Producciones, pero sí que voy a manifestar por aquí algunas dudas sobre un proyecto que, si bien no sorprende a nadie en el mundo de la cultura, se ve con cierto escepticismo.
Por parecer, parece un globo sonda. La promotora, asentada en Córdoba pero con reputación bien ganada a nivel nacional e internacional, se lo vendió alegremente el lunes a un diario de la ciudad, al que le dio un gran titular vacío de contenido y no le mostró ni el proyecto. En Cordópolis hemos podido verlo y nos ha sorprendido observar que el auditorio es solo uno de los usos de un proyecto que tiene tanto de complejo turístico como de complejo cultural.
Y eso no es malo, per se. Si algo ha defendido uno es que Córdoba había de ser destino cultural. Si solo es destino turístico, todo lo más que ofrecerá será un paseo por el adoquín. Si la ciudad ofrece incentivos para quedarse, será más fácil convencer al visitante de que pernocte.
Claro que el discurso que acabo de soltar, que lo llevamos escuchando desde los albores de la excapitalidad, anda últimamente un poco vacío. Tan vacío como está la ciudad de turistas. Así que, en estos momentos, en vez de imaginarme un auditorio lleno, me imagino un auditorio tristemente vacío.
Y no hay nada más triste que un auditorio sin espectadores, salvo un aeropuerto sin aviones.
Convengamos que, en una de las ciudades con más paro de España, un proyecto así, por muy optimista que parezca, chirría. Sobre todo porque este que escribe tiene sus dudas de que lo que necesita Córdoba sea un auditorio con menor capacidad que el Teatro de La Axerquía.
A ver, dudemos en alto: ¿Cuántos días llueve al año en Córdoba? ¿30? ¿60 en el peor de los casos? ¿De verdad necesita Córdoba un auditorio privado más pequeño que el Teatro de La Axerquía? ¿No se nos ha dicho, por activa y por pasiva, que el problema de Córdoba como ciudad de conciertos es que no puede acoger a grandes bandas porque no tiene espacios que superen los 10.000 espectadores?
¿Estamos seguros de que el auditorio no se va a utilizar para que la empresa que lo gestione haga 2x1 en las giras de los artistas, llevándolos a Sevilla y a Córdoba y eliminando de este modo cualquier posibilidad de que los conciertos atraigan el turismo que tanto se desea? Si un sevillano, un gaditano o un onubense tiene a, pongamos León Benavente, tocando en Sevilla, ¿va a venir a ver el mismo concierto a Córdoba? ¿Estamos seguros de que el público cordobés, al que tanto le gusta el todo gratis, necesita un auditorio privado nuevo cuando tiene bandas a las que no hay manera de que les dejen tocar en los que hay públicos?
Y, por último: ¿Se trata de un auditorio pensado para los cordobeses o para atraer turismo cultural?
Convengamos que el turismo de masas -y el turismo de música y festivales lo es- se ha ido para siempre. Es una posibilidad que en esta ciudad los dirigentes parecen no querer ver. Recuerdo que en una de las primeras ruedas de prensa que dio el alcalde tras la imposición del estado de alarma dijo: “Aspiro a que Córdoba vuelva al punto exacto en el que estaba antes de la pandemia”.
Recuerdo que entonces pensé: “Estamos vendidos”. Si la idea es volver al punto exacto en el que se demostró que esta ciudad no es capaz de asumir una catástrofe sobrevenida durante dos meses sin que se desmorone su tejido social y productivo y sus trabajadores se hundan en la miseria absoluta, entonces más vale que nos preparemos para el derrumbe.
Todo sea dicho, nada va a ejemplificar mejor cómo era el punto exacto de antes de la pandemia que un auditorio-hotel-restaurante privado al que, casi con total seguridad, no podrán acceder los vecinos del distrito en el que se ubica.
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