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Política palatable
El término palatable es un término curioso y transversal. Se emplea en áreas del conocimiento, tan dispares como la Gastronomía y la Ecología. En stricto sensu, palatable sería aquel alimento que es grato al paladar.
No es un término concreto como soso o salado, blando o duro, jugoso o seco. Palatable es un conjunto de características, que reunidas todas, dan como resultado un alimento agradable, palatable en sí mismo.
El ejemplo de la hamburguesa es paradigmático. Una hamburguesa puede estar poco o muy hecha. Ser voluminosa o aplastada, que ahora se denomina “smash”. El pan puede ser del tipo brioche o del tipo Viena. La cebolla puede estar ligeramente cruda o caramelizada. El queso puede ser Cheddar o Gouda. Pero el resultado de todos los ingredientes dan un producto fácil de preparar, fácil de transportar y fácil de consumir.
Igual sucede con las políticas de la Ultraderecha. Pueden ser prorrusas o proucranianas, tener un componente más o menos religioso, presentar un rechazo xenófobo para terceros países o rechazar la libre circulación de personas y bienes intracomunitarios. Pero tanto unas como otras, el resultado es similar: ofrecen un producto palatable.
Ofrecen una política palatable, que no hay que cuestionar, que no requiere ningún ejercicio mental y que sólo hay que dejarse llevar. Como nuestra hamburguesa: la materia prima seguro que no es carne de primera. Seguramente el pan de la hamburguesa incorpora una cantidad notable de conservantes y de aditivos químicos. Y el queso habrá sido muy procesado. Pero el resultado final es un producto que es fácil de consumir y que sacia el hambre de toda aquella persona que engulle la hamburguesa, como las políticas de Ultraderecha.
Lo decía hace unos días el diputado Gabriel Rufián: “¿Cómo le vamos a pedir a una persona que trabaja durante diez o doce horas, cobrando 800 euros al mes, que cuando llega a casa, a las ocho o a las nueve, se ponga a leer a Gramsci y no se ponga a ver el Hormiguero?”.
Y la cuestión no es baladí. ¿Cómo se combate esa tibieza simplista que sólo busca el engullir algo que sea palatable y que elimine el hambre?.
Y es más ¿Cómo conseguimos dar una alimentación, léase una política, que implemente una reforma moral e intelectual?. ¿Cómo hacemos la regeneración que se necesita?
Urge que la Izquierda debata con valentía y combata esa política palatable de la Ultraderecha que es similar a la comida basura.
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