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La dura odisea de María José Villegas

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Cristian López

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La particular odisea que está viviendo la cordobesa María José Villegas sigue sin encontrar el viaducto adecuado para atisbar la luz al final del túnel. La árbitra ha logrado romper el techo de cristal en multitud de ocasiones, aunque quizá sea ahora cuando se esté enfrentando a su reto más difícil de superar. Acumula tres temporadas dirigiendo encuentros en la Liga Iberdrola, la máxima categoría del fútbol femenino, y ha sido la primera andaluza en dirigir un partido en Tercera División, categoría en la que se consolidó el pasado año. Sin embargo, justo en ese momento, el mejor su trayectoria, se vio obligada a parar por completo.

Hace un año ya que la cordobesa sufrió una grave lesión de rodilla. En el día de su debut como asistente en Segunda B, un mal giro le provocó uno de los momentos más amargos de su historial (por no decir el que más), y del que aún se sigue recuperando. De hecho, María José Villegas admite que le quedan secuelas, las cuales hace que se le inflame “cuando le meto caña”, tal y como reconocía en una entrevista concedida al programa La Jugada de Córdoba de Canal Sur. Una lesión por la que ya tuvo que pasar por quirófano, solución que se atisba de nuevo como único camino a seguir, ya que “es el último cartucho”, pues “he estado infiltrándome y demás, pero no deja de inflamarse y no encontramos otra solución más conservadora”.

Un episodio que no se le va de la cabeza. De hecho, el alcance de la lesión ha sido más notorio debido a que la colegiada decidió continuar en el partido pese a los dolores que sufría. “Sentí una cosa que nunca había sentido, pero era un debut, estás muy motivada, te plantas en Madrid, en un partido que tiene su preparación previa, y al final pues intentas ser positiva y que no sea para tanto, pero en ocasiones sí que lo es y hay que parar”, recuerda Villegas, puntualizando que “mi recomendación es que paren cuando se sientan un dolor así”.

Asimismo, pese a todas las circunstancias que ha tenido que superar para subir escalones en el mundo del arbitraje, muy masculinizado históricamente, quizá la lesión sea el desafío más complicado al que ha tenido que medirse. “Cuando te lesionas te haces a la idea de que muchísima gente se lesiona”, explica, especificando además que “he visto muchísimos documentales de jugadores que se han lesionado, los casos de Asensio o Canales, de todos estos que se han lesionado anteriormente, y me motivaba porque sabía que era cuestión de tiempo”. Sin embargo, admite que “cuando ya pasa el tiempo, pones de tu parte, y no termina de funcionar, es cuando más estoy mosqueada, pero al final siempre relativizas y dices mira, es cuestión de seguir luchando y no darse por vencido”.

Un optimismo que le ha servido desde muy joven para hacerse un nombre en una profesión en la que ella misma, sin pretenderlo quizá, ha ido creando escuela, y sobre la que recalca que “la preparación física tiene que ser constante y la carga física está ahí. Son muy importantes los cuidados como cualquier otro deportista”, detallando que “va habiendo cada vez más” (árbitras), ya que “el hecho de que sea televisado pues se van apuntando cada vez más” y “creo que somos la Comunidad Autónoma que más árbitras tiene”. Así, cuando ella llegó apenas eras tres las colegiadas, mientras que la delegación de Córdoba cuenta en la actualidad con más de 20. Un camino que no ha sido nada fácil, pues “llegar a Primera femenina no tiene tantas escalas como la masculina” y “quizá haya más competitividad porque hay más gente, pero a la hora de las pruebas físicas tienes que demostrarlo igual que un chico, y así lo queremos nosotras”.

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