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Teo San José: confianza consciente frente a inteligencia artificial

El escultor y pedagogo Teo San José | ALEX GALLEGOS

Juan Velasco

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Para Teo San José (Valladolid, 1958), “el arte es la piedra filosofal” sobre la que ha construido su vida y su carrera. Una carrera que ha desarrollado en la pintura, la escritura, pero sobre todo la escultura, una disciplina que lo ha llevado por todo el mundo y que lo ha convertido en miembro de la Real Sociedad Británica de Escultores, entre otros prestigiosos reconocimientos nacionales e internacionales.

Sin embargo, con una carrera asentada y un nuevo trabajo pendiente en Londres, San José frenó y dio un giro de 180 grados para usar el arte con un fin muy distinto al que hasta ahora lo había usado. En 2009, el escultor inició un programa educativo en un colegio de Denia (Alicante) en el que se quería combatir la violencia a partir de la arteterapia y que concluyó dos años después con unos resultados que todavía hacen que, cuando su artífice los enumera, tenga que aclarar que no son una patraña.

“No es una fanfarronada. Es pura práctica tras 2 cursos escolares con 500 niños de 3 a 13 años de un colegio público”, especifica sobre su método educativo, recogido en su fundación y en su libro Semillas de Paz, que actualmente se imparte en entornos educativos de Cataluña y México, y que han recibido el apoyo del psicólogo estadounidense Stanley Krippner, que los ha difundido a través de la Universidad Saybrook de San Francisco.

Y es que, dos años después de iniciar su programa, que fomenta lo que él llama la confianza consciente y que convertía la arteterapia en una asignatura obligatoria, el colegio de Denia en el que se puso en marcha el programa fue en el que más Matrículas de Honor se dieron aquel año 2011, y redujo la violencia, el acoso y el absentismo escolar. “Eso ha cambiado mi vida. El entrar en el mundo del niño y ver con hechos que la visión infantil de la violencia como algo natural puede desaparecer me ha impactado mucho y me ha hecho bajar del pedestal de artista”, reconoce el escultor.

Una visita a Córdoba para hablar de su proyecto educativo

San José ha pasado por Córdoba para dar dos charlas sobre Semillas de Paz. La primera, algo informal en el lugar en el que tiene lugar esta entrevista, en el Patio Vesubio; y la segunda, ya con carácter oficial, en la Facultad de Ciencias de la Educación, de donde sale esperanzado ante el cariño recibido y la atención con la que se le ha escuchado. Hacía 30 años que no pisaba Córdoba y dice tener “una sensación poderosa de que va a haber más visitas” en el futuro próximo.

“Córdoba tiene ahora un cierto cosmopolitismo que no tenía entonces”, remarca antes de rememorar que hace 30 años llegó a la ciudad enamorado de una cordobesa. No tarda en sumirse en los recuerdos. “Queda poco del Teo San José de hace 30 años. Mi evolución personal ha sido de vértigo, sobre todo a raíz de la estancia y formación en México y de la creación del método de Semillas de Paz”.

San José llevó a cabo su proyecto durante aquellos dos años en Denia. Después, en una visita a México, surgió la oportunidad de aplicarlo en uno de los países más violentos del mundo y en ello sigue. Hoy, pasa varios meses al año en el país centroamericano trabajando con la Secretaría de Educación y realizando experiencias piloto. También ha comenzado a aplicar este sistema en un instituto de Cataluña, donde se ha comenzado a trabajar con chavales de Secundaria.

“Se está viendo la posibilidad de extenderlo, aunque no es fácil”, reconoce el pedagogo, consciente de los problemas de presupuesto habituales en los entornos educativos y de que su método implica trabajar en triángulo -formar a profesores; que éstos trabajen con niños; charlar periódicamente con los padres-, y no es lo normal en estos días. E igualmente, con un tono suave, rechaza que haya venido a cambiar el método educativo. “Esto no es una revolución, sino algo que suma y enriquece. No se trata de destruir lo que ya se ha hecho”, dice al respecto.

Su método suena un poco al llamado coaching, de no ser porque evita conscientemente la generación de expectativas en el niño. La confianza consciente para San José es “la evolución del concepto de autoestima”. Un método educativo que, a diferencia de éste, evita caer en el refuerzo emocional que supone la aprobación constante y que puede acabar convertido en una adicción para un niño. “Lo que ocurre con la valoración es que, cuando estos niños son mayores y tienen que resolver un problema, no son capaces porque necesitan que alguien de fuera les diga si lo están haciendo bien o no”, detalla.

A su juicio, la identidad surge de la libertad de hacer hacer lo que uno quiere y eso solo lo permite el arte, porque los resultados para un mismo problema son infinitos. Así que San José analizó cómo impactaría en los pequeños tener una hora de libertad artística y los resultados fueron, según señala, “menos violencia y menores menos manipulables”. Y es que, para él, la violencia no es “un niño agredido y un niño que agrede”, sino todo un grupo que se interrelaciona de una manera particular.

Y desde esa perspectiva, ya no se puede reducir el problema al mundo escolar. “Ahora hay que plantearse que es la sociedad la que educa al niño. Es el momento de dar un toque de atención y decir que toda la sociedad es responsable de la educación”, afirma San José, que dice conformarse con que se pudieran dar una o dos charlas informativas al mes en distintos lugares para lograr introducir poco a poco su método.

La universidad como una fábrica de estudiantes de trabajos que van a desaparecer

Y en todo momento se esfuerza por aclarar que no hace milagros. Y menos, en un entorno social y educativo que puede tener las horas contadas. “Me parece una aberración que se estén creando técnicos que, en el mejor de los casos, sean capaces de resolver una cosa muy concreta, a imagen y semejanza del modelo norteamericano, pero sin que esa persona tenga la capacidad de discernir”, afirma sobre el actual modelo educativo, en el que “lo alarmante” es “la poca gente que es consciente del riesgo que corren los puestos de trabajo actuales” ante el auge de la robótica y la inteligencia artificial.

“¿De qué me sirve a mí que haya un señor que aprieta los tornillos de manera maravillosa, si dentro de 10 años va a venir una máquina que lo va a hacer por él?”, se cuestiona el escultor, que advierte de que, “en un plazo máximo de 20 años, el 80 por ciento de los trabajos que ahora hay, van a desaparecer”, mientras la comunidad educativa parece no querer empezar a hablar de ello.

A San José le preocupa que se esté formando estudiantes en carreras universitarias con la idea de que van a desempeñar trabajos que, en apenas unos años, van a desaparecer. “Hay que trabajar con los niños para que cambien la dinámica y se conciencien de que pueden crear su propio puesto de trabajo. Pero para eso es precisamente importante que crean en ellos mismos”, concluye, antes de subrayar las dos palabras mágicas: “confianza consciente”.

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