Los restos hallados en el Cortijo de los Cipreses de Priego de Córdoba, junto al que iba a pasar el trazado de la variante de las Angosturas, siguen arrojando sorpresas arqueológicas y que evidencian la importancia que tuvo Córdoba y su aceite de oliva para el imperio romano.
Las primeras catas evidenciaron la importancia del hallazgo: los arqueólogos estaban ante un gran yacimiento altoimperial romano del siglo I o II. Se trataba de espacio cuyo principal cometido apareció pronto: era una almazara romana de un tamaño importante, si bien la magnitud del edificio que se estaba excavando, de 1.650 metros cuadrados, llevó a los arqueólogos a descubrir otros usos.
Este viernes, en una visita al yacimiento por parte de la consejera de Fomento, Articulación del Territorio y Vivienda, Marifrán Carazo, el jefe de la empresa que ha llevado a cabo los trabajos arqueológicos ha desvelado algunas nuevas sorpresas.
La principal es que, a pesar de la enorme importancia de la almazara, probablemente la de mayor tamaño y mejor conservada de Andalucía, el edificio no sólo estaba destinado a exprimir aceite de oliva, sino que, por su ubicación y por la forma de los terrenos, era una especie de estación de servicio o de paso en la comarca. Es decir, ahí se daba servicio a los peregrinos que pasaban por la calzada romana que rodeaba el yacimiento, y que conectaba hace dos mil años esta zona con Corduba.
De hecho, según han recordado este viernes los arqueólogos, los primeros vestigios hicieron pensar al equipo que estaban ante “una posada”. Pronto se vio que había mucho más: era un edificio diseñado en forma de terrazas, que se derramaba por una ladera. En la parte de arriba se ubicaba la entrada principal, a pie de calzada romana. A unos metros en una estancia inferior había unas termas (según parece indicar el hallazgo de una natatio, una especie de estanque con escaleras de acceso), además de unas dependencias destinadas a la producción de aceite.
Esta idea del espacio como una estación de servicio también la refuerza la longitud de la calzada, de 6,5 metros, en la que cabían dos carros, así como su ubicación: a 7,5 kilómetros de Carcabuey y a otros 7,5 kilómetros de Fuente Tójar (donde se halló el Molino Romano del “Lucerico”, otro de los mayores complejos industriales de aceite).
“La posible relación con una vía de comunicación, su posición estratégica en el territorio, hace plantear a los responsables de la actividad arqueológica que el yacimiento del Cortijo de los Cipreses con un establecimiento relacionado con las comunicaciones, sin que se tenga certeza si es de carácter público o privado, o su modalidad --mansio, statio, mutationes-- que ofrecerían distintos servicios al viajero, aunque son edificios difíciles de identificar”, señalaba el documento con las primeras conclusiones.
“Pocas veces un hallazgo así no es traumático. Esta vez vamos a tener carretera y yacimiento”, afirmaba el arqueólogo mientras explicaba la importancia del hallazgo. Lo hacía ante la consejera de Fomento, Marifrán Carazo, que también ha asegurado que no sólo se va a preservar el hallazgo, sino que se va a poner en valor. Para ello, ha aclarado que los terrenos ya han sido expropiados (se expropiaron para construir la carretera que ahora se va a desviar), y se ha comprometido a informar puntualmente de todos los trámites.
En cuanto a las obras, ha precisado que la alternativa seleccionada desviará la carretera en una longitud de 740 metros, comenzando a la altura del kilómetros 3,2 y volviéndose a entroncar a la altura del kilómetros 3,9. La solución planteada se materializaría con la formación de un terraplén que mantenga la geometría en planta y alzado de la carretera. Para ello, se requerirá un volumen de tierras de 77.000 metros cúbicos, que serían necesarios aportar con la explotación de algún préstamo cercano. “Vamos a dar continuidad a las obras en el resto de trazado mientras trabajamos en el modificado en este tramo afectado por esta gran descubrimiento arqueológico”, ha añadido Carazo, que ha precisado que los trabajos están al 25% y que se van a terminar en plazo, previsto para principios de 2024, para que de este modo no se comprometan los fondos europeos.
El complejo, donde se han encontrado muros de más de 2 metros de altura, estaría organizado de la siguiente manera, según sus excavadores: El primer edificio tiene unas dimensiones de 310 metros cuadrados, y está organizado internamente mediante un pasillo o vestíbulo central al que se abre las distintas habitaciones, estas de unos 8 metros cuadrados; el segundo es de planta rectangular con una fachada de 19 metros. Ninguno de estos dos está excavado, y ambos están separados del restos de las edificaciones por una calzada.
El edificio tres es la almazara, un torcularium de, como mínimo 221 metros cuadrados (un poco menos de la mitad del hallado en Los Villaricos, Murcia, de la misma época). Está compuesto por una sala de molienda, una sala de vigas de prensado y una pequeña red de canales para la recogida del aceite y una sala de contrapesos. El edificio cuatro es un tabulatum, donde se depositaba la aceituna para que soltara el alpechín, y donde se ubicaba el trapetum, el gran molino. Según los responsables, este edificio sufrió una importante transformación en época indeterminada. El edificio cinco es el Lararium, donde se situaría un posible altar sagrado de la antigua vivienda romana.
El edificio seis es un edificio de planta rectangular formado por un espacio abierto con pavimento de opus spicatum y un estanque, interpretado hipotéticamente como una natatio, una zona termal; mientras que los dos últimos edificios son construcciones rectangulares de una única estancia como consecuencia de transformaciones de otros ámbitos.
El asentamiento cuenta, además, con una importante infraestructura hidráulica de abastecimiento y de evacuación, lo que evidencia que se está ante el único molino de aceite o almazara de época romana excavado en extensión de de toda la provincia de Córdoba y de los pocos de la Comunidad Autónoma.
1