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Queman un barco de investigación de la UCO como “venganza” por la operación contra la pesca ilegal

El barco utilizado por investigadores de la UCO, calcinado.

Carmen Reina

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Este miércoles, una operación de la Guardia Civil inutilizaba medio centenar de barcos desde los que se practicaba la pesca furtiva de la angula en la desembocadura del río Guadalquivir. En sus redes piratas se quedaban al año 1,7 millones de alevines de decenas de especies acuáticas. En ese mismo espacio, otro barco era utilizado por científicos de la Universidad de Córdoba para controlar el estado de los peces en el estuario del río. Y ese barco ha aparecido carbonizado el día después de la operación policial contra el furtivismo que hiere de muerte precisamente a la biodiversidad que los científicos cuidan desde esa embarcación.

Al frente de la investigación de la UCO que realiza desde hace 20 años su trabajo en el barco quemado de madrugada está el biólogo y catedrático de Zoología de la Universidad de Córdoba Carlos Fernández, que habla de “venganza” en la quema de la embarcación, explica a CORDÓPOLIS. Él acompañó a la Guardia Civil en la presentación ante los medios de comunicación de la operación contra el furtivismo para explicar la riqueza biológica del Guadalquivir y el impacto de la pesca ilegal. Y, en su opinión, esa ha sido la respuesta directa y con nocturnidad que han dado quienes desde hace años pescaban ilegalmente en la zona, según había adelantado a El País.

El investigador de la Universidad de Córdoba lleva estudiando desde 1997 hasta la actualidad las comunidades acuáticas del estuario, una serie temporal de estudios única en un río europeo, según señala. Por ello, conoce de primera mano cómo ha afectado la pesca ilegal de quienes esquilmaban la zona de angulas. “Sabemos muy bien el impacto ambiental que tienen las embarcaciones ilegales. Podrán taparnos la boca, pero los datos científicos están ahí y la realidad es tozuda”, dice.

Estudios paralizados

De momento, la quema de la embarcación utilizada para la investigación en el estuario del Guadalquivir ha paralizado los estudios, que en estas dos décadas han compartido la Universidad de Córdoba, el Instituto de Oceanografía de Cádiz, el Instituto de Ciencias del Mar de Cádiz y el Ifapa.

No es la primera vez que se quedan sin embarcación, porque hace una década, el anterior barco que utilizaban también sufrió una agresión: “Lo hundieron”, cuenta sobre el barco, propiedad de un pescador de la zona, que lo alquila a los científicos. “A nosotros nos han paralizado los estudios, pero a él le han jodido la vida”.

De momento, 24 horas después de haber encontrado el barco calcinado, los investigadores lanzan una propuesta a la administración para poder seguir con sus estudios. “Que nos dejen un barco de los decomisados en la zona, que están pudriéndose sin tener uso, para utilizarlo con fines científicos”. Es la esperanza que tienen quienes, por estudiar la fauna del Guadalquivir, han sido blanco de quienes la pescaban ilegalmente.

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