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Participar en el Concurso de Patios deja sin beca a los hijos de algunos propietarios

Juan y Fátima, sin beca de estudios por participar en los patios | ALEX GALLEGOS

Juan Velasco

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Es el segundo año que le ocurre. María Prieto, viuda, con dos hijos y su pensión para los tres como único ingreso, solicita una beca para los gastos de estudios de bachillerato de los niños y recibe un no por respuesta. El motivo, según explica la demandante, es que ya ha recibido una ayuda por participar en el Concurso de Patios de Córdoba, abriendo a miles de turistas las puertas de su casa, ubicada en el número 11 de la calle Alvar Rodríguez.

A unos metros de allí, en la misma calle del barrio de San Lorenzo, vive Ángela, madre divorciada con dos hijos, uno de ellos universitario en su primer año de carrera. Psicología por la UNED está haciendo. Mismo caso. También ha solicitado una ayuda para pagar la matrícula de la Universidad y también ha recibido un no por idéntico motivo: en 2019 participó en el Concurso de Patios y recibió el accésit por ello.

La historia no es nueva, pero no había trascendido hasta ahora. María y Ángela son dos propietarias de patios en una situación en la que, si nada cambia, van a tener que elegir entre la ayuda por cuidar su patio o la ayuda para que sus hijos estudien con las mejores condiciones posibles. Como si una cosa tuviera algo que ver con la otra.

¿El motivo? No es porque superen el umbral de renta en ninguno de los casos. Es porque el accésit por participar en el Concurso de Patios consta como ayuda pública. Y las ayudas y subvenciones, al igual que los premios, son motivo para denegar una beca si superan una determinada cantidad -en este caso, 1.700 euros-. Y con independencia que quien la solicite viva una situación económica precaria.

Y la situación de María y Ángela no es lo que se dice boyante: las dos son dos madres con dos hijos a su cargo y que se han quedado atrapadas en una maraña burocrática que sorprende incluso a las administraciones que están implicadas. Es decir: el Gobierno, que impone los criterios para conceder becas; la Junta de Andalucía, que tiene las competencias en materia de Educación y es la que reparte las ayudas; y el Ayuntamiento de Córdoba, que tiene en su mano cambiar la fórmula de concesión de ayuda económica de la Fiesta de los Patios.

Una pensión de viudedad para tres personas y doce años concursando

Y no es algo nuevo, aclara María Prieto. Ella ya lo avisó hace un año. En el curso 2018-2019, cuando sus hijos cursaban primero de Bachillerato y solicitó por primera vez la beca, Prieto venía de ganar el séptimo premio en el concurso de 2018 y el accésit de participación. Pidió la ayuda para los estudios y se le denegó en primera instancia. Aquel año logró convencer a la comisión que estudió su caso, que analizó su renta -unos 1.200 euros para el núcleo familiar, provenientes de la pensión de viudedad y ayudas por cada uno de los hijos-, y decidió concederle las becas a los dos pequeños. En total fueron unos 3.500 euros, recuerda.

Al curso siguiente, la propietaria del patio del número 11 de la calle Alvar Rodríguez vuelve a llamar a la puerta de Educación y vuelve a recibir un no por respuesta. Este año, además, no llevaba premio, sino que solo había logrado el accésit del concurso, dotado con 2.420 euros -que le corresponden en función del tamaño de su recinto-. “Yo pensaba que el primer año me habían dicho que no porque había obtenido el séptimo premio, pero resulta que no, que era solo por participar”, señala María tras haber vuelto a recurrir la decisión de la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía.

En realidad, el motivo es que en su declaración consta el accésit de los patios como una ayuda o subvención. Huelga decir que esto no ocurre solo con los propietarios de patios que concursan en la fiesta. Lleva años ocurriéndole a familias que han percibido ayudas al alquiler o del Plan Pive, o a quienes han recibido un premio de la lotería superior a los 1.500 euros.

En casa de Ángela estamos en las mismas. Su hijo ha optado por psicología en su primer año en la universidad y Ángela solicitó la ayuda de 900 euros para pagar la matrícula. Dos veces se la han denegado. Divorciada y autónoma, se dice a sí misma que no puede ser por cuestiones de renta, pues cumple los criterios de las convocatorias. Así que, tras varias llamadas, en el Ministerio de Educación le dicen que el rechazo se debe a que ya ha recibido más de 1.700 euros en ayudas públicas.

“Me parece surrealista. Nuestra economía está bastante ajustada. La economía de la mayoría de los concursantes en patios es media-baja y hacen un esfuerzo sobrehumano para abrir nuestras casas”, se lamenta Ángela, que también lleva años participando en la fiesta. Y, casi como una adicta, se niega a dejarla. “De momento yo voy a seguir concursando. Es que somos masoquistas”, bromea con cierta amargura Ángela, quien, al contrario que María, no tiene esperanza de que su hijo vaya a recibir ningún tipo de ayuda por sus estudios.

“¿Pero entonces por qué lo hace?”, le preguntamos. “No es que lo hagamos por lo que se nos da. Casi vemos que es más problemático participar que mantenerse al margen, pero no me planteo dejarlo. Me lo planteo más por temas de salud que por esto”, responde.

Sin embargo, María sí que se plantea dejar de concursar. Su cabreo es monumental. Recuerda con mucho dolor que el año pasado planteó lo que estaba ocurriendo en una reunión con otros propietarios y lo que le dijeron fue: “Pues no lo pongas”. “Poner el patio ha sido mi ilusión siempre. Si nos compramos la casa aquí porque podíamos tener un patio. ¿Por qué voy a dejar de ponerlo? Si el dinero que nos dan no es . Es lo justo para que no nos cueste el dinero. Y de los patios que abrimos nosotros se benefician todos”, explica la propietaria.

El Ayuntamiento está estudiando la fórmula para que concursar no penalice a las rentas más bajas

También recuerda que en 2018 un periódico local fue a echarle una foto con sus hijos y tituló El futuro de los patios -en realidad se titulaba La entrada de jóvenes da un giro a los Patios y palía el temor a su desaparición-. Dos años después de aquello, recibe a los periodistas pensando si su patio tiene futuro.

“¿Qué futuro tienen mis hijos con los patios? Yo en estas condiciones no puedo poner el patio. Porque siento que es un fraude. Hablan de Patrimonio Mundial de la Humanidad, pero quitarle a dos niños que están estudiando y sacando buenas notas las becas no es humanidad”, critica María, que confía, no obstante, en que tiene posibilidades de que la comisión estudie su caso y la perciba de nuevo.

Mientras tanto, las asociaciones de patios comienzan a moverse y han contactado con el Ayuntamiento de Córdoba. Fuentes de la Concejalía de Promoción reconocen a este periódico que acaban de ser informadas de estos casos y que están estudiando si existe alguna vía para que recibir una ayuda no penalice a las rentas más bajas a la hora de solicitar becas de estudios. En la Junta y en la Subdelegación del Gobierno -en nombre de la Agencia Tributaria- reina el desconcierto cuando se le plantean estas dos situaciones concretas y confían en que se les encontrará una solución.

Lo que no dicen, pero piensan todas las administraciones implicadas, es que, en gran medida, el futuro de una manifestación popular como la fiesta de los patios depende de como la perciban los jóvenes. Y no es buena idea para éstos tener que escoger entre los libros y las flores.

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