'Cienciaficcionados' inicia un nuevo ciclo con una charla sobre el control de la biodiversidad
Cuando Paolo Bacigalupi imaginó el inquietante universo de su novela La chica mecánica en 2009 olvidó subrayar la acción transformadora que los movimientos migratorios introducen en la biodiversidad agrícola al desplazarse con sus propias semillas y su propia cultura alimentaria. En la novela, los desplazados son seres marginales dominados por el miedo y controlados por gobiernos y funcionarios corruptos.
Esa fue la única pega que Esteban Hernández, catedrático del Departamento de Ciencias y Recursos Agrícolas y Forestales de la Universidad de Córdoba y director Banco de Germoplasma Vegetal de Andalucía, puso al mundo creado por Bacigalupi. El resto, dijo, es incluso menos apasionante que la realidad. No hay cienciaficción en el control que las grandes multinacionales ejercen sobre la agricultura mundial, como tampoco lo hay en el empeño de los gobiernos y la cooperación internacional por conservar sus recursos genéticos vegetales.
Los bancos de semillas son una realidad desde los años sesenta del siglo XX, el problema radica, en opinión de Hernández, en el acceso a ellos. El imperialismo dominó su creación, obligando a los países en vías de desarrollo a encontrar fórmulas de conservación y acceso basadas en la cooperación y solidaridad internacional, en la que organismos como Naciones Unidas han jugando un papel fundamental. Frente a la desconfianza de los estados y la piratería genética que describe la novela de Bacigalupi, Esteban Hernández recorrió iniciativas reales como la Red CiTEC sobre Cultivos Infrautilizados y Marginados, que él mismo dirige y en la que se promueve la recuperación de cultivos en 9 países: Brasil, Uruguay, Bolivia, Argentina, México, Portugal, España.
También citó como ejemplo de lo que los gobiernos pueden hacer frente a la amenaza de la uniformidad promovida por las grandes corporaciones descrita por la novela el inventario español de conocimientos tradicionales relativos a la biodiversidad, aunque criticó la incapacidad de la administración para, además de inventariar, dar un valor real a estos recursos.
La conversación, moderada por la coordinador a de la Unidad de Cultura Científica y de la Innovación, Elena Lázaro, recorrió otros asuntos relacionados con la biotecnología como la epigenética y la nutrigenómica y se detuvo, como era previsible, en el cultivo y consumo de alimentos transgénicos. En este sentido, Esteban Hernández fue tajante: “No existe ningún problema ni riesgo en el consumo de alimentos transgénicos; sólo existen riesgos en determinadas prácticas relacionadas con su cultivo porque pueden suponer una amenaza para otras especies que se cultiven en la zona”.
La chica mecánica ha sido la primera novela de la séptima edición del ciclo Cienciaficcionados, incluido en el Plan Anual de Divulgación Científica de la Universidad de Córdoba, que ha contado desde sus inicios con el respaldo de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT). La actividad continuará el próximo 20 de febrero en el Restaurante El Astronauta, escenario de estas charlas desde el año 2013, con la novela El cuento de la criada, comentada por la investigadora Mónica Sánchez.
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