Por una Union Pacífico cordobesa
De las propuestas que se sacó de la manga el candidato andaluz Nieto, actual alcalde, a duras penas resiste la idea de un “metro-tren” que una el este y el oeste de la ciudad, de Villarrubia a Alcolea, al estilo del Union Pacífico, cuya construcción inmortalizó Cecil B. de Mille, que debería unir El Atlántico y el Pacífico, generando una dinámica económica que estructuraría los Estados Unidos de América. Esa línea ferroviaria sustentó la marcha al Oeste que dio lugar a todo el “western”, desde “La Diligencia” a “La puerta del cielo”, pasando por “Río Bravo” o “Encubridora”. De forma similar, la línea cordobesa debería servir para redefinir el modelo de transporte de la ciudad, formando la columna vertebral del área metropolitana en formación.
El metro-tren no es sino una variante reducida del tan ansiado tren de cercanías que cruzaría desde Palma del Río a Villa del Río, articulando toda la vega del Guadalquivir. La organización metropolitana diseñada por el Plan de ordenación del territorio (POT) se sustentaba de forma importante en su construcción, pero, como tantos proyectos, no se ha logrado que pase del papel a los hechos. Si el Union Pacífico tuvo como gran obstáculo a los saboteadores que intentaban impedir o retrasar su puesta en marcha, el metro-tren o cercanías, no sabemos por qué, no acaba de cuajar, ni quienes son los que impiden que sea una realidad. Que aparezca en el Plan de infraestructuras del gobierno central, sin plazos ni presupuesto, no es un dato favorable. Que se haya desfigurado el Centro de Convenciones en la zona de Poniente, prácticamente entierra su razón de ser a corto y medio plazo.
Lo peor que le puede ocurrir al metro-tren es acabar como el proyecto de tranvía, que Griñán trajo debajo del brazo, y que se ha deshecho como un azucarillo, a pesar de que llegó a contar con dos estudios de viabilidad y una propuesta de líneas, y que hoy en día es un recuerdo. O que le pase como al cercanías norte-sur que debía recuperar la antigua vía del Almorchón, que llegó a aparecer en los presupuestos generales del estado. Las eternas dudas y debates, y la falta de liderazgo de los jefes políticos de nuestra ciudad y provincia, provocaron un retraso mortal para la existencia de estas infraestructuras. El cuento sin fin del apeadero de Villanueva para el AVE no es sino otra muestra de ello.
Mientras se deciden a definir si son galgos o podencos, el tren causa problemas justamente en Villarrubia y Alcolea. Ambas, tras el crecimiento urbanístico que han protagonizado, se encuentran divididas en su mitad por las vías, siendo más relevante la influencia que ello produce en Alcolea, porque el paso a nivel es un peligro constante. El último Pleno volvió a pedir a ADIF que resuelva ese punto negro ferroviario, sin acordarse que, desde hace una década, existe un proyecto con ese objetivo que no se ha llevado a cabo por la oposición vecinal y la indefinición política. Tanto en Villarrubia como en Alcolea suspiran por un nuevo Plan Renfe que les saque el tren de sus calles, y que, curiosamente, entraría en colisión con el proyecto de metro-tren, cuyo funcionamiento incrementaría el tráfico y la peligrosidad.
En Union Pacífico, los buenos, con una espectacular y jovencísima Bárbara Stanwyck y un seductor Joel Mc Crea, representantes de los favorables al tren, triunfan a pesar de las malas artes de Robert Preston o Brian Donlevy. En nuestra ciudad, respecto al metro-tren, mucho me temo que ganará como siempre el escepticismo y la pasividad, aunque estaremos atentos al posible sucedáneo de bolsillo, quizá un Ibertren, que nuestras instituciones tengan preparado.
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