10, la mujer perfecta
Hace veinte años, el gobierno de Izquierda Unida planteó una campaña publicitaria institucional denominada “Córdoba la ciudad que queremos”. Posteriormente, en el año 1995, los programas electorales de Herminio Trigo para la alcaldía tuvieron que ser guillotinados por utilizar el lema “La ciudad que queremos”, al considerar la Junta Electoral Central que utilizaba la misma idea-fuerza . Pues bien, la crisis y la falta de ideas ha debido llegar a las empresas de publicidad porque el gobierno de PePe Nieto ha empezado a esconderse detrás de la misma frase, “la ciudad que queremos”. Claro que hay una diferencia fundamental, la de IUCA era una campaña que vendía logros, por muy discutibles que pudieran ser, y la de los “peperos”, de oca en oca, venden otro lema, “CO10”, al que se han enganchado para sobrevivir ante la falta de un proyecto de ciudad.
PePe Nieto, como le sucede a Dudley Moore en “La mujer perfecta”, se ha asentado en la crisis y para salir de ella persigue a una mujer-ciudad 10. George Webber (el personaje que protagoniza Moore) abandona su relación con Sam Taylor (Julie Andrews) y se enfrasca en una fantasía: Bo Derek con sus trencitas, saltando por la playa, pero con un problema a la hora de hacer el amor, pues necesita hacerlo con el Bolero de Ravel, que ha de recomenzar una y otra vez. De la misma manera, Nieto tiene un gran problema para conseguir la ciudad 10: la necesidad de crear empleo. Y recordemos que un ayuntamiento no tiene competencia para ello, excepto la de ofrecer oportunidades, pero los publicistas han insistido en ese mensaje que contrasta con los casi 50.000 parados de la ciudad, de ellos, 10.000 en año y medio del actual gobierno.
Si la mujer 10 de George Webber es rubia, delgada, con muchas curvas, ojos claros, … la ciudad de PePe Nieto quiere que sea competitiva, eficiente, habitable, histórica, universal y que, a su vez, emplee, integre, participe, invierta y genere vivienda. La memoria de alcaldía ya ha sido estructurada en torno a esos diez items, pero, un análisis de su contenido demuestra que, en realidad es solo un lavado de imagen, puesto que no presenta novedades reales y, además, supone una rebaja en el gasto, por lo que, difícilmente, va a suponer avances en alguna de las diez estrategias. En otras palabras, que Hannibal Torrico vuelve a lo que le gusta: la intoxicación informativa y la decoración.
Conseguir una Córdoba competitiva necesita primero definir los sectores donde puede serlo y, actualmente, solo lo puede conseguir con claridad en Cultura, que, sin embargo, ha sido relegada por el Turismo. O, también, en los sectores joyero o agroalimentario que sufren ampliamente la crisis. Los conflictos dentro del sector turístico, la falta de definición del centro de congresos, o la incógnita de la Fundación Agrópolis, no parece que sean muestras de que se tengan claras las prioridades. Por otro lado, la Córdoba Universal ha quedado cercenada por la paralización de la Fundación Córdoba ciudad cultural, así como por la rebaja del presupuesto cultural global, incluyendo el que deberían aportar otras administraciones, y el abandono del Plan de equipamientos culturales, que creaba una estructura racional de las infraestructuras culturales. Que la Sala Victoria o el avión cultural se hayan transformado en negocios lucrativos; que sigan indefinidos el Centro del flamenco o la Casa Góngora, o que nada se sepa del auditorio para la Orquesta y la necesaria Sala de exposiciones, son prueba de ello. Con todo, la más difusa y vacía es la apuesta por la Córdoba Histórica, a pesar de haberse recibido la nominación de los Patios como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Se sigue desaprovechando nuestro patrimonio y nuestra potencialidad monumental y arqueológica, a pesar de los cantos a nuestro pasado majestuoso.
Por otro lado, la Córdoba habitable se hace depender de la estabilidad económica, por lo que se han restringido los servicios, a la par que se han reducido el personal, incluso despidiendo empleados, y las inversiones, que son ridículas. Necesitamos que se definan planes de actuación que equilibren la ciudad y que mejoren nuestras infraestructuras, y disponer los recursos necesarios compaginando la eficiencia y la eficacia. Para ello, se debería volver a confiar con la participación ciudadana porque, a pesar de proponer Córdoba participa, en realidad se están retirando recursos para hacerlo. La mejor forma de mejorar los resultados es contar con el vecindario a la hora de programar los diferentes servicios. A ello hay que sumar que la estrategia Córdoba eficiente adquiere mayor relevancia para optimizar el gasto, en especial, en energía o en gasto burocrático, intentando que se rebaje el gasto corriente. De esta complicada situación, solo puede salvarse la capacidad de las empresas Vimcorsa o Emacsa, que contrasta con la crisis de Procórdoba y de la Gerencia de Urbanismo, si bien, es absolutamente insuficiente para dinamizar la economía cordobesa.
Queda claro, pues, que la estrategia más importante para la ciudad 10 es la de Córdoba emplea, pero al ayuntamiento le faltan competencias para desarrollarla, y aunque tuviera instrumentos, sin inversión pública y la falta de crédito del sector privado, no es posible que funcione. El alto endeudamiento municipal, y del resto de administraciones, hace muy difícil, incluso por limitaciones legales, poder dedicar recursos a generar empleo suficiente. La reducción del presupuesto municipal tampoco contribuye a ello. La crisis de Procórdoba, empresa inversora por excelencia, y el desmantelamiento del IMDEEC, entidad dedicada al desarrollo económico y el empleo, tampoco son buenos indicios. Por esa razón, la ciudad se aleja del proyecto CO-10 (que suena más al nombre de una carretera, como la CO-30 que llevaba en su programa PePe Nieto) y se ve obligada a dedicarse, casi plenamente, a la estrategia de Córdoba integra, para asegurar la atención a los sectores sociales que peor lo pasan en la crisis. No obstante, la guerra entre administraciones. con la que solo pretenden ocultar la falta de recursos, pone en peligro el equilibrio social. PePe Nieto debería hacer como Dudley Moore y olvidarse de fantasías publicitarias y centrarse en las verdaderas posibilidades de la ciudad como único camino de salir de la crisis, no empeñarse en que suene una y otra vez el Bolero.. Y quien sabe, a lo mejor Julie Andrews aún conserva parte de la magia de Mary Poppins.
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