Óscar Alzaga: “Siempre he echado de menos que la Transición se estudiase con rigor histórico”
Óscar Alzaga, abogado, catedrático de Derecho Constitucional y expolítico, fue miembro de la Comisión Constitucional del Congreso de los Diputados en la legislatura constituyente de 1977-1979, como miembro de UCD, partido del que fue confudandor. De aquellos años, de sus vivencias, pero sobre todo de la documentación que ha conseguido recopilar, ha nutrido su libro: La conquista de la Transición 1960-1978. Memorias documentadas, donde ofrece un hilo conductor sobre cómo se planificó la salida de la dictadura franquista.
“Yo siempre he echado de menos que la Transición se estudiase con rigor histórico”, cuenta en una charla con Cordópolis antes de la presentación de su libro. Alzaga recuerda que España ha sido “el único país de Europa donde se ha salido de una etapa de represión quemando todos los archivos (...) se destruyen todos los archivos policiales, de la Guardia Civil, los seguimientos que se hacían, sobre las actividades de la oposición. Todo eso eran millones y millones de documentos que, en Italia, Alemania y Portugal, se han conservado” tras los regímenes totalitarios en estos países.
“¿Por qué se hizo aquí? Para no tener que dar explicaciones reales de cómo se estuvo privando de derechos fundamentales a las personas y para reconvertirse, continuar y poder decir que eran demócratas de toda la vida”, argumenta.
Ante tal circunstancia, “ante la falta de documentación”, la principal tarea de Óscar Alzaga para alumbrar este libro ha sido la búsqueda de documentos sobre la Transición en archivos privados y “en la prensa extranjera que detallaba lo que aquí ocurría” en aquellos años. Por eso, cuenta, “este es el primer libro en el que se explica lo que hizo la oposición para recuperar la democracia”.
Planificar una salida al régimen
Y ese es el principal objetivo del autor: “No son mis recuerdos personales ni las anécdotas, que hay muchas, sino que el libro sigue un hilo conductor muy razonado sobre cómo los diversos partidos de la oposición que sufrían el franquismo, tuvieron la capacidad de arriesgarse y planificar una salida del régimen”.
Una planificación que tuvo “tres principales palancas que la oposición movió contra el franquismo” en ese periodo de la historia. De un lado -explica Alzaga-, la palanca vinculada al “carácter generacional”, que se vivía principalmente “en las universidades, con una actitud de distanciamiento del franquismo”. En este punto, valora a parte del profesorado, pero también a “una nueva generación que no se identificaba con la Guardia Civil, con la dictadura y que se ve atraida por la construcción de un modelo europeo”.
En esto última se basa una segunda palanca de cambio, en la “vis atractiva” sobre el modelo europeo por el que se sintieron atraidos los españoles. Y, como tercera palanca, Alzaga sitúa que la oposición democrática “cuenta con el respaldo de las embajadas europeas en Madrid. eso significada el respaldo de los gobierno europeos, de países como Alemania, Francia, Italia, Bélgica...”. Y, apunta, el Gobierno español “tenía que medir el tortazo que nos daba porque desde allí se iba a contestar y tenía la necesidad de mantener un mínimo de relaciones” con los países europeos.
Fuerza de Europa
Muestra de la fuerza de Europa, señala el autor, fue la legalización del PCE: “Cuando se pretendía dejar fuera al PCE, el resto que distábamos de ser comunistas, exigimos ante Europa que también se legalizase. Y Europa lo exigió. Y Suárez, en el último minuto, tuvo que legalizarlo”, sostiene. Como este episodio, el autor trata de mostrar a lo largo del libro “la búsqueda de apoyos para ir aislando progresivamente al régimen franquista” y cómo el proceso culminaría finalmente en la Transición hacia la democracia.
“Se ha dicho muchas veces que un pueblo tiene derecho de conocer su Historia. Pero ese derecho se le ha entrecortado a los españoles y yo he intentando, modestamente, contribuir a dar a conocer ese periodo”, dice sobre la reconstrucción documental sobre la Transición.
Sostiene Óscar Alzaga que solo “el conocimiento de la Historia permitea que la sociedad haga un análisis realista de los problemas. Y si quedan residuos de la dictadura, conviene que la sociedad estudie qué cosas son y las vaya suprimiendo”. “Lo que no tiene sentido es que, después de más de 40 años de la muerte de Franco, la sociedad conserve algunas prácticas que no son de las mejores”.
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