Plácido en Córdoba
En estos tiempos de crisis, el tercer sector dedicado a distintas problemáticas sociales ha incrementado su importancia y protagonismo, Día a día, están ampliando su labor, hasta llegar a verse sobrepasados por la multiplicación de las necesidades que atender. No hay responsable político que no busque reunirse, con foto claro, con los representantes de esas organizaciones, habitualmente, sin comprometerse a resolverles sus demandas. Esa situación no deja de recordarme la película “Plácido” de Berlanga, donde las casas pudientes pugnaban por invitar a un pobre a la cena de navidad como muestra de su sentimiento caritativo. Lo malo es que uno de los pobres se muere y comienza una odisea en la que nadie se responsabiliza del óbito y se echa la culpa a otros, incluso al fallecido, con tal de no crearse problemas y poder seguir manteniendo el cartel samaritano. Eso mismo está pasando en nuestra ciudad, donde los responsables políticos reafirman públicamente su apoyo a las entidades sociales, pero luego dejan que languidezcan carentes de suficente apoyo público.
Esa es la actitud de la Junta de Andalucía al hablar de la importancia de la política social para luego reducir, o retrasar hasta la desesperación, el pago de las ayudas públicas necesarias para el desarrollo de dicho trabajo. Soy consciente de que la crisis económica y la falta de apoyo financiero ha provocado un problema serio de tesorería, pero, en mi opinión, no hay más política social que la que se ejecuta con prioridad, continuidad y calidad. Las entidades sociales que se encargan de programas de mayores, discapacitados, inmigrantes, excluidos, ... se ven obligados a continuar su labor de manera precaria, sin poder pagar salarios, aportando dinero de su bolsillo, o ahogados por los créditos bancarios. Lo lamentable es que la Junta de Andalucía, que sí asegura al máximo el pago de las nóminas de sus trabajadores, sin embargo, no da la misma prioridad al pago a esas organizaciones cuando son conscientes de que, en gran medida, usan los recursos para gastos de personal. Es de esperar que sea cierto que todo podrá estabilizarse con el rescate que se ha solicitado a Madrid.
Tampoco me parece de recibo la postura de enfrentamiento institucional que realiza el ayuntamiento de Córdoba, justificando sus recortes sociales en la falta de aportaciones de la Junta (no del gobierno central, curiosamente), en vez de apostar presupuestariamente por lo social. No vale afirmar que las competencias son autonómicas, pues, paradójicamemte, la falta de subvención de la Junta no impidió celebrar la Copa Davis, que, claramente, no es un asunto municipal y en la que se gastó el equivalente a las ayudas de emergencia de un año. Últimamente, ha sido el presidente provincial y alcalde de la ciudad el que se ha reunido con una serie de colectivos, no para hacer gestiones ante Rajoy, que sería lo lógico, sino para echarle un pulso a la Junta. Se les olvida que los recortes bajan en cascada desde los presupuestos estatales a los autonómicos y de ahí a los municipales. Pero lo más sangrante es que, como sucede en Plácido, donde Cassen, afanado en pagar el plazo de la moto con la que intenta subsistir y que puede perder, se encuentra con múltiples dificultades, la burocracia y la insensibilidad cuestionan que sea sincera su dedicación a lo social.
Que tras 28 años de llevar jardines municipales de forma satisfactoria , a la empresa de inserción social, Zoveco, se le haya dejado sin tal servicio, no representa sino la hipocresía a que nos tienen acostumbrados nuestros dirigentes. Dirán que había un pliego y que el informe técnico es impecable, pero ocultan que los pliegos se han preparado para que prime más la baja económica que la labor social de darle salida laboral a chavales y chavalas de barrios de exclusión social de nuestra ciudad. Adjudicar el mantenimiento de jardines a una de esas empresas que se dedican a quedarse con servicios públicos con bajas temerarias y que pagan salarios de miseria a los trabajadores, no es muestra de sensibilidad social. Ahora se podrá visitar Palmeras, Moreras o el Barrio de Guadalquivir y echar la culpa a otra administraciones de la situación en que se encuentran muchas de sus familias y el abandono de sus jóvenes, pero cuando se tenía ocasión de seguir manteniendo la labor de Zoveco, reconocida por todos, se opta por recortar gasto y generar beneficios privados cuestionables. El próximo año sentarán otro pobre a su mesa, volverán a hacerse fotos y no se acordarán de los que quedan en el camino.
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