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La marca importa

El candidato a lehendakari, Imanol Pradales (i), junto al jefe del Ejecutivo vasco, Iñigo Urkullu (d), durante el acto de cierre de campaña del PNV

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El relevo como cabeza de cartel de un lehendakari Urkullu convencido de ir a por su cuarta campaña, por un cargo medio del partido como Imanol Pradales y el consecuente e inevitable cambio de Otegui en EH Bildu por Pello Otxandiano, han dado a las elecciones vascas un tono vintage, de cuando la competencia electoral se disputaba entre marcas y no entre candidatos que lo protagonizan todo. El aún más escaso conocimiento del resto de los candidatos no ha hecho sino reforzar ese marco.

Estos comicios vascos de tono educado y debate calmado, donde hubo que esperar al final para sacar a ETA, y donde se batían candidatos de popularidad limitada, dejan dos hipótesis, a verificar sin ir más lejos durante las catalanas: la polarización extrema y la verborrea brutal que domina la política española es un fenómeno principalmente madrileño, y los partidos aún marcan la diferencia cuando se trata de ganar elecciones.

Lo vintage quizá fuera el mensaje. En una carrera donde el PNV representaba el pasado y EH Bildu pretendía encarnar el futuro, ese reflejo de la política de antes beneficiaba de partida a los peneuvistas. En un duelo de marcas, el PNV aún tiene ventaja y la ha sabido mantener. La demoscopia no miente: sigue siendo la primera opción y la más transversal cuando se trata de decidir qué partido gobierna mejor.

El PNV decidió romper cuando le convenía con el pasado que representaba un lehendakari bien valorado antes de que se lo rompieran otros, y le ha funcionado. El balance acumulado de la marca PNV ha ganado al balance acumulado de la marca EH Bildu. El avance de Pello Otxandiano ocupa el espacio a la izquierda de los socialistas, pero EH Bildu se ha quedado a la misma distancia del relevo generacional que buscaba que se quedó su candidato de llamar a ETA banda terrorista.

Los socialistas apostaron toda su campaña a consolidar su espacio como fuerza que decide quién gobierna y lo han conseguido con claridad: siguen siendo aún más decisivos y en el gobierno, que era lo que querían; de regalo les ha venido evitarse lidiar siquiera con la posibilidad de tener que decidir quién gobernaba. El PP sube, pero no anota el tanto que más necesitaba: otro parlamento sin Vox a su derecha. Sumar se apunta una victoria parcial ante Podemos en una batalla por un espacio menguante que parece destinada a la mutua destrucción. No se sienten, que ya llegan las catalanas.

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