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La acampada de la Complutense contra la masacre en Gaza sigue creciendo: “Esto acaba de empezar”

Acampada pro-Palestina de la Complutense

Diego Alonso Peña

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“No me creo que mi universidad tenga acuerdos con empresas cuyo dinero al final será destinado a matar niños”, explicaba indignada una estudiante a un amigo que se pasaba este viernes por la acampada en la Universidad Complutense de Madrid. Comenzaba una nueva jornada del campamento en el que, desde el pasado martes, los jóvenes pusieron la primera primera piedra de la reivindicación por Palestina y la exigencia ineludible de cortar relaciones de forma inmediata con Israel. “Invitamos a todos los estudiantes y población civil a que acudan a sus acampadas más cercanas. Esto acaba de empezar y no cederemos”, señalaba una de las portavoces del movimiento.

Lo que el martes empezó con un pequeño grupo de tiendas de campaña agrupadas en torno al Edificio de los Estudiantes, frente al metro de Ciudad Universitaria, este viernes ya se ha consolidado. En cada rincón en el que hay una mínima superficie de césped se encuentra una tienda de campaña que, al igual que piezas de Tetris, intentan amoldarse unas a otras dejando el menor espacio posible. Las que en otras circunstancias se verían en el campo o en festivales hoy acaparan el foco mediático y social de una de las principales universidades del país. “Agradecemos que mucha gente esté asistiendo y sus ganas de aportar, debemos ser precavidos y controlar la situación porque sabemos que ahora mismo tenemos una gran repercusión”, señalan desde el Bloque Interuniversitario.

El territorio del campamento colinda con Ciencias de la Información, la primera facultad que se interpone en el camino de las tiendas y cuya frontera emerge en forma de obras en la carretera que comenzaron hace días. Pese a ello, el hogar de muchos periodistas también muestra grafitis que apoyan la causa palestina. “Fuera sionistas de nuestra universidad” o “Fuerza Gaza, Gobierno cómplice” son algunas de las insignias que decoraban los muros del viejo edificio de hormigón antes de que un trabajador de la limpieza tratara de borrarlas.

En la acampada, la organización de los espacios y actividades está asentada desde hace días. Por las mañanas se llevan a cabo asambleas, tanto del Bloque Interuniversitario como generales en las que se actualiza a los presentes las novedades de las últimas horas. En el espacio ya no solo se encuentran estudiantes de la Complutense. Pancartas y carpas señalan que jóvenes de la Universidad Autónoma de Madrid o de la Carlos III también han asistido a ofrecer su apoyo a la acampada de Ciudad Universitaria.

Al inicio, puestos de información y de alimentación muestran la forma de proceder para prensa y curiosos. “Me siento en un reality show. Anoche estaba saliendo de la tienda y de repente ¡zas! el foco de una cámara. Otro día me entrevistaron un par de veces y estaba abrumado”, relata uno de los estudiantes. Por la noche se realizan turnos para controlar la situación y solicitan que de 00.00 a 8.00 se intente hacer el menor ruido posible para poder descansar, además de que no se ingieran ni alcohol ni drogas. “Queremos dar la imagen de ser un movimiento serio y comprometido, que no nos puedan buscar las cosquillas por la bebida. Además, podríamos dar razones a la Policía para entrar”, anunciaba uno de los portavoces en la asamblea del mediodía.

Los roles del movimiento estudiantil que llevan meses orquestando actuaciones propalestinas están acordados a través de comisiones –cada una dedicada a un tema concreto– y brazaletes que portan en el brazo. Aquellos cuyos colores sean negro y amarillo llevan la seguridad y el cumplimiento de lo acordado de forma asamblearia. Los marrones se encargan de gestionar a nivel comunicativo y relacionarse con la prensa; los rojiblancos de la organización y de las comisiones: limpieza, alimentación, iniciativas, talleres... Pieza a pieza, logran que el asentamiento instaurado esta misma semana pueda ser organizado y prospere.

“Voy a irme a casa a ducharme y ahora vuelvo, es un pequeño lujo burgués que me puedo permitir al vivir al lado”, comenta con humor uno de los estudiantes. La higiene toma partido tras varios días de acampada. “He visto que en Estados Unidos unos sionistas soltaron ratones en uno de los campamentos, ¿te imaginas que pasa aquí?. El otro día vi cucarachas, es lógico, tenemos comida y ya llevamos días. Veremos si nos echan antes esos bichos o la Policía”, le responde otra de las que imparten la carrera de Filosofía en una conversación distendida. Los estudiantes recorren las facultades de la universidad para asearse y usar los baños en el que es ya su cuarto día en la Complutense.

Mientras el campamento busca formas para ir ampliando los espacios de las tiendas de campaña y la organización de la acampada, el compromiso firme de los integrantes es el de permanecer e insistir. “Sabemos que el comunicado de la CRUE no sirve para nada. Nuestra exigencia es que se corte relaciones de verdad, de poco sirve revisar nada”, explican en la asamblea.

En los próximos días la acampada se enfrentará al primer fin de semana en el que las facultades no imparten clase. Mientras, decenas de estudiantes acuden con tiendas y esterillas para aportar su grano de arena al campamento en el que el apoyo a Palestina acapara la atención del país.

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