Xisco, el héroe de ayer es el enemigo del mañana
El delantero balear marcó el gol con que certificó su ascenso a Primera, hace algo más de un año, el Deportivo, al que ahora tendrá que hacer frente con los colores del Córdoba
Sucedió el 27 de mayo del pasado año. Ese día Xisco se erigió en héroe del Deportivo con un tanto que bien valía un ascenso. El conjunto gallego se enfrentaba al Huesca en la penúltima jornada de Segunda y buscaba un triunfo con que sellar de forma matemática su regreso a Primera. La fiesta se aguó pasada la media hora de juego cuando los oscenses tomaron ventaja en el marcador. Pero los coruñeses, que tenían ventaja como llegar con cierta tranquilidad a la última fecha del campeonato, no habían dicho su última palabra. Riki, apenas siete minutos después, cinco antes del descanso, igualó la contienda. Faltaba poner la guinda a un pastel que fue mucho más dulce para el delantero balear, que anotó el tanto con que Riazor festejaría el salto de categoría.
El punta apareció en el momento preciso después de un trayecto de tonalidad gris. Las lesiones impidieron que pudiera participar con asiduidad con el equipo que dirigía José Luis Oltra. Superadas situaciones difíciles, se vio relegado a la suplencia. De los 16 encuentros que disputó esa temporada, en sólo tres fue titular. De hecho, en el choque del ascenso no saltó al verde de Riazor hasta el minuto 66. Sólo cuatro después hizo acto de presencia para marcar el citado gol, el que le convertía aquel día en absoluto protagonista para el deportivismo. Fue la tercera y última vez que perforó una meta rival en esa campaña. Después, tocó regresar al club al que pertenecía, un Newcastle del que salió en enero para poner rumbo a Córdoba.
Sus números con la elástica blanquiverde mejoraron de forma que se convirtió en el oscuro objeto de deseo de la entidad califal este verano -en enero había firmado hasta el 30 de junio-. Cierto es que tardó en entrar en juego debido a que salía de una lesión, pero en cuanto lo hizo se ganó los galones que hoy luce en la vanguardia del conjunto cordobesista. Tuvo el papel de titular indiscutible en el último tercio del curso y marcó ocho goles en 14 partidos, números que no se acostumbran a ver a orillas del Guadalquivir. Esta temporada aparece como el nueve deseado, ése en el que recaen las mayores esperanzas de un equipo en el camino hacia el gol.
Tras un primer encuentro en que no pudo “mojar”, el balear regresará a Riazor, ese estadio en que un día fue vitoreado y en que quizá estrene su cuenta goleadora de la recién iniciada campaña. Volverá a un campo que conoce a la perfección, pues allí pasó varias temporadas en distintas etapas, pero en esta ocasión lo hará para restar felicidad y no para aportarla. Los colores de su vestimenta han cambiado y quién sabe si no lo hará también su papel de héroe. Su puntería de cara al marco rival dará la respuesta. Un gol que aportara para que el Córdoba venza le podría convertir en villano por un día. Si eso sucede, ya ha confirmado que no lo celebrará por respeto a la afición de Riazor, aquella que un día le veneró.
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