Seis mil atletas, seis mil historias
Cada 'runner' tiene su desafío personal en una carrera que congrega a todo tipo de participantes: desde profesionales del atletismo hasta amas de casa
¿Se puede ganar una carrera antes de que empiece? Por lo que se puede comprobar en los prolegómenos de la prueba, parece evidente que sí. Para muchos participantes, quizá para una mayoría más amplia de lo que podría pensarse, el cronómetro es un elemento accesorio. La marca final no les obsesiona. No van a calibrar lo bien o mal que lo hicieron por el tiempo final. El éxito era estar ahí. La media maratón ya la han corrido muchas veces en los últimos meses y la meta era precisamente ésta. Colocarse en la línea de salida con un dorsal en el pecho. Y luego, que venga lo que tenga que venir. Ha habido muchos así. Sonrientes, bromeando con los amigos, haciéndose fotos en posturas poco académicas. Qué más da. Ya ganaron con estar. El sufrimiento que llegó después era la propina. Agradecen la paliza. Son 'runners'. Nacidos, como en la canción de Springsteen, para correr.
Hizo frío. Hubo niebla. Humedad, toda la que quieran. Pero no llovió, lo que supuso un alivio para los atletas. Sobre todo para los menos avezados, que miraron satisfechos al cielo. A pocos les apetecía un concurso de camisetas mojadas a primera hora de la mañana de un domingo. Cada cual fue a lo suyo sin meterse en lo de los demás. Una buena filosofía de vida que, al menos en el atletismo, funciona. Inma Cantero, Miguel Ríos, Manolo Garnica... Rostros conocidos detrás de la cinta. Unos con tensión; otros, visualizando su futuro inmediato. Una horita y media, como minimo, corriendo sobre el asfalto de la ciudad. Sólo unos pocos pensando en subirse a lo más alto del podio. La gran clase media, soñando con pasar un buen rato y tener después algo que contar a la familia y a los compañeros del curro el lunes. La victoria es otra cosa para ellos. Seis mil atletas, seis mil historias.
Los instantes previos trajeron las clásicas escenas de vodevil, con los organizadores tratando de ajustarlo todo y el gentío inquieto. Si resulta complicado “manejar” a los chicos de la prensa en un evento de este calibre, lo de controlar a los centenares de fotógrafos -cualquiera lo es ya con un móvil en la mano- en la zona de salida es tarea perdida. En éstas le pasaron una pistola a Miguel Reina y el campechano concejal la levantó. “¿Ya?”, dijo. Y disparó al cielo. “Faltaban todavía tres minutos”, le explicaron. “Pues en mi reloj son las nueve en punto”, contestó jocosamente el legendario portero de fútbol, hoy presidente del Instituto Municipal de Deportes. Por entonces, la marabunta atlética corría ya sin vuelta atrás.
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