A las ocho en la portada
La afición del Córdoba disfruta con un triunfo trascendental ante el Elche para mantener la ilusión por el ‘play off’ | A la fiesta en El Arcángel le acompaña la de una Feria más viva tras el partido
Aprieta el calor. Son las cuatro y media de la tarde. Desde lejos se divisa la réplica de la torre de la Mezquita-Catedral. Quien dirige sus pasos hacia El Arenal puede en ese instante adivinar el jolgorio que sobre el albero debe existir. Comienza la aventura de cada año por estas fechas. Una churrería a un lado. Al otro, uno de esos puestos en los que turrones y peluches comparten espacio. A esa hora son todavía pocas las personas que inician el camino entre atracciones. Difícil tarea. La música, que se intuye antes de cruzar el recinto, suena cada vez más alto. La Feria permanece calma en la calle del Infierno. Quizá sea diferente la historia en las casetas. El paso de los minutos conlleva, es normal, que la marea humana crezca. Está el que viene de algún lugar del Real y el que trata de dejarlo atrás en una odisea que esta vez parece ser menos. Lo cierto es que el trayecto es más complicado que habitualmente.
Camisetas blancas con una amplia franja horizontal de color verde se confunden con otras en las que esos colores conviven en mayor cantidad. Mientras el ruido ambiente inunda El Arenal, El Arcángel cobra vida. Muy poco a poco. Lentamente. Tanto que media hora antes del comienzo del partido decisivo -otro en la lista, pero mucho más-, en la grada se está, como suele decirse, “en familia”. Unos y otros, los que vienen de tomar rebujito, o un refresco, y los que rebajan el estómago a zancadas tras la comida sonríen. Cada vez son más. Menos mal. El Córdoba y el Elche se juegan la campaña. Cada uno la suya. El play off a Segunda A es el escenario que desean encontrar. Como los aficionados el estadio en plena Feria. Siempre igual.
El balón rueda a las seis de la tarde y el calor no desaparece. Aunque un ligero aire corre. Hay esperanza de supervivencia. E ilusión. Y ganas de disfrutar. Entre la afición, mujeres vestidas de faralaes y señores con sombrero de paja. Todos esbozan un rostro feliz, que lo es más cuando Florin saca billete para la noria. La de siempre. De repente, la atracción queda cerrada. Lo dice Armando. Pero el tren no se puede escapar y en la montaña rusa que en ocasiones es el fútbol aparece Pedro Ríos. El rumano, desde el punto de penalti, culmina la rumba al final del encuentro. Es momento de reír. Es lo que desean hacer los seguidores del Córdoba. Porque un rato después, para pasar la noche, toca visitar la Feria. “A las ocho en la portada”, donde todo el mundo. Otras quizá tocara “ahogar penas”, pero esta vez no. Un triunfo, una copa, un gofre y a celebrar. El miércoles más.
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