Saber estar para llegar a ser
Lorca, Lorca y Lorca. No pensaba en otra cosa el Córdoba, y tal que así quiso puntualizarlo Pablo Alfaro en la previa del partido. Además, la necesidad -por ambición- apremiaba a un cuadro cordobesista que iniciaba la segunda vuelta con la intención (y la obligación) de llevarse los tres puntos ante el colista del subgrupo. No había discusión frente a eso, tampoco otra solución posible. Era el único camino a seguir, si no se pretendía avanzar por una línea cada vez más estrecha. Y el precipicio aguarda a un nuevo año insípido para muchos. Solo existe un pequeño botín posible y son demasiados los aspirantes. Por lo tanto, avanzar sin concesión se antoja como tarea indispensable. Más aún frente al farolillo rojo, y el equipo califa saltó al césped con todo el brío que le ha caracterizado en citas recientes. Así es, un arranque efervescente por parte de los visitantes, hoy vestidos de rojo y blanco, que, pese a las imprecisiones, conseguían hacerse con el dominio de la situación, acumulando ciertos acercamientos pero sin peligro real. Hasta la fecha, parece bastar una sola bala en la recámara.
Sin embargo, esa puesta en escena no descompuso el orden establecido en un Lorca Deportiva en plena reconstrucción, con nuevo técnico y con la mitad de la plantilla recién fichada. Es más, el balón estaba en los pies de los de Alfaro, aunque las primeras oportunidades con peligro real se las apuntaron los locales a través del libre directo, pues los pupilos de Juanjo Asensio acumularon varios golpeos desde la frontal en los primeros minutos de partido, destacando uno de Gondra en el 17’ que pasó rozando la escuadra de la meta defendida por Becerra. Superado el cuarto de hora, era el Lorca el que ponía la chispa en ataque.
Por contra, el Córdoba seguía perdiendo ritmo y control con el avance de la situación, y sin llegar aun siquiera a haber sumado un disparo a puerta. Los problemas ofensivos continuaban evidenciándose, pues la mirilla, una vez más, ya no es solo que estuviera desviada. Es que no había ni ocasión de fijarla en dirección al gol.
Sufrían los cordobeses sobre el césped del Artés Carrasco superada la media hora de juego, ante un Lorca que estaba palpando en su carnes ese efecto que se dice que ocurre cuando tienes nuevo entrenador. Y si no que se lo digan al propio Córdoba. La idea de juego era clara en los murcianos, muy serios y pacientes sobre el terreno de juego, fórmula que muchas veces encontraba la claridad. Todo lo contrario que los visitantes. De hecho, y aunque ambos guardametas apenas tuvieron trabajo en el primer tiempo, lo cierto es que la amenaza rondaba casi siempre el área cordobesa. Un ejemplo más ello llegó a través de un cabezazo de un futbolista lorquino tras saque de esquina, que se marchó fuera tras golpear en el larguero en una ejecución excesivamente bombeada. El planteamiento levantino, de momento, ganaba la partida en el juego.
Y es que sería en el minuto 42 cuando llegase la primera incursión realmente peligrosa del Córdoba. A través del talento individual de De las Cuevas, pues en la circulación colectiva andaban muy lentos los califas. De este modo, el alicantino, ya plenamente recuperado de sus dolencias -y que se mostró como uno de los más participativos en el primer tramo del choque-, se sacó de la chistera un regate espectacular para dejar atrás hasta tres defensas lorquinos en la diagonal del área, aunque su disparo se marchó desviado. Ni así había forma de dirigirla entre los tres palos. Descuento cumplido. Pitido final y punto y seguido. Quedaba mucho trabajo por delante si se pretendía cumplir con el objetivo marcado. Pero también había tiempo de sobra.
El guion fue similar de salida tras la pausa. Más ímpetu cordobés. Control del esférico, idea vertical. Pero seguía faltando ese olfato ofensivo. Por el contrario, y también como ya ocurriera en la primera mitad, de nuevo la eficiencia en ataque llegaría por parte del Lorca Deportiva. Que avisó, cómo no, de falta directa. Eso sí, un intangible como la suerte sí que parecía estar del lado califa, pues Gondra se topó nuevamente con el travesaño en un potente chut lejano y muy escorado.
Y pese a todo, la lata la abrirían los visitantes. Puede faltar físico, pueden faltar ideas, puede faltar continuidad, puede faltar acierto, pero el talento de esta plantilla es notorio. Y eso es innegociable. En los momentos delicados siempre es cuando brota esa baza. La de la experiencia, la veteranía y, sobre todo, el saber estar. De permanecer en el sitio adecuado. Y de eso anda sobrado el Córdoba. Una jugada elaborada con calma acabó en una dejada de Mario Ortiz para que Valverde sacara un golpeo lejano y raso, ante el que actuó rápido Iván Martínez. Pero no seguro, pues su rechace acabó en un balon muerto en el área pequeña, donde se encontraba un experto depredador como Willy, que no falló con el meta vencido e inauguró el electrónico para los suyos. Vía abierta.
El tanto cambió radicalmente la inercia de la contienda. El Córdoba, ya con el trabajo adelantado, se encontraba mucho más cómodo. Ganó en confianza, al tiempo que el Lorca acusó el cansancio y la prisas por buscar el empate se tornaron en imprecisiones continuas. Y por si fuera poco, apareció Piovaccari. El italiano saltó al césped para revolucionar el ataque durante el último cuarto de hora, en el que se convirtió en una verdadera pesadilla para la defensa murciana. Mucho más fresco que el resto, la intensidad del ariete se hizo muy latente, pues a los pocos minutos de salir ya sumó sus primeros disparos. Una doble oportunidad tras interceptar por velocidad el balón en un error del Lorca a la espalda de la defensa, y mediante las que pudo ampliar la renta para el Córdoba hasta en dos ocasiones, pero en ambos casos se encontró con el cuerpo de Iván Martínez. Tres veces más haría ese ejercicio de explosividad, pero lo cierto es que su presencia se encontraba muy solitaria en el área lorquina. Se aguantó y los tres puntos valieron su peso en oro. Sumando gol a gol y con una extraordinaria efectividad atrás. Puerta vacía, otra vez. Saber estar para llegar a ser.
FICHA TÉCNICA
LORCA DEPORTIVA, 0: Iván Martínez, Emilio Iglesias, Ardil, Carlos Garrido, Sergio Rodríguez, Britos (Lomas, 63’), Diego Peláez (Serrano, 63’), Gondra (Marconato, 74'), Cellou, Silvente (Álex Melgar, 81') y Carrasco.
CÓRDOBA CF, 1: Becerra, Jesús Álvaro, Xavi Molina, Bernardo, Álex Robles, Mario Ortiz (Farrando, 79'), Del Moral, De las Cuevas (Javi Flores, 79'), Moutinho (Oyarzun, 45’), Valverde y Willy (Piovaccari, 66’).
ÁRBITRO: Ortega Herrera (Comité Valenciano). Mostraron cartulina amarilla a los locales Britos e Iglesias, y a los visitante De las Cuevas y Oyarzun.
GOL: 0-1 (56’) Willy.
INCIDENCIAS: Partido correspondiente a la décima jornada de liga en el Grupo IV-B, disputado en el Estadios Artés Carrasco a puerta cerrada.
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