Felices todos: el alimento del fútbol, el gol de la vida
Un año más, Cordobamanía realiza su recogida de alimentos para los niños saharauis, con amplia respuesta de la afición | El Arcángel vibra con un Córdoba que se consolida en el liderato
Caminan felices. Con cierta parsimonia, pues van con tiempo sobrado, marchan por El Arenal. El pequeño va de la mano de su padre. Da saltos mientras canturrea una de esas canciones que con cada vez mayor volumen suenan en el interior del estadio. “Volveremos, volveremos, volveremos otra vez”, grita cargado de ilusión el niño, que con ganas agarra una bolsa de plástico. La baila al compás de sus brincos. El hombre, sonríe con su hijo. Recorren contentos El Arenal con un calor atípico a estas fechas. “Es que estamos en diciembre”, protesta otro aficionado que conversa con un amigo. Ellos también dirigen sus pasos hacia la misma dirección. Y portan sendas bolsas, al igual que el jovenzuelo. Todos acuden a El Arcángel a ver al líder de Segunda A, que esperan tras el domingo siga como tal. Si puede ser, con una ventaja mayor. Aunque antes toca ganar este sábado.
A lo lejos, junto al puesto lleno de bufandas y banderas, una gran carpa se divisa. Son las cinco de la tarde y allí continúan quienes año tras año buscan la sonrisa de otros niños. Estos se encuentran a un buen puñado de kilómetros, donde el desierto es real y no una imitación como la de El Arenal; donde la lluvia no sirve para cosecha alguna, pues no la hay, y causa estragos a viviendas de frágil condición. Una vez más, como camino de cumplir el tercer lustro, la peña Cordobamanía convierte el fútbol en la vía perfecta para ejercer una hermosa labor solidaria. La asociación realiza su recogida de alimentos para los niños saharauis, que además saben bien de la existencia de un equipo que se llama Córdoba. Gracias a, entre otros, aficionados de un grupo que recibe con una sonrisa a todo aquel que está dispuesto a colaborar. El pequeño que salta y canturrea se detiene ante la mesa y coloca su bolsa. En su interior, un par de kilos de arroz, granos que hacen granero en esta iniciativa.
El niño ríe y su padre, tras unos segundos en que no lo hace, le vuelve a agarrar con cariño la mano. Los dos continúan su camino hacia el que es su destino. Las gradas de El Arcángel tardan más en poblarse. Tanto cuánto tardan las manillas del reloj en alcanzar la seis de la tarde. A esa hora el frío empieza a hacer acto de presencia. Es lo normal y lógico. Pero no importa cuando termina el partido, allá cerca de las ocho. El Córdoba gana una vez más. Sigue líder y despedirá el año en posición de ascenso directo. Encima el segundo clasificado pierde. El jolgorio en el coliseo ribereño es comprensible. Todo va genial y el calor recobra fuerza con cada salto y mucho más con los cánticos que no cesan. La afición es feliz. Dos tantos de Xisco y Víctor Pérez bastan, son el alimento del fútbol. Pero mucho más un kilo de legumbres, que es el gol de la vida. Si son cientos, mejor. Porque el partido que realmente importa esta vez, y se también se ha vuelto a vencer, es el de la solidaridad. En Tinduf, hay quien, desde la distancia, celebra al son del cordobesismo. La alegría es compartida. Otros niños van a reír. Es lo que importa.
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