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Juan Velasco

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La ciudad califal de Medina Azahara sigue desenterrando misterios cada vez que un investigador pone un pie en los restos arqueológicos de este yacimiento, patrimonio mundial de Unesco desde 2018. Un espacio único en el mundo que, además, está muy poco excavado (apenas un 10%), y cuya historia y relación con la Córdoba de los Omeyas tiene un halo de leyenda, muy del gusto de investigadores, historiadores y curiosos.

En los últimos días, la leyenda ha añadido un nuevo plot twist con la aparición de una de las hipótesis más sorprendentes lanzadas en torno a la ciudad palaciega que construyó el primer califa, Abderramán III, y que plantea que su abandono y posterior destrucción estaría relacionada con varias cadenas de terremotos que afectaron la zona, sin descartar los efectos de la guerra civil y el posterior asedio y saqueo de las tropas beréberes de Sulaymán al-Mustaín.

Esta teoría es la que plantea la investigación Evidencias arqueosismológicas de daños sísmicos en Medina Azahara a inicios del siglo XI. Se trata de un trabajo que firman nueve investigadores, procedentes del Instituto Geológico y Minero (IGME-CSIC), la Escuela Politécnica Superior de Ávila (Universidad de Salamanca), la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, Universidad Autónoma de Madrid y Universidad de Alcalá. Entre los firmantes de este trabajo está el exdirector de Medina Azahara, el arqueólogo Alberto Montejo.

Esta investigación, además, coincide en el tiempo de publicación del proyecto de Investigación Análisis Multidisciplinar y Multiescala de los mecanismos de localización y reparto de la deformación cortical en convergencia oblicua de la Universidad Pablo de Olavide, y que también llega a una conclusión similar a partir de un proceso de investigación distinto.

Un trabajo realizado en once puntos de Medina Azahara

¿Qué dice el primer documento, publicado hace unos días en inglés en Applied Science? Pues, a partir de un estudio en once puntos del mismo yacimiento arqueológico y de los efectos en él de una serie de seísmos registrados en Andalucía, viene a plantear la idea de que los daños por terremotos no pueden descartarse “como factor desencadenante (entre otros) del repentino abandono, destrucción y ruina tardía de la ciudad califal”.

“El estudio arqueosismológico aporta las primeras pistas sobre el posible papel desempeñado por un terremoto en el repentino abandono y ruina de la ciudad”, apunta el documento, que identifica “once tipos diferentes de Efectos Arqueológicos del Terremoto (EAE), como piedras clave caídas en arcos, muros inclinados, fracturas conjugadas en muros de ladrillo, fracturas conjugadas y pliegues en pavimentos regulares y esquinas rotas inclinadas en columnas, entre otros”. 

En este ámbito, los investigadores reconocen que “el repentino abandono y declive de Medina Azahara siguen siendo objeto de debate entre la comunidad arqueológica, ya que ninguna crónica antigua describe su destrucción o su posterior saqueo”. Cronológicamente, este periodo coincide con un “bien documentado periodo sísmico en todo Al-Andalus, pero especialmente en los alrededores de Córdoba” que, según los autores, es, de hecho, “el primero documentado históricamente en la Península Ibérica, por casi todas las crónicas de la época”.

Este periodo sísmico se extiende, en una primera etapa, desde el año 944 hasta el 974, coincidiendo con la vida del yacimiento califal estudiado, antes de su a abandono repentino en el 975. Después, están otros fuertes terremotos destructivos ocurridos en la zona poco después de este periodo en los años 986-987 y los de los años 1024-125 y 1169-1070. Estos últimos, según se apunta, “podrían haber contribuido a la ruina tardía y a la destrucción del sitio ya abandonado”.

No obstante, la propia investigación aclara que estamos ante una hipótesis. Hacia el final, dice textualmente: “La información fragmentaria procedente de excavaciones puntuales modernas no demuestra la naturaleza sísmica de las deformaciones estudiadas, pero refuerza la hipótesis sobre su origen sísmico sugerida por el análisis de daños orientados desarrollado en este trabajo. Es decir, la dirección homogénea del movimiento del suelo deducida del análisis realizado indica que los daños orientados registrados en Medina Azahara pueden relacionarse sin duda con un terremoto dañino que contribuyó a la destrucción y ruina de la ciudad”.

Una falla activa desde hace 1.000 años bajo el yacimiento

Por su parte, la investigación de la Universidad Pablo de Olavide se ha desarrollado durante tres años con el objetivo de analizar la influencia de la actividad cuaternaria de fallas tectónicas en la evolución del relieve de Sierra Morena y de la campiña andaluza.

Según los investigadores, la actividad de estas fallas pudo influir en el abandono de Medina Azahara y en la desecación de una laguna de tiempos romanos cercana a Sierra de Yeguas, en la provincia de Málaga, entre otras cuestiones, porque la ciudad califal se encuentra al pie del escalón topográfico de Sierra Morena, que está controlado por una falla subvertical. 

Así, el estudio de los investigadores e investigadoras de la Pablo de Olavide ha concluido que la actividad de esta falla es tan joven como 1.000 años cuando, aproximadamente, la ciudad omeya fue abandonada. Por lo tanto, según los estándares geológicos, se trata de un proceso activo.

Las fuentes históricas

Ante estos dos trabajos, no han tardado en surgir algunas voces discrepantes, entre ellas la del director del yacimiento, Antonio Vallejo, que especifica que, más allá de la hipótesis planteada, el trabajo del Instituto Geológico es muy interesante, como todo lo que “abunda en el conocimiento de la geología de Córdoba y de Medina Azahara”.

Respecto al fondo del artículo, Vallejo relata que el trabajo publicado en Applied Science habla de varias cadenas de terremotos. Entre ellas está la primera, entre los años 971 y 974, y que se plantea que pudo influir en el abandono de Medina Azahara, de lo que él duda. 

“En esa época no es que Medina Azahara se abandone, es que en el año 981 Almazor construye una nueva ciudad, Medina al-Zahira, y lo que se desplaza es la élite administrativa del estado omeya a esta nueva ciudad, del mismo modo que antes se había desplazado de Qurtuba a Medina Azahara. Pero no la población. La población no abandona la ciudad califal”, señala el director del yacimiento, en referencia a algo que también recogen los investigadores que firman Evidencias arqueosismológicas de daños sísmicos en Medina Azahara a inicios del siglo XI.

Vallejo, sin embargo, va a más, pues cree que “esos terremotos no influyeron en el abandono, en el sentido de que no hay noticias en las fuentes de los presuntos daños en Medina Azahara”. 

Por otro lado, recalca que los terremotos de 1024-1025 se producen cuando Medina Azahara está prácticamente abandonada, con lo que, de influir, sólo podría ser en el daño de algunos edificios, pero no en el abandono de la población. Lo mismo dice de la última cadena de terremotos, los del año 1169-1170, pues se producen cuando sigue abandonada.

“Aunque los seísmos en este caso están constatados como devastadores en algunos lugares de Al Andalus, en Medina Azahara, sabemos que en el 1190, es decir, dos décadas después de estos terremotos, Al Mansur desmontó la estatua femenina que coronaba la puerta principal de la ciudad y que aún estaba en pie. Es raro que, si el terremoto fue tan devastador como para tirar edificios, se hubiera mantenido la estatua”, reflexiona el historiador y arqueólogo, director del conjunto arqueológico desde 1985 a 2013 y, en una segunda etapa, a partir de 2019.

Vallejo, en cualquier caso, apostilla que los terremotos existieron, están constatados, pero hay que matizar su impacto en la despoblación de la ciudad. ¿Si fueron tan potentes, se notaron en Córdoba o la Mezquita? Vallejo responde que “no lo parece, ya que el alminar de la Mezquita sigue en pie hasta el siglo XVII, cuando el terremoto de Lisboa sí lo daña. Pero no hay noticias de que todos esos terremotos hubieran afectado a la Mezquita de Córdoba”, concluye.

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