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Un noviembre casi sin lluvia mantiene la alarma en los embalses, con algunos a los que les quedan seis meses de agua

Embalse de Martín Gonzalo.

Alfonso Alba

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Los vecinos de Montoro, Villa del Río, Adamuz, Algallarín, Pedro Abad, Bujalance, Morente, El Carpio, Maruanas, Villafranca de Córdoba y Cañete de las Torres se beben cada año 3,9 hectómetros cúbicos de agua potable. Su suministro depende de un embalse situado a las faldas de Sierra Morena, el Martín Gonzalo, que es precisamente uno de los que más preocupa a la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG). Después de que en abril de este año se diera por agotado el de Sierra Boyera, con los problemas que ha generado en la zona norte de la provincia de Córdoba, el siguiente en el que se han puesto las alarmas es el de Martín Gonzalo. Actualmente, en su interior retiene unos dos hectómetros cúbicos de agua. Es el agua que se bebe la comarca en seis meses.

Un noviembre más seco de lo normal después de las lluvias de octubre apenas ha cambiado la situación de extrema sequía que se vive en la provincia de Córdoba. A estas alturas del año apenas hay 20 hectómetros cúbicos más de agua en los embalses de la provincia de Córdoba, una cantidad insuficiente por que además esos recursos están sobre todo en pantanos que se usan para regadío y no para consumo de las ciudades, como es el caso del Martín Gonzalo. El año pasado, a estas alturas del año, el Martín Gonzalo tenía 2,5 hectómetros. Las lluvias de diciembre elevaron la reserva a 4,5 hectómetros, que ha bajado hasta los dos actuales. La situación preocupa. Si no llueve de manera abundante no se garantiza el suministro para el verano en la zona.

También hay menos agua que el año pasado en el Guadalmellato, el embalse del que bebe Córdoba capital. Pero más en San Rafael de Navallana. El primero ha trasvasado al segundo, que se usa fundamentalmente para riego, pero que en caso de necesidad también puede aportar recursos al sistema de agua potable de Córdoba capital. Entre ambos hay prácticamente la misma cantidad de agua que el año pasado. Pero el Guadalmellato ha bajado de los 53 hectómetros de noviembre de 2022 a los 40 de la actualidad. Mientras que Navallana ha subido de 43 hectómetros a 62. No obstante, y según sus estatutos, Emacsa ha activado el protocolo de sequía en Córdoba, después de que el Guadalmellato acumule dos meses consecutivos por debajo del 50%. Ahora mismo, muchas de las fuentes de la ciudad han dejado de funcionar.

En el norte de la provincia de Córdoba la situación sigue siendo la misma. En Sierra Boyera las lluvias no han cambiado nada. A día de hoy el embalse tiene 0,3 hectómetros cúbicos. Es un agua imposible de bombear a la ETAP y por tanto de aportar a la red. Esta zona necesitaría al menos 200 litros en los próximos meses para poder tener agua aprovechable, según los cálculos de los técnicos de Emproacsa.

En el sur, el gran embalse de Córdoba, Iznájar, está mejor que el año pasado, aunque no mucho. En noviembre de hace un año retenía 120 hectómetros cúbicos de agua (con una capacidad total de prácticamente 900). Ahora reserva 148 hectómetros cúbicos de agua. Son recursos que garantizan el abastecimiento a más de 200.000 cordobeses. Y que probablemente también se usen para riegos extraordinarios en caso de que no llueva lo suficiente durante el año hidrológico.

Al oeste, los municipios dependen en gran parte de Iznájar. Y embalses como La Breña II se usan exclusivamente para el regadío. No obstante, su situación sigue siendo crítica, aunque algo mejor que en 2022.

A nivel provincial, en Córdoba hay 485 hectómetros cúbicos de agua, cuando hace un año había 460 hectómetros cúbicos. Es apenas un 14,6% de la capacidad total. En la provincia hay infraestructuras suficientes como para retener un total de 3.320 hectómetros cúbicos de agua.

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