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Carmen Reina

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La montaña de tierra extraída se ve apenas se entra en el cementerio de La Salud de Córdoba. En las excavaciones hechas en el cuadro de la Virgen de los Dolores del camposanto, bajo metro y sesenta centímetros de terreno, el hallazgo de los restos de al menos trece personas, asesinadas y arrojadas unas encima de otras, confirma la aparición de una gran fosa común de represaliados de la Guerra Civil. Allí abajo, los huesos amontonados, botones de la ropa que vistieran, restos del calzado e incluso un peine perfectamente conservado. Y arriba, a pie de fosa, 85 años después de la guerra, los familiares de los fusilados se aferran a la esperanza de poder ver con sus propios ojos una exhumación que servirá de guía para indicar el camino de los futuros trabajos de recuperación de todos los restos.

“Ver que se han encontrado los restos de estas personas, da esperanza a los familiares”. Quien habla es el presidente de la asociación Dejadnos Llorar, de familiares de represaliados de la guerra y el franquismo en Córdoba, Antonio Deza, que da cobertura a quienes buscan a más de 4.000 fusilados que se hallan en dos cementerios de la capital. Deza, en apenas una semana cumple 85 años, los mismos que han pasado desde el golpe de 1936 y el inicio de la Guerra Civil; los mismos que las familias llevan queriendo recuperar los restos de sus seres queridos para darles una sepultura digna.

Junto a él, Cordópolis ha sido testigo del proceso de exhumación de uno de los cuerpos hallados en los sondeos de localización de esta gran fosa en el cementerio de La Salud. Una exhumación que servirá a los profesionales para dar los últimos pasos en los trabajos actuales, ahondar aún más en el sondeo y ver la envergadura de la fosa para guiar en el futuro las tareas de excavación y exhumación de todos los cuerpos que se encuentren en esta zona del camposanto.

Hueso a hueso, sobre una tabla: 15 horas de exhumación

Sobre una tabla, los antropólogos se afanan en exhumar los restos de una de las personas halladas en la fosa, la que está en mejor estado para la recuperación de los huesos en su totalidad. Se trata de un joven, un varón de veintipocos años, apuntan viendo su dentadura y otros signos en los restos óseos. Y, dado su estado, calculan que tardarán unas 15 horas en exhumarlo al completo. Cada hueso o parte de él es extraído con la mayor delicadeza y analizado para comprobar si hay, por ejemplo como es el caso, roturas post mortem o proyectiles alojados en los restos. Uno a uno, los huesos van llenando la tabla donde descansará el esqueleto extraído. Un montón de pequeños huesos en un extremo de la tabla, de repente cobran forma al ser ordenados por el antropólogo: es uno de los pies. Al otro extremo, varias partes del cráneo. Luego, los huesos largos de las extremidades, como el fémur, que se conservan bien y eso ayudará a extraer ADN de ellos para su identificación. Y después, un sinfín de pequeños huesos que se agolpan para componer la columna vertebral y las costillas.

“Ver esto siempre llega muy hondo”, afirma emocionado Deza, imagen viva de todas esas familias que aún 85 años después buscan a los suyos. “Muchos han muerto. Pasa el tiempo”, dice consciente también de su propia edad y la de sus coetáneos que anhelan encontrar los restos de sus padres, sus tíos y otros familiares. “Tienes una doble sensación: ves los trabajos, la exhumación, que se va trabajando, avanzando... Pero por otro lado, pasa el tiempo, mucho tiempo”.

Enterramientos ocultados

El hallazgo de los restos ha roto el silencio que los ocultaba. Y ese silencio sospechoso fue el que empujó al equipo de profesionales de la empresa Aranzadi -una historiadora, un arqueólogo, un atropólogo y varios auxliares-, a solicitar hacer los sondeos en el cuadro de la Virgen de los Dolores del cementerio. A un lado de este, el cuadro de Santa Bárbara donde reposan restos de militares fechados hasta 1937. Al otro lado, el cuadro IV con sepulturas hechas hasta 1936. Y en medio, donde ahora se trabaja, el silencio. Los libros de enterramientos del cementerio solo hablaban de inhumaciones en ese cuadro a partir de 1938, como si antes -como en el resto de las zonas y en plena Guerra Civil- no se hubiera utilizado ese espacio. Sin embargo, a la vez, constaba que se demandó ampliar el cementerio por falta de espacio. Por eso, se quiso hacer estos sondeos, para acabar con ese silencio y ver si en esta zona se ubicaba una gran fosa donde acabaron los fusilados tras el golpe de 1936 y la guerra. Y, sí, los trabajos han dado su fruto.

En los dos sondeos realizados se han hallado los restos de al menos 13 personas, con evidentes signos de violencia: manos atadas, proyectiles, cal viva en los enterramientos, con capas de tierra encima y más cadáveres... Además, aparecen en depósitos colectivos, sin rastro de ataúd, arrojados a la fosa, amontonados unos encima de otros -explica el equipo que trabaja allí-. El objetivo es, tras la exhumación del cuerpo en mejor estado, ahondar más en la fosa, en las capas de relleno de esta y extrapolar en los informes estos resultados para afrontar con garantías sobre el terreno en un futuro los trabajos de excavación, localización y exhumación de toda la fosa.

Firma del convenio para excavar y exhumar toda la fosa

El hallazgo en esta parte del cementerio es la esperanza a la que se aferran familiares y quienes trabajan en desenterrar la memoria de lo ocurrido en Córdoba tras el golpe de 1936 y la Guerra Civil. En total, el estudio documental previo sobre las fosas del cementerio de La Salud y del de San Rafael señalan que en ambos camposantos de Córdoba se enterraron a más de 4.000 víctimas del golpe de estado de 1936 y el franquismo. Y la fosa descubierta ahora puede arrojar mucha luz para la recuperación de los restos de muchas de ellas.

“El porcentaje de familiares que se van a poder recuperar no va a ser muy alto”, dice Antonio Deza consciente de la complejidad de los trabajos, de los movimientos de tierras y osarios en un camposanto como el de La Salud y, sobre todo, de las miles de víctimas que se ejecutaron en los muros de los cementerios. Pero, el objetivo es comenzar de una vez por todas los trabajos, a la espera de la firma del convenio final entre las cuatro administraciones.

Gobierno de España, Junta de Andalucía, Diputación Provincial y Ayuntamiento de Córdoba ya firmaron un protocolo en el que se comprometieron a actuar en las fosas de los cementerios de La Salud y San Rafael de la capital cordobesa. Ahora, se está a la espera de la rúbrica del convenio donde toma forma el presupuesto -las cuatro administraciones han acordado destinar unos 400.000 euros-, y las actuaciones de cada institución.

La última fecha prometida para el inicio de los trabajos era final de este año. Ahora, a la firma del convenio y al arranque de esa actuación miran los ojos de quienes llevan 85 años de espera.

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