Sobrio júbilo en San Pablo
Acostumbra el cielo a mostrarse impertinente en los últimos años en días que tienen un significado especial. En ocasiones, finalmente concede la oportunidad de disfrutar en plenitud. Una de ellas es la matinal de este domingo, en la que la hermandad de la Expiración pudo celebrar dentro del guión previsto uno de sus actos más importantes de un 2018 diferente. La corporación de San Pablo completó el traslado extraordinario del Santísimo Cristo de la Expiración y María Santísima del Silencio a la Mezquita Catedral con motivo del centenario de su reorganización. A pesar de la lluvia caída a lo largo de la madrugada y de la probabilidad de precipitaciones esta jornada, la cofradía decidió seguir adelante con su salida.
Sobre las 9:00 se abrían las puertas de la Real Iglesia de San Pablo, cuyo compás lucía engalanado. Decenas de devotos, hasta alcanzar los dos centenares de modo aproximado, conformaron un cortejo que mostró en todo instante el sello inconfundible de la corporación. Seriedad y solemnidad, recogimiento de Viernes Santo en domingo de febrero. La comitiva avanzó con paso preciso y firme, sin temores de una lluvia que ya no amenazaba. Al menos así lo reflejaba el color del cielo sobre la ciudad. Encontró la hermandad en el Compás de San Francisco uno de sus momentos más emotivos. El Santísimo Cristo de la Expiración y María Santísima del Silencio pasaron ante aquella parroquia que otrora fuera lugar de culto del Crucificado, la de San Francisco y San Eulogio.
El Misterio de la cofradía del Viernes Santo marchó como siempre, con elegancia y en compañía del silencio de quienes lo observan de cerca. A estas horas de la mañana aún no eran demasiados los que se congregaban en las calles de Córdoba, a la vuelta fueron muchos más los devotos y cofrades que sí se unieron a la celebración de la hermandad. Buscó la comitiva la Mezquita Catedral, con el acompañamiento del coro de voces graves De Profundis y la música de capilla de Calvarium para sus titulares. Minutos después de las 11:00, la Puerta de Santa Catalina fue atravesada para poner rumbo definitivamente al interior de la Mezquita Catedral.
Allí en las naves catedralicias, tuvo lugar una procesión claustral que culminó con la Función Principal de la corporación. El acto litúrgico, que comenzó a las 12:00, estuvo presidido por el obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, y cerró el quinario en honor al Santísimo Cristo del Silencio. Cultos estos que arrancaron el pasado martes. Las emociones fueron más intensas entonces si cabe, antes de iniciar el trayecto de vuelta a la Real Iglesia de San Pablo. Un recorrido que el cortejo procedió a completar unos minutos después de las 13:15. Desde esa hora, los hermanos de la Expiración dieron forma junto con sus titulares a una salida extraordinaria sin adornos que desdibujaran la firma de la corporación.
La hermandad del Viernes Santo vive un 2018 de gran importancia, tan emocional como histórica, dado que celebra tanto el centenario de su reorganización como el 25 aniversario de la coronación canónica de Nuestra Señora del Rosario. Dos efemérides que además de conmemorar con un amplio programa de actos celebra en forma de Año Jubilar, concedido por tal motivo e iniciado en la noche del sábado. Tan sólo unas horas después, la cofradía de la Expiración, que en 1918 se refundara con el impulso de la llegada del Crucificado a la Real Iglesia de San Pablo en 1904, compartió un sobrio júbilo con la ciudad.
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