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Los quiosqueros: la otra cara de la crisis de la prensa

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Alejandra Luque

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Acudir a un tradicional quiosco de prensa parece hoy estar ante un bazar donde casi todo lo puedes encontrar. Y no sólo periódicos o revistas, claro. La crisis de prensa también ha afectado a este sector que, dentro de las restricciones legales, se ha sumado a la venta de libros, gominolas, souvenirs, mecheros o tabaco. Todo es necesario para subsistir ante “una profesión en vías de extinción”.

Mariano César regenta su quiosco en el Paseo de la Victoria desde 1983, una época en la que desde su pequeña atalaya con olor a tinta recién impresa veía cómo el abuelo se acercaba en compañía de su nieto. Era como un ritual. “Se llevaba el periódico y algo para el pequeño”. Pero aquella estampa ya ha quedado sepultada por el auge de Internet y de la prensa digital. Los periódicos impresos se van apilando en los diferentes estantes mientras a ambos lados se levanta otro género importante para los quiosqueros: las revistas.

Desde la Asociación de Vendedores de Prensa de Córdoba (Aveprenco) aseguran que las ventas han caído una media de un 40%. “Los hábitos de lectura de las nuevas generaciones ha cambiado mucho”, explica César, quien establece el perfil medio de comprador de periódicos: hombre con edades por encima de los 50. Eso sí, los jóvenes sí se dejan aparecer por los quioscos si es para comprar alguna revista. Un pequeño público también surge, aunque es estacional: el infantil, que llega a los quioscos en busca de sus estampas. Pero nada más.

Desde que comenzara la crisis en 2007, César estima que en Córdoba capital han desaparecido 13 quioscos de los 50 que había en aquellos años. Además, otros dos establecimientos se encuentran actualmente en vías para desaparecer, por lo que la cifra se elevaría hasta los 15.

La segunda causa de la grave crisis por la que atraviesan los quiosquieros es la situación monopolítisca de la distribución, donde una única empresa impone “cláusulas abusivas, el pago de los portes y las condiciones económicas” en las que trabajan estos profesionales. Dado este régimen de monopolio, los quiosqueros no puedan optar por otra empresa de distribución y están sujetos a los beneficios que esta misma les impone.

Por otro lado, César incide en que “la crisis no ha acabado”, por lo que la escasez de recursos económicos lleva a las familias a priorizar la compra de productos de primera necesidad antes que la adquisición de una revista o un periódico. Por ello, los quiosqueros que tributan por módulos de local se han inclinado a vender también algunos productos, aunque el margen de beneficio sea menor que el de la prensa. Pero algo es algo.

La ubicación del quiosco también influye en los beneficios para el quiosquero, tanto por las ventas como por el pago de la cuota por ubicación de vía pública. Así, un quiosquero paga una tasa mayor si se ubica en el centro que en un barrio, como ocurre con el de la Avenida de Rescatado, que lleva en pie desde 1977 y por el que ya han pasado dos generaciones.

Otro de los escollos para la supervivencia de los quiosqueros es la competencia que les suponen aquellos locales donde vender prensa no está en su razón de ser, como son las gasolineras o los supermercados. En este caso, la competencia estriba en la normativa vigente, que establece grandes diferencias entre los quioscos y los locales. Por ejemplo: mientras que el primero paga 403,11 euros por 100 KwH consumido, el segundo debe abonar 57,94 euros. Además, mientras que el metro cuadrado de un quiosco cuenta 844,02 euros, el del local es de tan sólo 30,86.

Esta situación ha llevado a varios quiosqueros a cerrar por la tarde para poder dedicarse a otro trabajo. “Eso antes no se concebía. Con el quiosco ganabas dinero para poder vivir y no te planteabas buscarte otro empleo. Ahora, sí”, concluye un segundo quiosquero, que prefiere permanecer en el anonimato.

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