Pérez Giménez tuvo que tirar producto caducado valorado en siete millones
Los administradores concursales retratan una caótica política empresarial en la que se compraba mucha más materia prima de la que se podía fabricar o vender sin control alguno, y que provocó la quiebra de los laboratorios
“En modo alguno estamos en presencia de infortunios achacables al devenir empresarial”. Así definen los administradores concursales de los laboratorios Pérez Giménez el origen de una de las causas de la catástrofe financiera que vivió una de las mayores empresas de Córdoba y que acabó quebrando económicamente. Así, en su informe de calificación del concurso calculan en más de siete millones de euros la cantidad de materia prima y productos farmacéuticos que hubo que tirar directamente a la basura por que había caducado y se había comprado de más. Siete millones de euros.
“El desgobierno y desinterés en el devenir de la actividad empresarial fue reiterado y persistente en el tiempo. Se está en presencia de un hábito en la omisión de la gestión empresarial”, se lamentan los administradores concursales, en un durísimo informe al que se ha sumado la Fiscalía Provincial de Córdoba y considera “culpable” una gestión que ahora tendrá que ser juzgada en los tribunales.
Los administradores han tenido acceso a los movimientos de los almacenes de Pérez Giménez y han calculado que solo entre los años 2005 y 2008 se tuvo que tirar a la basura producto valorado en más de cinco millones de euros. Sin embargo, el peor año fue 2009, bautizado por los administradores como el de la “hecatombre financiera” de Pérez Giménez. Solo en ese ejercicio, cuando los laboratorios registraban pérdidas de 20 millones de euros al año, se tuvo que tirar a la basura producto valorado en más de 1,7 millones de euros. “Las decisiones de compra de materia prima no estuvieron presididas por criterio de lógica empresarial alguna”, concluyen los administradores.
El informe de los concursales es durísimo con la gestión que se hacía de las materias primas en los laboratorios de Almodóvar del Río. “Analizados los hechos acaecidos en el seno de la concursada durante los meses últimos del ejercicio económico del 2009 y el primer semestre del 2010 puede calificarse la gestión de los responsables de la misma como de absoluta temeridad, alejada de la culpa grave, representando más que una imprudencia una actuación rayana en el dolo, y ello siendo más que prudente en el calificativo”, aseguran. Pero los concursales van más lejos al afirmar que “Los sucesos referidos en modo alguno se trataron de contingencias o infortunios propios del devenir empresarial, sino que existía una palmaria falta de control por parte de los administradores de Laboratorios Pérez Giménez que provocó que la empresa, una vez herida de muerte, continuara desangrándose económicamente”.
Así, insisten en que todo este desastre sobrevino pese a que la empresa estaba perfectamente informatizada, monitorizada y contaba con nuevas tecnologías preparadas para detallar el estado de las operaciones comerciales. A pesar de ello, “la sociedad no poseía un sistema de gestión de compras que adecuara las cantidades necesarias de productos con los lotes mínimos de compra exigidos por el proveedor. Consecuencia de lo anterior, Pérez Giménez realizaba pedidos de cantidades superiores a las necesarias para fabricación”, aseguran los concursales. Y esta fue una de las razones por las que la empresa fue a la quiebra.
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