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Los voluntarios de las casetas: “Es un trabajo arduo, pero es la esencia de la Feria”

Juan Hidalgo en la caseta el Rincón Cubano.

María Berral

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Desde 1990 lleva Ana siendo socia de la Asociación Andaluza Por la Solidaridad y la Paz (ASPA) en Córdoba y, con ello, voluntaria en su caseta de la Feria, de la que ya han perdido la cuenta de los años que llevan montándola, aunque calcula unas tres décadas. La caseta de Ana y el resto de socios de Aspa se ha convertido en una de las casetas que este año resisten siendo gestionadas por los propios socios voluntarios. Y es que la gestión de los espacios por parte de empresas externas le ha comido el terreno en la mayoría de las casetas.

Según ha contado a Cordópolis Olga, otra socia de Aspa, continúan autogestionándola porque al fin y al cabo “es una fuente de ingresos para nuestros proyectos que necesitan que la entidad que lo solicita aporte también parte del presupuesto”. Una manera de involucrarse aún más si cabe en la ayuda que ofrecen.

La de Aspa es una de las casetas que siguen siendo llevadas por sus socios de las 87 que hay instaladas este año en El Arenal. Junto a ella, la caseta de la Hermandad del Descendimiento y El Rincón Cubano son algunas de las que aún resisten la cantidad de trabajo que supone montarla y estar todos los días al pie del cañón.

En el caso de Aspa cuenta con 20 socios voluntarios que ayudan desde el montaje, hasta la limpieza, la atención al cliente y la cocina. Sin embargo, Olga detalla que entre amigos o grupos que quieren ser voluntarios y ayudar pueden ser “unos 200”. De hecho, hay quien lo pide con bastante antelación. “Hay gente que, como sabe que necesitamos a personas para cumplir los turnos, nos llama de un año para otro y nos dicen que le guardemos sitio”, comenta.

“Nos ha costado mucho arrancar y los precios han subido muchísimo”

En turnos de cuatro a siete horas, el primero comenzando a las 10:00 hasta las 17:00; el segundo desde esta hora hasta las 22:00 o 23:00, “según si el día es más fuerte”; y desde esta hasta las 1:00- 2:00, en los más flojos. Así se organizan en la caseta de Aspa según explica Olga, quien confiesa que este año les ha “costado mucho arrancar”. Y es que se han notado los dos años de parón pero también el aumento de precios. Dos motivos por los que no se decidieron a montar la caseta “hasta última hora”.

Pero pasado el momento de duda y en los últimos días de Feria, desde Aspa no se arrepienten. “La caseta va bien, además una vez que empieza a funcionar disfrutas porque es un sitio de encuentro y te reencuentras con gente que llevabas tres años sin ver”.

“El alquiler de las carpas ha triplicado su precio”

Olga detalla que “el alquiler de las carpas ha triplicado su precio” aunque “todo ha subido”. Sin embargo, otro año más se han puesto manos a la obra desde la socia más veterana, hasta el último en llegar, un chico que se incorporó hace tres meses para sacar la caseta adelante. Entre los motivos por los que otras entidades prefieren dejarla a cargo de alguna empresa, Olga señala el enorme trabajo. “Cuesta muchísimo, nosotros empezamos a trabajar la caseta en enero y en el Arenal estamos montando 24 horas desde el primer día que podemos estar”.

Igual que Olga piensa Manolo Aguilera, de la Hermandad del Descendimiento, quien asegura que siguen llevando su caseta “por los vecinos del barrio y los hermanos de la cofradía, porque en el momento que vean aquí a otra persona, dejan de venir”. En su caso son 1.100 hermanos pero solo unos 25 participan en el montaje y el trabajo de la caseta.

“Es una paliza y los que llevamos más tiempo vamos cumpliendo años y se va notando”, indica. Y es que en la Hermandad también se reparten en diferentes turnos el trabajo, sin embargo, no corren con la suerte de ser tantos y trabajan prácticamente todos los días en horario de 10:00 a 2:00-4:00. Este año por suerte descansando un día a la semana a diferencia de años anteriores que “se entraba el viernes de Feria y salíamos el último sábado”.

La última caseta del Arenal y autogestionada también, en este caso por militantes, es la del Rincón Cubano, que tuvo sus orígenes hace 49 años, antes incluso de la legalización del PCE, cuando otras asociaciones son las que le daban nombre. El partido gestor de la caseta tiene, detalla Juan Hidalgo, “a nivel provincial distintos núcleos” desde donde vienen para trabajar en estos días. También repartidos en turnos, a diferencia de El Descendimiento, cada persona tiene solo dos turnos en toda la Feria.

“En cada turno, más o menos se emplean 40 personas por lo que durante toda la Feria pasan unas 500 personas”, indica. Aunque como sus compañeros coincide en que “el trabajo es titánico y arduo”, el empuje para seguir adelante es que el mismo trabajo se convierte “en la esencia de la feria”. “El compromiso y el estar en contacto con la gente es un modelo que siempre ha tenido muy buena acogida por los militantes y los cordobeses”, señala Juan.

Además, resalta que “todo el mundo hace su turno, desde concejales, alcaldes o militantes”. Un espacio donde cada uno tiene su función, “desde pelar la hierbabuena o abrir los cocos hasta montar mesas o vender tickets”. Un sinfín de tareas que pasan desapercibidas para el público y por las que el resto de asociaciones u organizaciones han dejado sus casetas en manos de diferentes empresas. Pero claro está que el trabajo invisible para algunos, es la esencia para los resistentes de la Feria.

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