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Los vecinos que sobreviven al turismo, los ruidos y el abandono del casco histórico

Reportaje de la situación del casco histórico.

María Berral

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La Judería, un barrio donde entre el siglo XIII y XV los judíos hacían su vida y en la que los cordobeses no quieren vivir en el siglo XXI. Para hacerse eco de los motivos que causan la despoblación de los barrios más antiguos de Córdoba, este periódico ha hablado con algunos de sus vecinos. Pese a los inconvenientes, hay quienes no quieren abandonar su barrio de toda la vida, como Lourdes Molina, presidenta de la asociación La Medina y dueña de uno de los dos locales no turísticos de la zona.

Lourdes ha explicado que “ahora somos 66 familias, pero antes de la cuarentena -del Covid- éramos 160”. Motivados por el confinamiento, estos vecinos se fueron a vivir a sus parcelas “porque aquí estaban muy solos, muy abandonados”. Al regresar, acostumbrados ya a estar en otra zona, volvieron a marcharse. Las familias jóvenes con niños se fueron por ellos y a las personas mayores “se las han llevado los hijos”, ha detallado.

De 60 negocios locales que tenía el barrio, a día de hoy solo sobreviven dos: una tienda de comestibles y el asador de Lourdes, en el que lleva trabajando desde hace 43 años. Este es otro de los problemas que les empuja a desplazarse a otra zona de la ciudad. El clavo al que se aferra Lourdes es que “los pocos vecinos que ya quedamos seguimos siendo casi familia, nos ayudamos y nos preocupamos los unos por los otros”, algo que “les engancha” y que a la vez les duela. Además, otro de los problemas que encuentran los vecinos es el mal estado de las viviendas, “o son todo apartamentos turísticos o los antiguos se caen a cachos”.

Carmen Jiménez dejó Madrid para venirse a vivir a Córdoba hace 8 años y eligió la zona de La Medina para hacerlo. Ahora es una más de las que se plantean abandonar el barrio por “el deterioro” que ha sufrido. Los vecinos del casco histórico denuncian la atención que se le pone a la construcción de nuevos hoteles y apartamentos turísticos, y el poco aprecio por las viviendas. Jiménez expone que esto “está echando a la gente del barrio”. “Tampoco hay comercios, para ir a un supermercado, tengo que ir a la calle Sevilla o a La Corredera” y si es cuestión de comprar calzado “te tienes que ir al centro”.

No hay comercios pero tampoco hay colegios o guarderías, “los que más cerca están son Las Francesas o Las Esclavas” por lo que “la gente joven con niños no se va a venir a vivir aquí”. Una situación que no facilita la vida “en un barrio muy bonito y en el que se podría vivir muy agradablemente”.

En el barrio de San Lorenzo lleva viviendo alrededor de 20 años Manuel Ortega, de la Asociación Nodo Corduba pero, como si del Barco de Chanquete se tratase, de San Lorenzo a Manuel no le van a mover. Manuel es uno de los vecinos que día a día lucha por la reanimación de su barrio, “yo no quiero irme, lo que quiero es que el Ayuntamiento haga lo que tenga que hacer”. Lo que sugiere es “hacer un plan de vivienda” para evitar así que los solares queden abandonados y que las casas que se cierren no vuelvan a abrirse. En el caso San Lorenzo, el problema no es la huida de los vecinos a otras zonas de la ciudad, sino la mortalidad y la alta media de edad entre sus vecinos.

Propuestas de los vecinos

Ante la situación, los vecinos exigen que el Ayuntamiento actúe y proponen algunas medidas. Desde Nodo Corduba plantean la reactivación del casco mediante la restauración de los solares abandonados y su uso como casas patio. Carmen señala que “el Ayuntamiento tiene que promover hacer viviendas para los jóvenes pero no hacerlo en el extrarradio”. Un problema que también expone Manuel, que señala como “caótico” el orden de la ciudad que crece hacia la periferia.

“Es necesario anclar población en el territorio” para lo que es necesario “cumplir con un plan especial de protección del casco histórico”, que tiene que tener como objetivos frenar la terciarización y fomentar el uso residencial de viviendas. Esta sería una solución para atraer a gente joven al barrio y dejar de “llenar el casco histórico de hoteles de lujo y apartamentos turísticos”. 

Por su parte, el Ayuntamiento ha asegurado a este medio que, a través de la delegación de Casco Histórico, “está trabajando en la elaboración de un plan de gestión del casco histórico como una herramienta eficaz” para poder hacer, en primer lugar, un diagnóstico fiable de la situación general “teniendo en cuenta su diversidad”. Este análisis objetivo “ayudará a tomar medidas específicas para cada uno de los problemas que se detecten para mejorar entre entre otros, la habitabilidad en el casco histórico”.

La Axerquía

Al este de La Medina se encuentra La Axerquía, una zona que comenzó a ser habitada en el siglo IX durante el Emirato de Córdoba y donde, desde hace 23 años y frente alas conocidas Bodegas Campos, vive Carmen Fernández. Esta es otra de las zonas de las que están huyendo los vecinos por “el ruido y la suciedad, el barrio cada vez está más sucio”, ha explicado Carmen. Ella es “una de las privilegiadas” ya que en su vivienda tiene un patio de 70 metros que es lo que da a la calle, por lo que no tiene que soportar el ruido de los bares de los que se quejan el resto de residentes de la zona.

Con doble ventana y el patio que la aísla del ruido, Carmen vive mejor. Sin embargo, sufre el mismo problema que el resto de sus vecinos: la suciedad. El otro día con su hermana, recordaba “cuando Córdoba era la más limpia de Andalucía” y no da crédito a “cómo puede estar tan sucia ahora”.

Carmen no sufre el ruido de los bares, pero sí lo hace con los veladores que acaparan las aceras, “para tirar la basura no puedo porque han abierto más y están todos pegados, te tienes que ir como puedes”. Estos bares se han instalado sobre suelo que fue declarado Patrimonio de la Humanidad, como ha detallado la vecina: “Te hablo del suelo del Potro y de la parte de enfrente hasta la Ribera”. Un lugar que “para una representación del colegio para sacar fondos no nos dejaron” pero sobre el que ahora están situados los distintos bares.

Al igual que Manuel Ortega, denuncia que no se les permite instalar placas solares “porque estás en el casco histórico”, una alternativa con la que “podría pasar de pagar 230 euros a 20 de luz y contribuyendo a que el planeta esté mejor”. Pero, a pesar de estas situaciones, hay vecinos que llevan toda su vida viviendo en La Axerquía y “no van a conseguir que nos vayamos de nuestro barrio”, concluye tajante.

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