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El 4-D de hace 42 años: disparos de la ultraderecha y 14 heridos en Las Tendillas

Histórica cabecera de la manifestación en Cruz Conde, con un joven Julio Anguita a la cabeza

Alfonso Alba

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Hasta 1980, el Día de Andalucía no era el 28 de febrero, sino el 4 de diciembre. Ese día, pero de 1977, miles de andaluces se echaron a la calle para pedir una autonomía plena. “Andalucía, como la que más”, reclamaban, antes de que se aprobase la Constitución Española (también en diciembre). En 1979, el 4 de diciembre caía en martes. Pero su celebración se adelantó al domingo, que era 2, aunque todo el mundo en Córdoba conmemoraba el 4D. Ese día, de hace 42 años, una enorme manifestación de cordobeses que encabezaba su alcalde, Julio Anguita González, fue asaltada por un grupo de ultraderechistas de Fuerza Nueva cuando la multitud llegaba a la plaza de Las Tendillas. El resultado, 14 heridos, 12 por postas de escopeta y dos por arma blanca, y toda la cúpula de Fuerza Nueva, 11 personas, arrestada. Su sede, clausurada.

Hace 42 años, el 4 de diciembre se celebró en Andalucía con una extraña normalidad democrática. Solo dos años antes, en Málaga, Manuel García Caparrós murió por disparos de la Policía Armada (nunca se condenó a nadie) cuando iba a colocar una bandera de Andalucía en la fachada del edificio de la Diputación. Pero aquel 4D (que se celebró el domingo 2) fue una masiva demostración en las calles del apoyo al andalucismo. Aunque desde el día anterior, en Córdoba el ambiente estaba enrarecido.

La manifestación en Córdoba, una ciudad gobernada por un extraño gobierno de concentración presidido por un alcalde comunista, Julio Anguita, había sido convocada por el PCE, el PSOE, el PSA y el PTA. Posteriormente se adhirió la UCD. Los organizadores habían plagado el recorrido de banderas de Andalucía. La marcha, como casi todas las grandes protestas en Córdoba, partiría del Paseo de la Victoria, giraría por Ronda de los Tejares, encaminaría Cruz Conde y finalizaría en la plaza de Las Tendillas. Pero de madrugada, todas las banderas que jalonaban el recorrido habían desaparecido. Se acusaba directamente a Fuerza Nueva, el partido ultraderechista de Blas Piñar que en Córdoba, en aquellas fechas, era especialmente activo.

La marcha arrancó sin problemas. Miles de cordobeses (los organizadores calculaban unos 40.000) acompañaron la manifestación. Delante, y sosteniendo una bandera de Andalucía con el eslogan “Andalucía por sí y para España”, un jovencísimo Julio Anguita junto a diputados provinciales y concejales, e históricos dirigentes políticos de la ciudad. Junto a Anguita sostiene la bandera Rafael Vallejo, diputado del PSOE. La crónica del veterano periodista Sebastián Cuevas en El País destaca que el propio Vallejo avisó al delegado del Gobierno de que algo estaba pasando con los ultraderechistas.

En 1979, la sede de Fuerza Nueva estaba en la calle Gondomar, a escasos metros de donde acababa la manifestación. En la misma puerta, una veintena de militantes de Fuerza Nueva, con su dirigente provincial al frente, Juan Melendes Valdés, comenzaron a cantar el Cara al sol. Los ultraderechistas, con banderas de España, “guiones” y haciendo el saludo fascista, comenzaron a marchar hacia la manifestación. La crónica de Sebastián Cuevas, testigo de los hechos, destaca cómo la Policía Nacional se limitó a presenciar lo que ocurría, sin intervenir ni interponerse.

“El cordón del servicio de orden les cerró el paso y aguantó, a pesar de que algunos de sus miembros fueron golpeados con palos, cadenas, mazas de estrella, una de cuyas bolas de más de medio kilo de peso sería presentada más tarde ante el juzgado de guardia por un teniente de alcalde. El propio señor Meléndez Valdés, que en ocasiones introdujo su mano ostensiblemente en el bolsillo interno de su chaquetón, amenazó con la bandera, rematada con una pica, a modo de rejón, con ella a los manifestantes”, describió el propio Sebastián Cuevas en su crónica. Y fue ahí cuando comenzaron los disturbios.

La multitud que ya llenaba la plaza de Las Tendillas. Los organizadores tenían su propia seguridad y un cordón trataba de evitar la colisión entre los alborotadores y los manifestantes. Pero finalmente la multitud superó el cordón y arremetió contra los ultraderechistas. En ese momento, sonaron hasta seis disparos, al menos, “que se hicieron a quemarropa sobre la multitud”. Y todo se precipitó.

“Del tumulto comenzaron a sacarse heridos chorreantes, lo que enardeció a la multitud, que insistió en echarse sobre los militantes de Fuerza Nueva”, relata Sebastián Cuevas. Dos de los militantes de Fuera Nueva fueron heridos por armas blancas (al año siguiente, en el aniversario del 20N, el propio Blas Piñar los condecoró en Córdoba). Entre los manifestantes se llegó a atender a 14 personas, una de ellas uno de los policías nacionales que ya cuando comenzaron los disturbios acudió a la multitud. Otro de los heridos fue Rafael Rodríguez Aparicio, fotógrafo del Diario Córdoba.

Los agentes de la Policía Nacional lograron interponerse en un cordón policial y separar a los ultraderechistas, que iban a ser linchados. Un agente le requisó a uno de los militantes de Fuerza Nueva un revólver cargado. Los ultraderechistas retrocedieron y se reorganizaron, y al otro lado del cordón policial comenzaron a hacer el saludo fascista y a cantar el Cara al Sol. En ese momento, en un escenario, el alcalde Julio Anguita tomó el micrófono y se dirigió a la multitud.

Anguita pidió serenidad “que equivale a firmeza y voluntad de seguir adelante por la autonomía de una Andalucía libre, en una España democrática” y reclamó a la multitud que se disolviera, para que la “autoridad judicial” pudiera hacerse cargo de lo que allí había ocurrido. Aún así, unas 2.000 personas permanecieron en Las Tendillas intentando acometer a los ultraderechistas.

Pero el día no acabó ahí. Una vez que se disolvió la manifestación, la Policía Nacional detuvo a 11 ultraderechistas acusados de desórdenes públicos e intervino su sede, que se llegó a clausurar. Esa noche, Juan Meléndez Valdés, el líder de Fuerza Nueva en Córdoba, ingresó en prisión. Finalmente, y tras un juicio recurrido al Tribunal Supremo, fueron condenadas diez personas por desórdenes y una de ellas por atentado, por los disparos, a un total de 14 años de cárcel.

Al año siguiente, en 1980, la presencia de Blas Piñar volvió a agitar las calles de Córdoba. El líder de la ultraderecha española había anunciado su presencia para condecorar a dos de los heridos de Fuerza Nueva en los disturbios de 1979. La noche anterior, el cine Alcázar, donde se celebró el acto, fue atacado con cócteles molotov. Pero el acto se llegó a celebrar. Ya para entonces, Andalucía gozaba de una autonomía plena.

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