Duque de la Victoria, 3: el patio que vivió la repesca del Concurso
Esta casa participa en el certamen desde 1933, cuando el Ayuntamiento de Córdoba decidió apostar de nuevo por la fiesta tras su suspensión en 1921
El patio más antiguo que participa en el Concurso y el que vivió su repesca en 1933. Aunque el certamen comenzó en 1921, la escasa acogida obligó al Ayuntamiento a suspenderlo. De esta manera, el concurso regresó a la programación de la ciudad a comienzo de los años 30. Esta casa-patio de Duque de la Victoria, 3 consiguió el segundo premio, valorado en 300 pesetas. A la entrada, una prueba que lo atestigua: un recorte del periódico La Voz del 17 de mayo de 1933. Aunque cuenta con pocos premios (accésit en 1993 y 2011 y una mención especial en 2013), sus dueños no dudan en participar año tras año.
El edificio, construido en torno al 1700, es una casa íntegramente de madera, sostenida con dos vigas del mismo material, columnas de mármol y tres arcos enfrentados de medio punto. El suelo sigue siendo el original, de adobe moruno. El hierro sólo está presente en la cancela y las rejas de las ventanas. Esta casa ha llegado a albergar a una veintena de familias. Hoy, sólo la habitan dos.
Por motivos familiares, la familia de Manuel Morales se mudó a esta casa en 1996 y nunca dudó en seguir con la tradición de presentar su “pequeño tesoro” al Concurso de Patios. “Desde que comenzara a participar en el 33, ha habido años en los que se ha cerrado porque las personas mayores no podían sacar adelante el patio. Ahora, ya llevamos casi diez años participando”.
Y es que, cuando la familia de Morales llegó, “la casa no estaba del todo cuidada pero, afortunadamente, hemos recuperado algunas habitaciones para exposiciones”, explica. Porque este patio no es únicamente un refugio floral. Una de las habitaciones de la entrada se ha convertido “en la sala de usos múltiples”. Cuando llega el mes de mayo, Morales presenta una muestra de fotografías propias de otros recintos protagonistas de esta fiesta. En Navidad, esta habitación se transforma y alberga un belén elaborado por la propia familia.
En el patio no hay distinción en el color de las macetas. Todas marrones, acordes con el suelo, puertas y ventanas. El color predomina en el nivel superior de la casa. La parte inferior está reservada a las plantas más verdes, en grandes maceteros, y a dos esculturas metálicas de la hija de Morales: una hormiga gigante y un galgo.
Esta casa cuenta también con un patio interior donde, antiguamente, se localizaban los baños de la comunidad de vecinos. Antes de acceder a él, una pequeña habitación muestra lo que queda de una cocina comunitaria acompañada de un pozo alejado de las miradas de los visitantes. Y el objetivo de Morales pasa por recuperarlo. “Quiero echar abajo una pequeña pared para que desde la puerta pueda verse el pozo. Todo el que viene aquí pregunta por él, porque lo normal es que esté en el centro del patio o en una esquina. Pero, en esta casa, está más alejado de lo normal”, argumenta el propietario.
Morales apuesta por una protección acérrima de los patios. Su casa es una de ellas. “Para que esta fiesta siga adelante hay que proteger los recintos. Del año 1933 hay patios muy bonitos que ya han desaparecido, por el motivo que sea. Participaron 12 y cuatro ya no constan como tal. Y es una pena perder esa historia”, apunta.
0