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Cierra la heladería Gadea tras 45 años endulzando a Córdoba

La heladería Gadea echa el cierre | ÁLEX GALLEGOS

Alejandra Luque

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La heladería Gadea, ubicada en Avenida de Barcelona, echa el cierre. Y no. Su propietario, Luis Sempere -heladero de segunda generación-, no ha tomado esta decisión motivado por la falta de rentabilidad, sino por una cuestión que sobrepasa un simple balance de cuentas: la ilusión por superar un nuevo reto personal y profesional. El pasado mes de abril fue contratado como jefe de producción en una gran empresa heladera. Después de unos meses compatibilizando trabajos, el propietario de Gadea ha decido cerrar la heladería y la fábrica de producción que tiene en Las Quemadas por la imposibilidad de gestionar ambas responsabilidades.

Aunque el establecimiento en la Avenida de Barcelona fue inaugurado en 1996, la historia de Gadea comenzó casi dos décadas antes, cuando los padres de Sempere -Luis Sempere e Hilaria de la Cruz- llegaron desde Alicante hasta Montilla en 1973, donde empezaron a ser conocidos por los deliciosos helados que ellos mismos preparaban. El éxito, fruto del trabajo bien hecho, les llevó a experimentar un salto de gigante con la apertura del local que hoy echa el cierre.

A esta inauguración le siguió en 2004 otra en Avenida Al-Nasir, un comercio que no llegó a prosperar de la manera en que sí lo hizo el situado en el distrito de Levante. Por ello, la familia decidió cerrarlo como heladería pero reconvertirlo en un local dedicado a la hostelería, escaparate que ha permitido a Gadea servir de sus productos tanto a restaurantes como a hoteles de toda Andalucía.

La vida de Sempere ha estado marcada por el transcurso de esta empresa familiar, por lo que vive este momento con especial tristeza porque sabe que su negocio también ha estado muy ligado a este barrio de Córdoba. Durante estos últimos días, él y su mujer -Araceli Capitán, monologuista y cantante- han estado recogiendo todo el mobiliario que les ha acompañado en esta larga etapa que solía dar el pistoletazo de salida el Domingo de Ramos. Al ver movimiento en el interior del local, y con esa fecha a la vuelta de la esquina, varios han sido los vecinos que se han acercado a la pareja para preguntarle si ya estaba limpiando para la próxima apertura. “Les tuvimos que decir que no, que estábamos limpiando porque Gadea no se iba a volver a abrir”, cuenta Sempere a este periódico, que reconoce que le “va a costar” pasar por la Avenida de Barcelona por todos los recuerdos que lleva consigo.

Durante estos 45 años, Gadea se ha caracterizado por ser una heladería que ha navegado entre la tradición y la innovación. Supo ser de las primeras en ofrecer a los clientes los sabores más extraños -e incluso, increíbles- y mantener la cercanía que caracteriza a cualquier comercio de barrio. Desde los tradicionales chocolate, vainilla o turrón hasta los helados con sabor a Kinder Bueno, piruleta o salsa de caracoles. Pero Gadea, además, supo reconocer las necesidades que se abrían ante un público cada vez más variado, haciendo así productos para veganos e intolerantes a la lactosa. Estas transformaciones no hubieran sido posibles sin el trabajo constante que Sempere ha realizado en su obrador, ubicado en su fábrica en Las Quemadas. Hay que recordar que este empresario cuenta con el título universitario de Maestro Heladero y en 2011 llegó a situarse entre los diez mejores de toda España.

Fue el pasado verano cuando Sempere y Capitán se dieron cuenta de la imposibilidad de continuar con el trabajo en la heladería y con el que les ocupa fuera de esta empresa. Aunque la pareja ha intentado traspasar el negocio, los propietarios del local declinaron esta propuesta “ya que si no era Gadea no se abriría otra heladería”. Sempere augura que el establecimiento estará cerrado “durante bastante tiempo” hasta que “busquen otra empresa que quiera alquilarlo”. El personal de la heladería y del obrador estaba formado por ocho personas, que también afrontan con tristeza el cierre.

No obstante, Sempere es optimista y el cierre de Gadea tal vez no sea definitivo. “Quizás, dentro de diez o quince años decida abrir de nuevo, pero por ahora afronto este nuevo reto y una forma diferente de trabajar que es lo que realmente necesito”, concluye el empresario, dejando la puerta abierta a un futuro regreso de esta heladería tradicional.

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