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El Cabril frena la llegada de residuos por falta de sitio

Una de las celdas de almacenamiento de El Cabril.

Alfonso Alba

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La nueva celda para los residuos de muy baja actividad está acabada, pero pendiente de que el CSN autorice su uso

El cementerio nuclear de El Cabril ha frenado la llegada de los residuos de muy baja actividad (principalmente los procedentes de los hospitales) por falta de sitio. La Empresa Nacional de Residuos (Enresa) culminó en abril las obras de construcción de una nueva celda en los que almacenarlos, pero el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) todavía no ha autorizado su uso, según ha adelantado el diario El Economista.

A día de hoy, en España hay 700 hospitales y centros sanitarios que están pendientes de que se pueda usar esta celda para comenzar a enviar sus residuos hasta Hornachuelos. Estos residuos tienen una actividad radioactiva de 30 años, a diferencia de los 300 de los residuos de baja y media actividad que también almacena El Cabril, procedentes de centrales nucleares.

En el mes de abril finalizaron los trabajos de construcción de la Sección I de la segunda estructura de la celda 30 de El Cabril (el resto ya están llenas). Esta sección cuenta con una capacidad de almacenamiento de 17.271 metros cúbicos. El coste de los trabajos de obra civil de esta primera fase ascendió a 1.738.731,8 euros.

CRÍTICAS DE EQUO

Tras el anuncio de la dirección de El Cabril de abrir una nueva celda, la formación ecosocial EQUO advierte de la peligrosa deriva pronuclear del Gobierno y de la continua actividad en las instalaciones de ENRESA en la provincia de Córdoba.

“La ampliación de la capacidad de almacenamiento se corresponde directamente con la ampliación del riesgo en la manipulación de los residuos y en el transporte por carretera de los mismos. Si bien los transportes y bultos radiactivos tienen que cumplir unos estándares, estos no aseguran la inocuidad ni la exención del riesgo de accidentes con afección a las personas”, denuncia Equo.

“El Cabril es la muestra clara de la inmoralidad de utilizar una fuente de energía, que tan solo supone el 6% de la energía usada mundialmente y durante apenas dos generaciones, y que ya ha sufrido terribles accidentes como los de Chernobil y Fukushima con costes ambientales y económicos exorbitantes y que además deja para las generaciones futuras la injusta tarea de mantener aislada la basura que genera para que no afecte a las personas y los ecosistemas”, agregan.

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