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Cuando ni las arrugas ni los años borran la ilusión por la Navidad

Paseo de la Ilusión | MADERO CUBERO

Carmen Reina

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Ana tiene 89 años. Cuenta que hace unos años sufrió un ictus, del que se recuperó en gran parte pero que le dejó alguna secuela en su movilidad. Lo que no se llevó esta enfermedad fue su ilusión por la vida y, en estas fechas, por la Navidad. “Hay que aprovechar todos los momentos”, dice como consejo, vestida y arreglada para las grandes ocasiones, mientras ocupa el asiento del copiloto de un taxi.

Ella es una de los más de 300 mayores que viven en una residencia en Córdoba y que, este martes, han salido a dar su Paseo de la Ilusión, ese que cada año –y ya van 13- organiza Pidetaxi Córdoba -la organización mayoritaria de taxistas en la ciudad- para que los ancianos vean de cerca el alumbrado de Navidad en las calles del centro.

A Ana, acompañada de otros dos mayores, la ha recogido de su residencia Fran, taxista que participa por primera vez en esta iniciativa y que le ha puesto más que ilusión a este paseo. “Hemos venido cantando villancicos y tocando palmas ya para empezar”, cuenta con una sonrisa sobre el trayecto desde la residencia hasta la explanada de la Diputación, punto de partida de esta particular caravana navideña en la que han participado 83 taxistas, la cifra más alta en todas las ediciones de esta actividad.

“Desde la hora de comer ya estaban preparados para salir”, explica Juana, terapeuta ocupacional en una de las residencias, que acompaña en un taxi a sus mayores. “Algunos, se acuerdan del año pasado y preguntan desde hace días por el paseo en coche”, relata sobre la novedad en la que se convierte para estos ancianos participar en este paseo. “Supone salir durante estas horas de su rutina y, eso, tiene muchos beneficios a nivel psicológico para ellos”, cuenta esta especialista. Porque, para muchos, a su edad y en sus circunstancias, la Navidad es un momento dulce, pero también agrio. Y este Paseo de la Ilusión, desde luego, les endulza unas fechas muy especiales.

César es otro de los taxistas que participa por primera vez en esta iniciativa. Lleva en su vehículo a tres mayores que disfrutan de lo lindo del paseo. Y es que tienen una ventaja añadida: su coche tiene el techo solar, transparente, y el alumbrado de Navidad por el centro de la ciudad ilumina por todos lados a los ancianos, que se asoman por la ventanilla y miran hacia arriba a través del techo especial. El recorrido se les hace corto pasando por debajo de las hileras de luces de colores: Ronda de los Tejares, República Argentina, Puerta Gallegos, Calle Concepción, Bulevar de Gran Capitán y Gondomar para finalizar, en la Plaza de las Tendillas, disfrutando de un trayecto de tres kilómetros iluminados con la luz especial de estas fechas.

Aunque, para iluminadas, las caras y los ojos de muchos de ellos, donde verdaderamente se comprueba lo que este paseo les provoca. Como a los mayores que conduce Fran, en su noveno año guiando a los ancianos en este Paseo de la Ilusión. “Muchos de ellos no suelen salir de la residencia. Salen poco, si tienen familiares y, otros muchos, no tienen a nadie y este paseo les da vida”, dice sobre su experiencia año tras año, que le hace repetir en cada edición.

Porque de eso, de endulzar la vida, se tenga la edad que se tenga y las circunstancias que a cada mayor acompañen, trata esta iniciativa. Para endulzársela de verdad, este año, se han sumado más actores a esta iniciativa solidaria. De un lado, cada anciano ha recibido un obsequio de Alimentación Deza para celebrar estas fechas y, de otro lado, los componentes del coro Romeros de la Mezquita han animado con villancicos la caravana a su paso por la iglesia de San Nicolás.

La caravana de taxis se convierte, un año más, en un acto de solidaridad hacia estos mayores, por su experiencia, por su dedicación, por las circunstancias que ahora les toca vivir. Las dos horas que dura el recorrido, las horas previas donde aguardaban expectantes y los momentos posteriores en los que el recuerdo de este paseo seguirá vivo, son el regalo que los taxistas hacen, cada año, a quienes ni las arrugas ni los años les han quitado las ganas de ilusionarse en Navidad.

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