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Pata de gallo. ¿Aún sin ella?

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Ana Fernández

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Los motivos “pata de gallo” -clásicos o rebeldes- triunfan en la calle. En un radio de 50 metros es posible cruzarse con más de tres enamoradas del tejido de moda. Es claro que la “pata de gallo”, la “pied de poule” -su nombre francés- o el “Houndstooth” (anglófono “diente de perro”), ha regresado con fuerza en 2020.

Aristocrático en su origen, este tejido de lana, de las tierras bajas de Escocia, repite figuras de cuatro puntas, normalmente en negro sobre blanco. La elegancia hipnótica de la “pata de gallo” desembarcó en Nueva York a finales del siglo XIX con Alfred De Pinna, cuya sastrería vistió con “Houndstooth” a una selecta clientela.

¿Cuándo la “pata de gallo” abraza la figura femenina? Será a partir del ‘New Look’ de Christian Dior y la genial adopción del “Houndstooth” en 1948 como icono de moda e identidad gráfica del perfume Miss Dior. Desde entonces, siempre inolvidable, el monocromático estampado conquista bolsos y zapatos, trajes de chaqueta, capas…

Que el “Houndstooth” es inagotable, en su rítmica y perfecta simplicidad, lo demostró Alexander McQueen al jugar con la escala y la ubicación de los motivos. Enorme “pata de gallo” en vestidos ajustados y botas altas con plataforma, hicieron suya esa vuelta de tuerca de McQueen donde aún seguimos.

Últimamente el tejido “Houndstooth” se multiplica, y espacios tanto del vestir asequible y como de las marcas de lujo sacan a pasear una “pata de gallo” impecable o alternativa, cual porta @iamkelseylu para Gucci.

Zara y Stradivarius han atrapado la tendencia en pleno vuelo, y Mytheresa y NET-A-PORTER reúnen a Dior, Balmain, etcétera, en bocados de exclusividad.

Nota: Las menciones a marcas y productos no llevan aparejada ninguna contraprestación

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